Ejemplos con matando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sentíase bárbaro, implacable, como uno de aquellos Febrer leones del mar, que saltaban a las playas enemigas, matando para no morir.
¡Qué dicha! Ser , haber ganado la celebridad y el respeto matando a un enemigo en las sombras de la noche, y a cambio de esto, ocho años en , lugar de delicias y honores.
Cuando los payeses tenían agravios con los nobles y bajaban los foráneos en bandas armadas contra los ciudadanos de Palma, el conflicto se resolvía asaltando unos y otros el barrio de los , matando a los que no huían y robando sus tiendas.
Divididos en dos columnas, marchaba una contra la tropa de cristianos que había salido a su encuentro, mientras la otra, dando un rodeo, penetraba en la población, cautivando doncellas y mancebos, robando las iglesias, matando a los sacerdotes.
Acudieron los franceses, matando al ordenanza.
La rociada de la batería oculta pasó a lo largo de la avenida, barriendo los vivos, destrozando por segunda vez a los muertos, matando los caballos, rompiendo las ruedas de las piezas, haciendo volar un armón con llamaradas de volcán, en cuyo fondo rojo y azulado saltaban cuerpos negros.
Un obús había estallado junto a él, matando a los que le rodeaban.
¡Mentiras, todo mentiras! En vano lanzaban bombas, destrozando buhardillas y matando o hiriendo viejos, mujeres y pequeños.
Los rostros tenían una expresión feroz, con regueros de polvo y sudor en todas sus grietas y oquedades, con barbas recién crecidas, agudas como púas, con un gesto de cansancio que revelaba el deseo de hacer alto, de quedarse allí mismo para siempre, matando o muriendo, pero sin dar un paso más.
Habló muchas veces de procesar al alcalde y enviar a la cárcel a la mitad del vecindario, y sus enemigos le contestaban invadiendo traidoramente sus tierras, matando su caza, abrumándolo con reclamaciones judiciales y pleitos incoherentes Su odio al municipio le había aproximado al cura, por vivir éste en franca hostilidad contra el alcalde.
El capitán Ferragut era para ella una especie de demonio invulnerable y victorioso, que escapaba a todos los peligros, matando a los servidores de la buena causa.
Tal vez iba a sacar un revólver para morir matando.
Los bizantinos se vengaron del miedo sufrido matando en todo el Imperio a los españoles sueltos.
¡Tío! ¡Tío! ¡Que se está matando ¡Tío! ¡Tío! ¡Que es un pecado lo que hace! ¡Tío! ¡Tío!.
¡Ay, el intruso! El maldito intruso! ¡Cómo había penetrado entre ellos, matando todo afecto, anulando con el poder frío de la muerte todo un pasado de cariño fraternal! No habían reñido cuerpo a cuerpo como los hermanos en las guerras civiles: pero se habían herido en el alma, separándose para siempre, como bestias enfurecidas.
Un día, las vagonetas, al chocar unas con otras, aplastaban a un obrero: otro día saltaban de los rieles al bajar por el plano inclinado cayendo sobre un grupo encorvado ante el trabajo, que no recelaba la muerte traidora que llegaba a sus espaldas: los barrenos estallaban inesperadamente abatiendo los hombres como si fuesen espigas, llovían pedruscos en mitad de la faena, matando instantáneamente, y por si esto no era bastante, había que contar con los navajazos a la salida de la taberna, con las riñas en la cantera, con las disputas en los días de cobro, con la feroz acometividad de aquella inmensa masa ignorante y enfurecida por la miseria, en la cual vivían confundidos los que al salir de los penales de Santoña, Valladolid o Burgos no encontraban otro camino abierto que el de las minas de Bilbao, en las que se necesitaban brazos, y a nadie se preguntaba quién era y de dónde venía.
Algún rato de esparcimiento había de gozar, la convenía asomarse al mundo de tarde en tarde, se estaba matando con aquella vida de abrumadora laboriosidad.
Te estás matando, Gabriel: eso no es para ti.
Sintió miedo viendo a su padre correr por el camino con la escopeta preparada, ansioso de dar desahogo a su furor matando.
Acabaría matando tontamente como el pobre , y muriendo como él, en perpetuo encierro.
¡Estarse una matando toda la vidaprosiguió ella, para sacar adelante al dichoso sobrinito, sortearle las enfermedades a fuerza de mimos y cuidados, darle una carrera quitándome yo el pan de la boca, hacer por él lo que no todas las madres hacen por sus hijos para que al fin! ¡Buen pago, bueno! No, no me expliques nada, si estoy perfectamente informada.
Pasaron los esposos una mala noche por aquella estepa, matando el frío muy juntitos bajo los pliegues de una sola manta, y por fin llegaron a Córdoba, donde descansaron y vieron la Mezquita, no bastándoles un día para ambas cosas.
También se paseaba por aquellos andurriales, sin perder de vista el convento, iba y venía por las veredas que el paso traza en los terrenos, matando la yerba, y a ratos sentábase al sol, cuando este no picaba mucho.
Y no son tontas, ponen poca dosis un centigramo, para irme matando lentamente Y apuesto a que ha sido Ballester el que les ha dado el ácido arsenioso porque también él está contra mí ¿Qué infierno es este, Dios mío?.
Nosotros somos nada más que precursores, ¿te vas enterando?, nada más que precursores, y cuanto des a luz, tú y yo habremos cumplido nuestra misión, y nos liberaremos matando nuestras bestias.
Híceme cargo de todo lo que había pasado durante mi enfermedad, que más bien me parecía sueño, y vi la infidelidad de esa desgraciada, vi también que tenía una cría, y la claridad de aquella razón nueva y robusta que yo había echado, me hizo ver un caso de aplicación de la justicia, y consideré que era de mi deber contribuir a la extirpación del mal en la humanidad, matando a esa infeliz, con lo cual la redimía, porque yo he dicho siempre: ‘Bienaventurados los que van al patíbulo, porque ellos en su suplicio se arrepienten, y arrepintiéndose se salvan’.
Finalmente, él me va matando de hambre, y yo me voy muriendo de despecho, pues cuando pensé venir a este gobierno a comer caliente y a beber frío, y a recrear el cuerpo entre sábanas de holanda, sobre colchones de pluma, he venido a hacer penitencia, como si fuera ermitaño, y, como no la hago de mi voluntad, pienso que, al cabo al cabo, me ha de llevar el diablo.
Dichosa buscada y dichoso hallazgo dijo a esta sazón Sancho Panza, y más si mi amo es tan venturoso que desfaga ese agravio y enderece ese tuerto, matando a ese hideputa dese gigante que vuestra merced dice, que sí matará si él le encuentra, si ya no fuese fantasma, que contra las fantasmas no tiene mi señor poder alguno.
Mira, Sancho respondió don Quijote: si el consejo que me das de que me case es porque sea luego rey, en matando al gigante, y tenga cómodo para hacerte mercedes y darte lo prometido, hágote saber que sin casarme podré cumplir tu deseo muy fácilmente, porque yo sacaré de adahala, antes de entrar en la batalla, que, saliendo vencedor della, ya que no me case, me han de dar una parte del reino, para que la pueda dar a quien yo quisiere, y, en dándomela, ¿a quién quieres tú que la dé sino a ti?.
Simplicísimo eres, Sancho respondió don Quijote, y mira que este gran caballero de la cruz bermeja háselo dado Dios a España por patrón y amparo suyo, especialmente en los rigurosos trances que con los moros los españoles han tenido, y así, le invocan y llaman como a defensor suyo en todas las batallas que acometen, y muchas veces le han visto visiblemente en ellas, derribando, atropellando, destruyendo y matando los agarenos escuadrones, y desta verdad te pudiera traer muchos ejemplos que en las verdaderas historias españolas se cuentan.

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