Ejemplos con masas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las negras masas de vapor que cerraban el horizonte se ribetearon de escarlata.
En cuanto a las masas de electores, que eran los verdaderos árbitros de la contienda, nadie se cansaba en pedirles su parecer: irían como dóciles rebaños a depositar en las urnas una candidatura que se les entregaría cerrada, y ni más sabían ni más sabrán en los siglos de los siglos, aunque siglos dure, que lo dudo, esta comedia.
El de oposición se llevaba las grandes masas , y en cuanto a don Simón, no contaba en aquel instante más que con lo que le rodeaba, pero así y todo, bien sabía él que no era el más desamparado de los tres.
La luz del amanecer, azul y fría como los reflejos del acero, iluminaba las dos masas de hombres armados formando ancha calle.
El balcón, abierto, dejaba ver las obscuras masas del arbolado del jardín, las estrellas brillaban convidando a dulces meditaciones, ardían los cirios ante Pilar, y en la fachada de Artegui se veía luz al través de unas cortinas.
Fué pasando entre las dos masas varoniles, alta la cabeza, pisando fuerte, con su arrogante andar de diosa cazadora, deteniendo a veces la mirada en algunos de los centenares de ojos fijos en ella.
Pero el marino reconoció una profunda diferencia en las dos masas luchadoras del presente.
Pero desearía de buena gana que los substituyeran con otros más filosóficos, más adecuados a nuestras ideas religiosas actuales, más propios para inspirar en las masas, en esta noche, sentimientos no de una alegría o de una ternura inútiles, sino de una caridad y una esperanza siempre fecundas en la conciencia de los pueblos.
Ya que había llegado el instante de la revuelta ¡sus y a él! Era el enemigo secular, los demás habían crecido a su amparo El odio a toda religión era instintivo allí donde las masas obreras despertaban.
El doctor, guiado por un deseo de imparcialidad, reconocía que en apariencia ningún odio ni temor debían sentir las masas contra la Iglesia.
Las ruedas locas rompían las masas de pantalones rojos o azules que en vano intentaban avanzar, aplastaban los hombres bajo su férreo volteo, hacían crujir los huesos, deshilachaban los músculos, y, manchadas de sangre, seguían rodando hasta encallarse en el llano, ahitas de destrucción.
Aquel joven parecía tener alrededor de su persona el ambiente de simpatía y atracción de los grandes caudillos, de los apóstoles que arrastran las masas.
Los ventanales destacábanse sobre las negras masas con un tono blanquecino y lechoso.
Los monarcas querían ser amados, no temidos, y en casi todas las naciones luchaban con el embrutecimiento de las masas, imponiendo las reformas progresivas de real orden y casi por la fuerza.
A continuación se elevaba el tercer cuerpo, dos grandes arcos que daban luz al rosetón de la nave central, coronado todo por una barandilla de calada piedra que seguía las sinuosidades de la fachada entre las dos masas salientes que la resguardan: la torre y la capilla Mozárabe.
El espacio se empapaba de luz, disolvíanse las sombras, como tragadas por los abiertos surcos y las masas de follaje.
La siega había limpiado el paisaje, echando abajo las masas de trigo matizadas de amapolas que cerraban la vista por todos lados como murallas de oro.
Todos discutían las noticias de España, haciendo pronósticos según las fuerzas de su imaginación y la vehemencia de sus deseos, y mientras unos creían ver ya al príncipe Alfonso en el trono abandonado por Aosta, otros se figuraban la República arraigando al amparo de las masas populares de Madrid, apoderándose del palacio vacío y de la corona vacante.
La Revolución triunfó, y a las agitadas emociones del conspirador sucedieron en Jacobo las halagüeñas embriagueces del triunfo, las cínicas rapacidades de pretor romano, las ruidosas apoteosis de arcos de cartón y farolillos de papel a que le llevaban en hombros masas estúpidas arrastradas por su verbosidad, multitudes frívolas, que, por tener algo de mujer, prendábanse de su gallardía y gentileza y se prometían llevarle a defender la soberanía popular en los escaños del Congreso, a él, aristócrata orgulloso, tan sólo de nombre renegado, que se reía de ellos llamándoles paletos, babiecas y burgueses mentecatos, y corría, al separarse de estrechar sus manos, a lavarse y enjabonarse y perfumarse, para echar lejos de sí aquel insoportable .
La inmensa vega perdíase en azulada penumbra, ondulaban los cañares como rumorosas y obscuras masas, y las estrellas parpadeaban en el espacio negro.
Me han conducido en brazos, primero mis once nodrizas, y en cierta ocasión las masas populares.
El cielo, el horizonte, las fantásticas formas de la sierra azul, revueltas con las masas de nubes, le sugerían vagas ideas de un mundo desconocido, quizás mejor que este en que estamos, pero seguramente distinto.

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