Ejemplos con manifiesto

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Después de publicar el grandioso manifiesto de Montecristi de despachar el barco expedicionario para Maceo, de vencer cuantas dificultades le salieron al camino, se embarcó, en unión de cinco compañeros, Máximo Gómez, Paquito Borrero, Ángel Guerra, César Salas y Marcos del Rosario, en un vapor alemán que había llegado de paso a Cabo Haitiano, y que según la promesa de su Capitán a Martí, los conduciría cerca de las costas de Cuba y les cedería un bote para llegar a tierra.
Pero no por eso se echó como débil mujerzuela a llorar tristezas, sino que después de publicar un manifiesto de levantado espíritu patriótico, continuó, con más bríos si cabe, la tarea enorme de hacer patria, tarea que fue sobre sus hombros una cruz, semejante a la que llevara, a través de su calle de Amargura, el Cristo dulce y bueno de los cristianos.
El escrupuloso observador Babinet asegura que la materia de que se componen tan tremebundas colas es cien veces más sutil que el aire atmosférico, y que, por tanto, aunque en su desatentada carrera alcanzara la cola de un cometa a nuestro globo, sólo produciría un malestar tan ligero como el ocasionado por el último manifiesto del Duque de la Victoria.
Ya dentro de la Iglesia, pensó que lo del Manifiesto era un lujo desmedido y por lo mismo quizá irreverente.
Belén y las damas cantoras entonaban inocentes romanzas, mientras duró el Manifiesto, en las cuales se decía que tenían el y otras candideces por el estilo.
Rafael, quiso ir a ver lo que pasaba, aunque Calvete le dijo que no lo hiciese, por no ser cordura irse a meter en un manifiesto peligro, que él sabia bien cuán mal libraban los que en tales pendencias se metian, que eran ordinarias en aquella ciudad, cuando a ella llegaban galeras.
Y algunos dieron muestras de aquellos que de la poderosa flecha de los rayos de sus bellos ojos estaban heridos de quererla seguir, sin aprovecharse del manifiesto desengaño que habían oído.
Y las que se intentan por Dios y por el mundo juntamente son aquellas de los valerosos soldados, que apenas veen en el contrario muro abierto tanto espacio cuanto es el que pudo hacer una redonda bala de artillería, cuando, puesto aparte todo temor, sin hacer discurso ni advertir al manifiesto peligro que les amenaza, llevados en vuelo de las alas del deseo de volver por su fe, por su nación y por su rey, se arrojan intrépidamente por la mitad de mil contrapuestas muertes que los esperan.

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