Ejemplos con mamando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tu estuviste siete meses sin dientes, siempre mamando.
¡Maldito sea usted y quien le ha engendrado! ¡Maldita sea la hora en que ha nacido! ¡Permita Dios que su esposa vea siempre esas manos teñidas de sangre! ¡Maldita sea ella también! ¡Maldita la leche que ese niño está mamando! ¡Malditos seáis todos, malditos, malditos, malditos!.
Estos, casi mamando, entraban en las oficinas públicas, y en ellas se criaban agarrándose y ascendiendo como el aprovechado padre.
¿Quién me asegura que mis confidencias salvarán el largo espacio que desde la hora presente de mi vida se extiende hasta el reino oscuro de lo que llamamos Posteridad, la vida y sucesos de los que aún no han nacido o están todavía mamando? Para que estos renglones lleguen a su destino, hago firme propósito de resguardarlos de curiosas miradas, y de trazarles un caminito subterráneo por donde lleguen salvos a manos de un discreto historiador del próximo siglo, que los acoja, los ordene y utilice de ellos lo que bien le parezca.
Toda Sigüenza sabe que prontitud como la tuya para el conocimiento no se ha visto jamás, pues aún estabas mamando y las primeras voces que dabas rompiendo a hablar parecía que eran en latín.
Las sociedades, claro, tienen sus edades como las personas: hay sociedades que están mamando, sociedades que andan a gatas, sociedades pollas, sociedades jóvenes, y por fin, las maduras y dueñas de sí, sociedades con barbas, en una palabra, y también con algunas canas.
Por aquellos días no era todavía costumbre que fuesen al Ateneo los sabios de pecho que están mamando la leche del conocimiento.
Aunque se armó gran algazara, la moderó algún tanto el cura de Boán recordando las diversas ocasiones en que se oían contar casos análogos: culebras que se encontraban en los establos mamando del pezón de las vacas, otras que se deslizaban en la cuna de los niños para beberles la leche en el estómago.
Aumentábase su compasión hacia Perucho, el rapaz embriagado por su propio abuelo, le dolía verle revolcarse constantemente en el lodo del patio, pasarse el día hundido en el estiércol de las cuadras, jugando con los becerros, mamando del pezón de las vacas leche caliente o durmiendo en el pesebre, entre la hierba destinada al pienso de la borrica, y determinó consagrar algunas horas de las largas noches de invierno a enseñar al chiquillo el abecedario, la doctrina y los números.
-Ese angelito debiera estar mamando, y le van a dispensar la edad para que sea diputado -repuso la condesa-.
¡Sentirían horror! ¡El heredero del rajá de Visapura adoptado por la koregaresa! ¡Mamando de su leche inficionada! ¡Ah! ¿Por qué no me habrán permitido subir a la hoguera, acompañar a mi esposo? En fin, ve tú, extranjero, tú que no temes al contacto de ningún nacido.
A cualquiera parecerá que maldita la gracia tiene un niño zangolotino mamando de una cabra, pero a Joaquina le pareció todo lo contrario.
Toda Sigüenza sabe que prontitud como la tuya para el conocimiento no se ha visto jamás, pues aún estabas mamando y las primeras voces que dabas rompiendo a hablar parecía que eran en latín.
Estos, casi mamando, entraban en las oficinas públicas, y en ellas se criaban agarrándose y ascendiendo como el aprovechado padre.
Lo que yo os prohíbo bajo pena de denuncia, es tocar a un cabello de María Pérez, que como sabéis se ha criado mamando el jugo de mi pecho, y es la niña de mis ojos.
Un poco más lejos, silencioso y mamando el puño de su bastón, que era una esfera de níquel, veíamos a don Saturnino Armero, oráculo respetadísimo, ya porque sólo hablaba en contadas ocasiones y para resolver las disputas de mayor cuantía, ya porque era uno de esos maniáticos de arte que tienen la habilidad de meterse por el ojo de una aguja en casa de las eminencias más ariscas e inaccesibles, y ahí le tienen ustedes íntimo amigo de Arrieta, y de Sarasate, y de Gayarre y de Uetam y de Monasterio, y él sabía antes que nadie el tren por que llegaba la Patti a Madrid, y esperaba a la diva en el andén, y a él le confiaba la Reszké la cartera de viaje, para que hiciese el favor de llevársela hasta su domicilio, y él asistía a las conversaciones más privadas, siempre silencioso y mamando el puño del bastón, pero oyendo con toda su alma, sin pestañear siquiera, adquiriendo conocimientos profundos y erudición peregrina y datos siempre nuevos.

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