Ejemplos con mamado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡Dios se lo pague, señorita, Dios se lo pague! ¡Bendita sea la hora en que su madre la ha parido! ¡Bendita la leche que ha mamado!.
Arrebatado por su propio acento, prosiguió su enfático sermón, en pie, braceando, como si hablase ante un gran concurso: Señores, yo aseguro bajo mi palabra de honor dos cosas: primero, que amo a Inglaterra como a una madre, pues en ella he mamado la leche de la navegación, segundo, que tengo mi boca, paladar y tragadero tan resecos como la yesca, y, por tanto, hago voto de beberme uno, dos, o si a mano viene, cuatro vasos de cerveza , en cuanto demos fondo en la estación de.
Hablo castellano, sí señor, he mamado esta lengua de los mismos pechos que Cervantes, el portento de la literatura, porque nací como él, en Alcalá de Henares, y allí me crié y viví hasta que, ya mocetón hecho, me llevaron mis padres a Híjar, tierra de Teruel.
Buen chasco nos habíamos llevado, pues creíamos que allá ganaríamos un jornal lucido, por ser aquello Reino , pero nos salió la cuenta fallida, porque allí no hay más que miseria, malos tratos y desconfianza de todo el que ha mamado leche castellana, como yo, que en tierra de Burgos, donde mismamente estampó sus patas el caballo de Santiago, vine al mundo.
He mamado de la teta del Moncayo.
Ella, que no respetaba nada en el mundo, respetaba al clérigo por un sentimiento natural adquirido desde la cuna y, si se quiere, mamado con la leche.
Hablo castellano, sí señor, he mamado esta lengua de los mismos pechos que Cervantes, el portento de la literatura, porque nací como él, en Alcalá de Henares, y allí me crié y viví hasta que, ya mocetón hecho, me llevaron mis padres a Híjar, tierra de Teruel.
Arrebatado por su propio acento, prosiguió su enfático sermón, en pie, braceando, como si hablase ante un gran concurso: «Señores, yo aseguro bajo mi palabra de honor dos cosas: primero, que amo a Inglaterra como a una madre, pues en ella he mamado la leche de la navegación, segundo, que tengo mi boca, paladar y tragadero tan resecos como la yesca, y, por tanto, hago voto de beberme uno, dos, o si a mano viene, cuatro vasos de cerveza Pelel, en cuanto demos fondo en la estación de Charing Cross.
No lo puedo remediar, lo he mamado con la leche, lo traigo encendido en mis entrañas desde el vientre de mi madre, y mi espíritu lo trajo también desde la nada.
Patricio era un mestizo inglés, compadrón y chocante como él solo, cuando estaba mamado, cosa que le sucedía, en término medio, cinco días por semana.
Salió un rato al patio, dando vueltas, juntando con el mingo, las ocho bochas desparramadas, alzó una botella vacía, tirada por algún mamado, de un puntapié hizo rodar a la zanja una caja vacía de sardinas, resto del almuerzo de algún pasajero, y recostado en el alambrado, aspirando con fuerza el aire vivificante de la Pampa, para limpiar sus pulmones del polvo de los estantes, hediondo a tejido engomado y a aguardiente adulterado, cavilaba en los medios de domar la Fortuna.
Pero el joven, aunque bien sintiera que era pura parada de hombre mamado, al verse amenazado, y al oírse tratar de mocoso, se le enderezó, sacó la cuchilla y le pegó al agresor un tajo en la cabeza, cortándole el sombrero, y algo también el cuero.
Y entre dos mates, en un momento de descanso, iba a seguir la crítica, cuando llegó al tranquito, completamente mamado, un peón, a quién habían mandado a la esquina, en busca de un porrón de ginebra.
¡Mañana será otro día!» decía, con tono persuasivo, don Juan Antonio a un gaucho algo entrado en años y bastante mamado, que empezaba a meter bulla.
Se contenta con una faja, no la faja ancha y larga, de lana azul o colorada, en la cual algunos extranjeros suelen envolverse tres o cuatro veces el cuerpo, sino una pobre, miserable fajita, angosta, de algodón, descolorida y sucia, torcida por el uso como el hilo de acarreto, y que cuelga desatada, cuando está mamado, haciendo acordar, a pesar de la gran flacura de su dueño: que al que nace barrigón, es al ñudo que lo fajen.
-Está usted demasiado mamado para hacerle el gusto -concluyó Moreira-, y para chacota esto es largo, cállese pues la boca y deje bailar a la gente.
Juan había mamado en sus libros favoritos la esencia pura de la flamante filosofía, y no llegó a ser un sabio completo, porque a la mitad del camino se halló huérfano y sin recursos.
-Diga usted que hicieron bien, señor Fígaro: ¡éste escribe siempre con una intención! Lo que ha mamado en sus libros.

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