Ejemplos con llave

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Algunos días después vió el vecindario dos carros a la puerta de la abacería, luego vió cargar en uno de ellos las aceiteras, los barriles, los cacharros, las chucherías de la tienda, ¡hasta los estantes y el mostrador!, vió en seguida cómo en el otro carro se colocaron los colchones, las camas desarmadas, la batería de cocina, todo el ajuar de la casa de Simón, cómo se acomodaron en un hueco dejado al efecto sobre los colchones, Juana y su niña, después de haberse restregado la primera los zapatos contra el suelo repetidísimas veces, mirando al mismo tiempo a todas partes, cual si quisiera, con alarde tan necio, dar a entender que hasta el polvo de aquel suelo la ofendía, vió la gente también cómo, después de sacar hasta la escoba, cerró Simón la puerta y se guardó la llave en el bolsillo, y luego ponerse en movimiento los carros, a los cuales seguía Simón, saludando con gravedad a cuantas personas le despedían desde lejos con un movimiento de cabeza, no vió una sola vez asomar la de Juana fuera del toldo bajo el cual iba, y vió, por último, que los dos carros y Simón, que marchaba siempre junto a ellos, después de atravesar la plaza, tomaron el camino de la villa y desaparecieron en él.
Al cabo de este tiempo percibió un rechinamiento, como el de una gran llave dentro de una inmensa cerradura, después el sonido de un barrote de hierro rebotando por un extremo sobre otro cuerpo menos duro, después el chirrido de unos goznes roñosos, y, por último, la luz de un farol muy ahumado, a cuyos débiles resplandores pudo observar que se había abierto enfrente una.
Avanzaban por las naves cinco canónigos con sobrepellices de coro, cada uno con una llave en la mano.
Habían sonado las diez, cuando Gabriel oyó abrirse el postigo de la portada de Santa Catalina, pero rápidamente y sin violencia, como si hubieran hecho uso de una llave.
Uno abre el compartimiento de la lluvia y la hace caer sobre el mundo, otro se acerca a la llave de los truenos y la toca: ¡redoble espeluznante que turba el jugueteo y los pone en fuga! Pero vuelven otra vez y continúa la ronda graciosa, repitiéndose de nuevo las ruidosas travesuras cortadas por los truenos.
Si de tarde en tarde se sentía alguien enfermo durante la noche, era preciso despertar a don Antolín, y hundiendo éste la mano en las profundidades de la sotana, se dignaba restablecer con su llave la comunicación con el mundo.
A las ocho de la noche en invierno y a las nueve en verano cerraba la escalera del claustro alto, guardábase la llave en el bolsillo y toda la población quedaba aislada de la ciudad.
Se apoderaban de la llave de las bóvedas y entraban en este lugar misterioso, al que únicamente subían los obreros de tarde en tarde.
gritaba la animosa muchacha pasando su brazo por el asa de la cestita, y cerraba la puerta de la barraca, echando la llave por el resquicio inferior.
¿Cerraste ya los baúles? ¿No? Pues mira: toma la llave, y abre mi ropero para que saques una cosa.
¡Tú dirás! ¡El latín que es la llave de las ciencias! Ni latín, ni otras cosas, todo lo que puedo enseñar, todo lo que sé, ¡cuanto aprendiste aquí! Dicen que estoy atrasado, que mi manera de enseñar es , ¿has oido? ¿? Eso lo dicen los pedantes de hoy en día, y todo porque mascullan el francés.
Llegaron a mis oídos voces conocidas, sonó en la cerradura de la puerta contigua ruido de llave, y salió mi tía Pepa, tendiendo los brazos.
Después de guardarlo con llave en un baúl lleno de cosas viejas, volvió al lado de su marido, que se había quedado absorto, midiendo sin duda con azorado pensamiento la enorme distancia que en su ser había entre los arranques de la voluntad y la ineficacia de su desmayada acción.
Podría ser ilusión suya, pero creía ver, cual si la puerta fuera de cristal, a la persona que tras esta, a su parecer, estaba Le conocía, ¡cosa más rara!, en la manera de empujar, en la manera de rasguñar la fechadura en la manera de probar una llave que no servía.
Los hombres son así: lo que tienen lo desprecian, y lo que ven guardado con llave y candados, eso, eso es lo que se les antoja.
La cojita se presentó otra vez en el corrillo mostrando la enorme llave de la perrera, la esgrimía como si fuera una pistola, con amenaza homicida.
¿Dónde está Sor Marcela? Que traiga la llave de la perrera.
La llave no estaba puesta ¡Peines y peinetas, dónde estará la condenada llave! murmuró con un rugido de hondísimo despecho.
Muy a menudo andaba Sor Marcela por allí, pues tenía la llave de la leñera y carbonera, la del calabozo y la de otra pieza en que se guardaban trastos de la casa y de la iglesia.
Sor Marcela echó la llave dando dos vueltas, y la guardó en su bolsillo.
Sor Marcela traía en la mano derecha una gran llave, y apuntando con ella al esternón de la delincuente, hizo un castañeteo de lengua y no dijo más que esto: Andando.
Puso la nueva hucha en el sitio de costumbre, que era el cajón alto de la cómoda, abrió la puerta, quitando el pañuelo que tapaba el agujero de la llave, y después de llevar a la cocina el instrumento alevoso, volvió a su cuarto con idea de contar el dinero Pero si era suyo, ¿a qué tanto miedo y zozobra? Él no había robado nada a nadie, y sin embargo, estaba como los ladrones.
Volvió a su cuarto, llevando la mano del almirez, y echada otra vez la llave, tapó el agujero con un pañuelo.
Encerrarse en su cuarto, para que nadie le vea, pero yo le he visto por el agujero de la llave .
Empezó por asegurarse de la curiosidad de Papitos, echando la llave a la puerta después de encender la luz, pero ¿cómo asegurarse de su propia conciencia que se le alborotaba, pintándole la falta proyectada como nefando delito? Comparó las dos huchas, observando con satisfacción que eran exactamente iguales en volumen y en el color del barro.
Púsose en acecho, el oído en el agujero de la llave, y empujando de improviso la abrió con estrépito, y echó un vocerrón muy tremendo: ¡Adúuultera!.
¿Pues no las he de querer? Yo lo tomo todo, hasta una llave vieja, para cuando se acabe el edificio.
Por fin Jacinta tuvo que echar la llave a la puerta.
Era tan fuerte el ansia de charla y de trato social, se lo pedía el cuerpo y el alma con tal vehemencia, que si no iban habladores a la tienda no podía resistir la comezón del vicio, echaba la llave, se la metía en el bolsillo y se iba a otra tienda en busca de aquel licor palabrero con que se embriagaba.

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