Ejemplos con libérrimo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su dificultad y rareza provienen, tal vez, de una vasta, heteróclita cultura de la que su saber decir no puede desprenderse en ningún momento, de un empleo libérrimo, casi salvaje, tanto de métrica y de rima, como de vocabulario, características todas ellas que la empujan a conseguir en cada nuevo intento, revolucionarias innovaciones, audaces logros, no sospechados hasta ahora en la creación poética.
Viéndole tan activo, tan solicito, tan poseído de su papel de amo, me acometió un deseo punzante, que con dificultad logré reprimir, de preguntarle: Vamos a cuentas, amigo mío: yo no dudo que amases entrañablemente a tu padre, pero si por un movimiento libérrimo y absolutamente secreto de tu voluntad pudieses resucitarle para entregarle de nuevo ese título y esa gran fortuna que ahora posees, ¿lo harías? ¡No mientas! ¿lo harías? Después de esto le he tropezado muchas veces en sociedad, saludado, acatado por todo el mundo.
Felipa, que así se llamaba, natural de las Peñas de San Pedro, era una fuerte trabajadora en los menesteres más duros de la vida doméstica, lavaba la ropa y los suelos y toda la casa con verdadero frenesí, guisaba con abuso de especias y picantes, y hablaba con estridor de gritos y libérrimo vocabulario.
Ahí se queda usted con sus quereres y sus rabias, y puede elegir, a su libérrimo querer, entre la comida que allí tiene y el comerse sus propios puños.
He renunciado a mi apellido para adoptar el de vuecencia: primero, por la mucha admiración y cariño que me inspira la ilustre persona del libérrimo prócer, del integérrimo gobernante, del.
Sentí de pronto alzarse dentro de mí una protesta de mi libérrimo albedrío, y con ella la nostalgia de la ciudad, pero con una fuerza tan nueva y tan irresistible, que, sin saber, cómo, me vi encarado otra vez al camino real y poseído de un vehementísimo deseo, de la tentación pueril y desatentada.
De nada de esto se habrán olvidado, porque el Muelle de las Naos, efecto de su libérrimo gobierno, ha sido siempre, para los hijos de Santander, el teatro de sus proezas infantiles.
Ahí se queda usted con sus quereres y sus rabias, y puede elegir, a su libérrimo querer, entre la comida que allí tiene y el comerse sus propios puños.

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