Ejemplos con laxitud

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En su danza tradicional, I nlon schka, cada mitad de tierra incluye dos subdivisiones que simbolizaban la tierra seca o húmeda, y cada mitad de tierra tenía un jefe hereditario encargado de reforzar la laxitud que tenían en el liderazgo.
Prácticas como permitir el establecimiento de grandes contingentes de población bárbara dentro de las lindes del Imperio, la laxitud de la calidad de ciudadanía romana, uso creciente de tropas extranjeras y relajación o eliminación de la severa disciplina tradicional, de su organización y control, contribuyeron al declive de la infantería pesada.
Después de castigar a los oficiales a cargo de los contingentes navales por la laxitud de su disciplina, Escipión y el ejército romano invernaron en Tarraco.
En ellas destacan el tratamiento del cabello y barbas rizadas, las manos piadosamente unidas, la laxitud de los cuerpos y la perfección general de la traza.
Cinco años más tarde, a la muerte de Carlos X, Suecia se había ganado el odio de los estados fronterizos, por su laxitud en la defensa del protestantismo.
La dedicación de tal obra a la reina Isabel ilustra la tolerancia o laxitud religiosa durante los primeros años de su reinado.
Las camisas presentaban coquetonamente el adornado escote, ocultando la lisa falda, los pantalones estiraban, simétricas y unidas, una y otra pierna, las chambras tendían los brazos, las batas inclinaban el cuerpo con graciosa laxitud.
Allí estaban todos los tipos de la belleza femenina, todas las variedades de la hermosura, y de entre las largas filas, de cabezas se desprendían emanaciones turbadoras: olor a lilas blancas que hace traidora la pureza, clavel rojo que huele a clavo, heno fresco que trae a los sentidos laxitud de amores campestres, y aromas intensos del Extremo Oriente, quintaesenciados por las artes viciosas de la Vieja Europa.
Al cabo de muchas horas de aplanamiento y laxitud, doña Inés pareció reanimarse, abrió los ojos y cambiando de postura murmuró algunas frases incoherentes.
Cuando pretendía agradar, cuando ponía empeño en seducir, aquellos ojos claros, parados, se animaban súbitamente, trocándose de inocentes en maliciosos, y aquellos labios blanquecinos que ligeramente se mordiscaba con un movimiento imperceptible, tomaban color de cereza soleada: entonces sonreía de un modo delicioso, la falsa indiferencia, el abandono fingido, se convertían en laxitud estudiada que parecía pedir mimos o prometer caricias, y la mujercita insignificante, el ser débil, quedaban transformados en sirena de ocultos y peligrosos encantos.
¡Qué hermosa descripción podría hacerse de mujer romántica, joven, bonita y abandonada! El hueco del balcón donde destaca la gallarda figura esfumada en el incierto resplandor del amanecer, las gentiles formas ceñidas por un abrigo de viaje, el rostro pálido y ojeroso, aquellos labios huérfanos del beso, aquel pecho sin corsé, cuya blandura descansaba, no en las avariciosas manos del amante, sino en la fría barandilla de hierro, el ánimo combatido por la desesperación, el cuerpo invadido de laxitud y el sol oculto entre un cendal de nubes, como pesaroso de alumbrar tanta tristeza.
¡Qué impaciencia en la espera! ¡Qué alegría cuando llegaba! ¡En la posesión, qué completa entrega de alma y cuerpo! ¡Qué dulce laxitud en el reposo! Y en la despedida, ¡qué dulcísima pena! ¿Quién hacía la última caricia? Esto sí que era irrecordable.
¿Qué habría en su alma? ¿Laxitud de pecadora cansada o nostalgia de castidad atropellada?.
Cuando quería marcharse, besos prietos y tercos, en que la húmeda tersura de los labios palpitaba con deliciosa laxitud, queriendo sorberle el alma.
Se sentía languidecer, presa de una laxitud incontrastable, como flor envuelta en una atmósfera muy cálida: el brazo y el aliento de Pepe la abrasaban.
Su inocencia protestaba con la impetuosidad de la ira o con la amarga laxitud del desaliento, pero siempre tenía que confesarse vencida.
Nadie hubiera podido averiguar si aquella laxitud era la huella pasajera de los placeres de una noche, o la marca indeleble de los sufrimientos del espíritu.
En todo país de esclavos no es uno ni elevado el tipo de la moralidad, las costumbres tienden, al contrario, a la laxitud, y reinan, además, ideas raras, tergiversadas, monstruosas, por decirlo así, respecto al honor y a la virtud de las mujeres.
Medio tendido en el sofá os devuelve el saludo con un esfuerzo afectuoso, pero con evidentes señales de fastidiosa laxitud.
Pasado un breve rato, determinose bruscamente en Beatriz una laxitud intensa.
Los rayos del sol, penetrando por los rotos de su ataúd, habían calentado sus huesos, y una laxitud, una pereza deleitosa se había apoderado de toda la osamenta.
El desgaste de energía me llevó a un estado de atontamiento que pronto fue laxitud soporífera.
A los tres meses de aquella tristísima vida, a la cual llegó a acostumbrarse, porque es ley que nos acostumbremos a todo, sus guardianes le aplicaban con mucha laxitud el reglamento del Modelo, permitiéndole visitas largas, sin bajar al departamento de comunicación.
tiene una laxitud de mundo entre los brazos,.
Cuando le abrieron la zambaclueca atronaba el aposento con la embriaguez febril, con el apasionado furor de sus compaces finales, calculados con un arte satánico, para expresar con una música de golpes y de quejidos, el atropellamiento, el éxtasis que precede inmediatamente al momento de la laxitud producida por el esfuerzo.
Mientras los unos iban cargados con sus instrumentos de trabajo o con los productos de su labor buscando el descanso con aquel contento que inspira el cese de las tareas del día, mil otros sacudiendo la laxitud del ocio salían a gozar de esa atmósfera fresca y apacible que a la caída del sol viene de los campos, y que no pocas veces se difunde con el crepúsculo impregnando cuadras enteras con el aroma de la mosqueta y del azahar.
A la clara luz de la luna pudo verse todo empapado en sangre, el dolor agudizábase por momentos, una gran laxitud habíase apoderado de él, parecíale verlo todo como al través de un tul vaporoso, sus ideas y recuerdos surgían en su imaginación como loca y vertiginosamente barajados por las manos habilísimas de un prestidigitador, Rosalía, el Chirimollo, las arracadas, el mantón, la hipoteca, sus viejos, el Petaquero, el teniente Mendiola, todos los seres amados y no amados parecían bailotear en su cerebro una danza fantástica y grotesca.
mano, pero ya no en estado de laxitud sino de tensión, moviendo la.
Volvió a caer sentado en la mecedora, y aliviada su angustia con la laxitud del ánimo, que ya no luchaba con la impotencia de la voluntad, recobró parte de su vigor el sentimiento, y el dolor de la traición le pinchó por la vez primera con fuerza bastante para arrancarle lágrimas.
De pronto el sueño lo vencía y al inclinarse maquinalmente en la laxitud del sopor daba una cabezada que lo impelía a abrir los ojos con sobresalto.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba