Ejemplos con juzgo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El Fuero Juzgo pervivió como derecho vigente hasta la aprobación del Código Civil a finales del siglo XIX y en la actualidad sigue vigente como derecho foral civil supletorio en el País Vasco, Navarra y Aragón.
El Fuero Juzgo se aplicó como derecho local, en calidad de fuero municipal, a los territorios meridionales de la península que Castilla iba conquistando a los reinos musulmanes.
Jenofonte de Atenas define a Ciro el Joven como el hombre más apto para reinar y el más digno de gobernar entre los persas que sucedieron a Ciro el Viejo y añadía juzgo que nadie ha sido amado por más personas ni entre los griegos ni entre los bárbaros.
El Reverendo Russell no la había visto trabajar pero la juzgo en base a su conformación y la compró inmediatamente, llamándola Trump.
Incluye también, entre otras cosas, el Fuero Juzgo.
Según algunas versiones, ordeno tocar a la banda de música capturada y, como juzgo que desafinaba, mando degollar a sus integrantes.
A través del Patronato para el Mejoramiento de la Cultura en Murcia colaboró en la creación de cuatro grupos escolares, el museo de Bellas Artes, traer el Belén de Salzillo a Murcia y mejoras en el Jardín Botánico, también consiguió la cesión desde Madrid del Fuero Juzgo de Murcia.
El asunto es tan delicado y grave que no juzgo lícito opinar.
En cuestión de consonantes / Juzgo tu fallo importuno / Y es mejor no lo adelantes.
Una copia del Fuero Juzgo, cotejada con siete manuscritos antiguos, y sacadas las variantes.
Éste como legislador introdujo reformas en la administración y en la vida jurídica y preparó una recopilación del derecho visigodo que sería promulgado por su hijo Recesvinto y recibiría el nombre de Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo.
Por eso yo no leí , sino que le sentí, y por eso ahora no le juzgo, sino que traslado al papel la impresión de placidez y de bienestar que me causó, sin ponerle peros, porque, a mi entender, no los tienen ni aquel paisaje ni aquellas gentes.
Esa calle existe para que yo la pinte, porque la juzgo preciosa y porque me da la gana.
Había previsto el inevitable porvenir, lógica, fatalmente, el resultado tenía que ser éste: Día llegará en que usted me juzgue como yo misma me juzgo ahora.
los vestidos que dice la relación: a mí me parece que al marido y a los hijos varones se les den vestidos de paño, y a ella se le podrían dar de terciopelo gorguerán o raso, y a dos niñas pequeñas unos habitillos de alguna cosa conforme a su edad, y porque los dos hijos mayores la tienen ya y disposición para poder servir, juzgo que sería conveniente que por donde toca les mandase V.
Porque juzgo que, por sobra de valor, yerran los primeros, en no ver abismos donde puede haber flores, y tengo para mí que, por hartura de miedo, yerran también los segundos, en no concebir una flor sin que oculte detrás un precipicio.
Pero ni la incertidumbre de nuevas desdichas en la madre patria, ni los mil chismes que por la patria adoptiva corrían, lograron apartar la conversación general de la novelesca historia de la cadina, cuya apócrifa babucha habían contemplado todos, después de algunas prudentes precauciones que, para la mise en scène, juzgo indispensable el tío Frasquito.
No se me oculta que hay espíritus privilegiados a quienes basta poco tiempo para engendrar y producir frutos delicados, pero juzgo que ni aun a estos mismos les perjudicará un saludable retraso.
Vístete, que como te veo te juzgo, vístete y vete a la casa de Fernández.
Tanto vivo persuadido de ello, que juzgo locura, como Horacio, hasta el exceso en la virtud.
Su frente, que nunca habrá de reclinar sobre mi hombro, su boca, que mis labios no besarán jamás, el brillo intenso y profundo de sus pupilas negras, todo lo que sin haber llegado a conseguir juzgo perdido, me parece infamemente arrebatado al empezar a poseerlo.
Valentín no creo que sea hombre muy interior, espiritual y contemplativo, pero como tiene tanto miedo a su mujer y quiere darle gusto siempre, vive también a lo místico, apartado del trato humano, y yo le juzgo capaz de azotarse con unas disciplinas, no tanto por amor de Dios, cuanto por amor y por miedo de Doña Blanca.
Juzgo de una relacion, este juicio está en mí, esta relacion como conocida, y prescindiendo de su existencia real, está en mí, todo lo cual se reduce a lo mismo que con mas sencillez y naturalidad dijo Descartes: Yo pienso, luego existo.
—Como vuesa merced, replicó el licenciado, no se canse mas en persuadirme que oyó hablar a los perros, de muy buena gana oiré ese coloquio, que por ser escrito y notado del buen ingenio del señor alférez, ya le juzgo por bueno.
Algunos trabajos he pasado en esta mi demanda, todos los cuales los juzgo y tengo por descanso, con el descuento que han traido de veros, que puesto que esteis de la manera que estais, si fuere Dios servido de llevaros desta a mejor vida, con hacer lo que debeis a quien sois ántes de la partida, me juzgaré por mas que dichosa, prometiéndoos, como os prometo, de darme tal vida despues de vuestra muerte, que bien poco tiempo se pase sin que os siga en esta última y forzosa jornada: y así os ruego primeramente por Dios, a quien mis deseos y intentos van encaminados, y luego por vos, que debeis mucho a ser quien sois, últimamente por mí, a quien debeis mas que a otra persona del mundo, que aquí luego me recibais por vuestra legítima esposa, no permitiendo haga la justicia lo que con tantas veras y obligaciones la razon os persuade.
Tan de valientes corazones es, señor mío, tener sufrimiento en las desgracias como alegría en las prosperidades, y esto lo juzgo por mí mismo, que si cuando era gobernador estaba alegre, agora que soy escudero de a pie, no estoy triste, porque he oído decir que esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y, sobre todo, ciega, y así, no vee lo que hace, ni sabe a quién derriba, ni a quién ensalza.
Ya yo he dicho le respondieron que yo no juzgo de deseos, pero, con todo eso, te sé decir que los que tu hijo tiene son de enterrarte.
Por Dios, Sancho dijo don Quijote, que, por solas estas últimas razones que has dicho, juzgo que mereces ser gobernador de mil ínsulas: buen natural tienes, sin el cual no hay ciencia que valga, encomiéndate a Dios, y procura no errar en la primera intención, quiero decir que siempre tengas intento y firme propósito de acertar en cuantos negocios te ocurrieren, porque siempre favorece el cielo los buenos deseos.
Y no se entienda que por decir bien de aquéllos no lo digo de aquéstos, sino que quiero decir que al rigor y estrecheza de entonces no llegan las penitencias de los de agora, pero no por esto dejan de ser todos buenos, a lo menos, yo por buenos los juzgo, y, cuando todo corra turbio, menos mal hace el hipócrita que se finge bueno que el público pecador.
Todo lo confieso, juzgo y siento como vos lo creéis, juzgáis y sentís respondió el derrengado caballero.

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