Ejemplos con juzgas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Si juzgas a todas tus relaciones por las intenciones de voto de una persona, creo que te pierdes todas las variedades de la vida.
Si por creerte mío has tenido tesón y firmeza para llegar a lo que eres ¿tan ajeno a mí te juzgas ya, que así te amilanas y vacilas? Aunque no te di el ser, ¿no soy algo más padre tuyo que aquel que te le dió? ¡Y si te acobardas ahora que yo te necesito!.
¿De modo que tú crees que el amor es inmortal? ¿No comprendes que un día cesarás de amarme, que ya no me amas como antes? Tú me juzgas indigno del amor: piensas que te has sacrificado, el sacrificio te duele, y quieres obtener su compensación: en otro amor lo buscarás, no lo dudes: alguno te lo ofrecerá Al principio dirás que la culpa ha sido mía, más tarde reconocerás que yo no soy el culpable.
Beltrán-, más que bajar la cabeza ante el destino, o hablando cristianamente, ante la voluntad de Dios? Bien podría suceder que esto que juzgas adverso fuera todo lo contrario: el principio de tu felicidad.
-¿No es lícito emplear alguna vez en la vida medios indirectos para conseguir un fin bueno y honrado? ¿Con qué derecho juzgas acciones mías que no comprendes bien? Yo, querido sobrino, ostentando una sinceridad que tú no mereces, te confieso que sí, que efectivamente me he valido de subterfugios para conseguir un fin bueno, para conseguir lo que al mismo tiempo era beneficioso para ti y para mi hija.
El que le desconoce, necesariamente ha de juzgar de todo como juzgas tú, a lo tonto.
¿Me juzgas un malvado? Hay en mi vida hechos extraños, hija mía, ya lo sabes, pero todo se explica y se justifica en este mundo.
No más dijo a esta sazón uno de los dos que parecían reyes: no más, cantor divino, que sería proceder en infinito representarnos ahora la muerte y las gracias de la sin par Altisidora, no muerta, como el mundo ignorante piensa, sino viva en las lenguas de la Fama, y en la pena que para volverla a la perdida luz ha de pasar Sancho Panza, que está presente, y así, ¡oh tú, Radamanto, que conmigo juzgas en las cavernas lóbregas de Lite!, pues sabes todo aquello que en los inescrutables hados está determinado acerca de volver en sí esta doncella, dilo y decláralo luego, porque no se nos dilate el bien que con su nueva vuelta esperamos.
Alá sabe bien que no pude hacer otra cosa de la que he hecho, y que estos cristianos no deben nada a mi voluntad, pues, aunque quisiera no venir con ellos y quedarme en mi casa, me fuera imposible, según la priesa que me daba mi alma a poner por obra ésta que a mí me parece tan buena como tú, padre amado, la juzgas por mala.
—«¿Y por qué motivo juzgas a Tello el más venturoso de todos? —Por dos razones, señor, le responde Solón, la una, porque floreciendo su patria, vio prosperar a sus hijos, todos hombres de bien, y crecer a sus nietos en medio de la más risueña perspectiva, y la otra, porque gozando en el mundo de una dicha envidiable, le cupo la muerte más gloriosa, cuando en la batalla de Eleusina, que dieron los atenienses contra los fronterizos, ayudando a los suyos y poniendo en fuga a los enemigos, murió en el lecho del honor con las armas victoriosas en la mano, mereciendo que la patria le distinguiese con una sepultura pública en el mismo sitio en que había muerto.
-Aceptarás ahora que nosotros juzgamos a los hombres del mismo modo que tu juzgas a las hormigas.
-Conoces lo que vales, y te juzgas invencible.
Manifiéstame por qué me juzgas así.
- ¿Por qué, sin conocerme, me juzgas así?.
Aun cuando supieras que nunca habías de abandonar la posición actual de tu espíritu, sino que reposarías de por vida en lo que ahora juzgas la verdad, no por eso deberías soltar de la mano los instrumentos de la investigación y del juicio, como el obrero que da por terminada su tarea: la tarea tuya consistiría, desde entonces, en extender las relaciones de tu verdad, en adaptarla a lo nuevo que trae consigo cada hora, en amaestrarla, como ave de altanería, para la caza del error, en propender a que ella envolviese en sus anillos una completa y bien trabada concepción del mundo.
-Pero veamos, ¿qué es lo que encuentras de reprensible en mi conducta? ¿Por qué juzgas.
¿Por qué juzgas mi alma? ¿Quién eres tú, miserable gusano, para condenar a eterno abandono a otro hombre, hechura de Dios como tú, quién eres para fallar contra mí, contra mí que te he favorecido? ¿Sabes que la conciencia hace al hombre, y la ingratitud, la negra ingratitud, es la única conciencia de los malos?.
Entonces yo, que presencié la asamblea, dije al rey: ¡Oh rey, yo conozco a un hombre, llamado Saadalah el Babilonio, que no tiene igual ni superior sobre la faz de la tierra en el conocimiento de tales remedios! ¡Así, pues, envíame a verle, si lo juzgas conveniente! El rey me contestó: ¡ve a verle! Yo dije: ¡Dame mil millares de dinares y un trozo de concha roja de un rojo oscuro! ¡Y además un regalo! Y el rey me dió cuanto le pedía, y me marché de la India con rumbo al país de Babilonia.
Los puestos en que juzgas que te aumentas.
Con lo que has visto y oído durante nuestro paseo, puedes formarte una idea de lo que es la fisonomía general de este pueblo a la luz de la luna: no quiero que me digas ahora si la encuentras parecida a la de otros de España que te son muy conocidos, o si la juzgas digna de estudio por su originalidad, pero seguro estoy de que con estos datos nocturnos, más los que ya posees, tomados por mí del natural, así de este modelo como de la provincia entera, a la luz del sol y hasta a la de los humildes tizones, tienes cuanto necesitas para poder saludar al pueblo de la Montaña en sus diversas zonas y jerarquías como a persona conocida, de lo cual me felicito, pues juzgándote leal, confío en que harás justicia a mis paisanos, concediendo sin rebozo que si en sus costumbres hay mucho que reprender entre algo que aplaudir, hay, en cambio, muy poco que castigar.
Quien desea pensar bien es preciso que se acostumbre a estar mucho sobre sí, recordando continuamente esta importantísima verdad, es necesario que se habitúe a concentrarse, a preguntarse con mucha frecuencia: «¿Tienes el ánimo bastante tranquilo? ¿No estás agitado por alguna pasión que te presenta las cosas diferentes de lo que son en sí? ¿Estás poseído de algún afecto secreto que sin sacudir con violencia tu corazón le domina suavemente, por medio de una fascinación que no adviertes? En lo que ahora piensas, juzgas, prevés, conjeturas, ¿obras quizá bajo el imperio de alguna impresión reciente que trastornando tus ideas te muestra trastornados los objetos? Pocos días, o pocos momentos antes, ¿pensabas de esta manera? ¿Desde cuándo has modificado tus opiniones? ¿No es desde que un suceso agradable o desagradable, favorable o adverso han cambiado tu situación? ¿Te has ilustrado más sobre la materia, has adquirido nuevos datos o tienes tan sólo nuevos intereses? ¿Qué es lo que ha sobrevenido, razones o deseos? Ahora que estás agitado por una pasión, señoreado por tus afectos, juzgas de esta manera y tu juicio te parece acertado, pero si con la imaginación te trasladas a una situación diferente, si supones que ha transcurrido algún tiempo, ¿conjeturas si las cosas se te presentarán bajo el mismo aspecto, con el mismo color?».
::¡Pero no pienses que te acuso en lo más mínimo, oh mi Señor, porque nunca haya gozado yo de tu largueza! ¡Eres grande, magnánimo y justo, y bien sé que juzgas con sabiduría!.
¿Hasta cuándo, Señor santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra?.
»-Eres una novicia todavía -añadió mi madre al notarlo-, aunque te juzgas y te juzgan los que no te conocen tanto como yo, llena de malicias y de experiencia.
¿Y juzgas que se me tañe a mí con más facilidad que a una flauta? No, dame el nombre del instrumento que quieras, por más que le manejes y te fatigues, jamás conseguirás hacerle producir el menor sonido.
Y le dijeron: ¡Oh hermana nuestra! ¿Qué te ocurre? Y ella contestó: ¡Por Alah sobre vosotras! ¡Libradme a escape de este estúpido, al cual creí hombre de buenas maneras! Y yo le pregunté: ¿Y por qué me juzgas estúpido o loco?.
-Tal vez, mas ¿juzgas de mis iras digno.
¿Qué juzgas de lo que te voy diciendo?.
-Según eso, ¿juzgas preferible acortar el plazo?.

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