Ejemplos con juego

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Llegaban al primer naranjo, cuando Platero, que holgazaneaba por allí, contagiado del juego, se unió a ellas en su vivo correr.
Había en aquella ciudad, como hay en casi todas, un centro o círculo o para esparcimiento del espíritu de ciertas personas que pasaban la vida bregando por enderezar la varia suerte de los negocios de lucro, y había entre los socios muchos que, no gustando del juego, aunque lícito, ni de otras recreaciones toleradas en el establecimiento, formaban una camarilla , especie de senado moderador de la ebullición que reinaba constantemente en gabinetes y pasillos, el cual senado, , se instalaba siempre en el salón principal.
No tengo más que un pecado ¡Uno sólo que llena toda mi vida! He sido el verdugo de aquella santa con la impiedad, con la crueldad de un centurión romano en los tiempos del emperador Nerón Un pecado de todos los días, de todas las horas, de todos los momentos No tengo otro pecado que confesar La afición a las mujeres y al vino, y al juego, eso nace con el hombre Pecado grande es haber sido verdugo de un alma y haber puesto en ella garfios encendidos en las hogueras del Infierno.
Los espectadores, contagiados por los del juego, se pasaban de mano en mano los jarros pagados a escote, y era aquello una verdadera inundación de aguardiente, que, desbordándose fuera de la taberna, bajaba como oleada de fuego a todos los estómagos.
Vió Batiste a y a sus contrincantes sentados en taburetes de fuerte madera de algarrobo, con los naipes ante los ojos, el jarro de aguardiente al alcance de una mano y sobre el cinc el montoncito de granos de maíz que equivalía a los tantos del juego.
Me hizo una confidencia, me refirió que había estado enamorada de un joven muy rico y apuesto, mas, por desgracia, dado al juego y a los vicios.
¿Te acuerdas qué travieso? ¿Te acuerdas de cuando rompiste el juego de café de tu tía Carmen? Me parece que te veo: te fuiste a esconder en la bodega.
Desde lo más alto de la colina del Escobillar veréis la ciudad como un juego de dominó esparcido en un tapete verde, cortada por la cinta plateada del río a cuyas márgenes se agolpan caserones y templos.
¡Es natural! ¡La edad lo quiere así! Pero, vamos, hijo mío: ¿por qué engañar a tantas, por qué engañar a tantas antes de fijarse en aquella que ha de ser su esposa? El amor no es un juego, con el amor no hay que jugar.
No era mi amor aquel amor de niño, tímido, vago, ensoñador, que me inspiró Matilde, cariño melancólico, nacido en un juego, alimentado por las predilecciones de una chiquilla graciosa y admirada, y breve y fugitivo en sus anhelos, dulce amor que dulcificó la vida del pobre estudiante, pálido fulgor de la aurora juvenil que inundó de reflejos primaverales los claustros solitarios de un colegio sombrío, amor que no conseguí arrancar de mi alma en muchos años, que aun suele estremecer mi corazón, porque ni atrevidos devaneos, lograron aniquilarle en mí.
Y cuando con más calor hablaba Andresito de sus tormentos amorosos, la niña le interrumpió, diciéndole con su tonillo bromista, como quien accede a tomar parte en un juego:.
El infeliz joven, poco avezado a los azares del juego, e incapaz de ocultar las terribles impresiones de la ruina, sintió ganas de llorar en plena Bolsa, ante los corredores y los alcistas , que sonreían con un gozo feroz viendo la agonía de sus contrincantes.
¡ gracia! ¡idolatrando!, ¡ja, ja!repitió la otra, y devolvía la palabra como se devuelve una pelota en el juego.
Verdad que entre col y col le soltaba ciertas frescuras, pero esto era muy estudiado para que Maxi no viera el juego.
Tenía el cuerpo esbelto, las manos ásperas del trabajo y el agua fría, la cara diablesca, con unos ojos reventones de que sacaba mucho partido para hacer reír a la gente, la boca hocicuda y graciosa, con un juego de labios y unos dientes blanquísimos que eran como de encargo para producir las muecas más extravagantes.
Como mis padres no me permitían más compañía que la de otros muchachones tan ñoños como yo, no sabía ninguna suerte de travesuras, ni habia visto a una mujer más que por el forro, ni entendía de ningún juego, ni podía hablar de nada que fuera mundano y corriente.
No era la bebida, no era el amor, ni el juego ni el lujo, era la conversación.
Baldomero, que deseaba echar aquella noche una partida de mus, el juego clásico y tradicional de los comerciantes de Madrid, esperó a que entrase Pepe Samaniego, que era maestro consumado, para armar la partida.
El juego y las mujeres cautivaban de tal modo el corazón de Manuel María José, que habría dado en tierra con toda su fortuna, si más pronto que él para derrocharla no estuviera la muerte para llevárselo a él.
Juan se regocijaban en el balcón, llamando a Nicolasito Hernández con el apodo que tanto le hacía rabiar, y acercándose con toda cautela a uno de los costureros que en la sala había, colocó dentro de él media onza que le quedaba del juego.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba