Ejemplos con juana

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Juana, por el contrario, se había hecho insufrible.
Juana alcanzaba el cielo con las manos al contemplar los destrozos causados por el perro ladrón.
Disponíase a responder Simón a Juana desde la puerta, contra la cual estaba recostado, mirando a la calle, cuando salió botando, de hacia la cocina, un perrazo de áspero y sucio pelaje, con una morcilla chorreando caldo entre los dientes.
¿Que te pegó Cristina la del Cojo, hija mía?dijo Juana, único intérprete capaz de traducir al castellano aquellas palabras, dichas por la media lengua de la inocente.
¿Qué tienes, hija del alma?le preguntó Juana entre iracunda y alarmada.
¡Amén!dijo Juana en un arranque de despecho, mientras salía de la tienda el santo varón.
Y como había leído muy claro en la última mirada de Juana a su marido, comprendiendo que estaba allí de más, concluyó con estas palabras:.
Volvió a mirar Simón a su mujer, como preguntándola: ¿qué te parece de esto? , pero con tal mirada y tal semblante le contestó Juana, que, no pudiendo aquél resistirla sereno, volvió sus ojos al señor cura, y le dijo por decir algo:.
Por otra parte, Juana, como no ha nacido en este pueblo, no le tiene gran ley que digamos.
Al sentir esta estocada al pecho, Simón miró a Juana, Juana miró a Simón, y el señor cura, mirando al uno y a la otra, adivinó lo que, al cabo de un rato y después de sonreír y vacilar mucho, contestó Simón en estas palabras:.
Mi mujer, que quiera que no, tomará el que usted le déañadió Simón mirando con firmeza a Juana.
Pues quedaos con Diosdijo el señor cura, que ya conocía el humor de Juana, disponiéndose a salir de la tienda.
Que no le importa un rábano a nadie de fuera de esta casasaltó Juana con acento brusco, temiendo que la intrusión de un tercero pudiera torcer la marcha de aquel asunto que tan a su gusto caminaba.
Y de este modocontinuó Juana, explotando aquella favorable actitud de su maridopodríamos enseñar algo a la niña para el día de mañana, si la suerte quiere favorecerla con un buen acomodo.
Añadió:¿Y la otra, la Juana, su mujer? Me parecía algo, vaya, algo así una tarasca.
Por eso se celebró el acontecimiento como uno de los de más transcendencia, por aquellos sencillos habitantes, y fueron los tenderos, durante algunos días, el objeto de la admiración de todos sus convecinos, admiración que recibieron los admirados con toda la dignidad del caso: Simón, con los brazos remangados hasta el codo, de pie, y con el índice y el pulgar de cada mano apoyados sobre el mostrador, Juana, sentada detrás de éste, con el hocico plegado y los párpados muy caídos.
Distribuyóse todo convenientemente entre el mostrador y la anaquelería, sentóse Juana detrás del primero, muy grave y emperejilada, colocó Simón sobre la puerta principal, y mirando a la plaza, un letrero verde en campo rojo, que decía:.
Aceptó Juana la pretensión de buen grado, y se celebró en su día la boda, con la posible solemnidad, y como Simón, huérfano de padres años hacía, y sin pizca de parentela en el mundo, poseía en su pueblo, por herencia, una casuca con su poco de balcón a la plaza, trasladóse a ella el flamante matrimonio.
Era Juana, que así se llamaba la moza, más que regularmente vana por naturaleza, a la cual debía algunos favores, no muchos en verdad, pero desde los cuatro mil de la herencia, fué cosa de no podérsela aguantar.
Quedamos, pues, en que la Juana y la niña van muy bien, aunque pudieran ir mejor, y Belarmino no puede ir mejor, aunque no oiga misa.
Pero si la Juana se ha orientado por el camino de perfección, y comienza a ejercitarse en la paciencia y otras virtudes, débese, ante todo, a una circunstancia en apariencia insignificante y en rigor importantísima, la cual ustedes han procurado, que no yo.
¿Y le sigue armando caramillos la Juana a Belarmino?inquirió doña Basilisa.
Si los señores, tan generosos siempre, decidiesen darle educación, enviarla a un colegio y hacer ver a Juana que se interesan por la niña, no sería extraño que esta mujer, en parte por egoísmo, en parte por vanagloria, cambiase de sentimientos y concluyese muy pronto por alardear de tener una hija que va para señorita.
Que la Juana no ve con buenos ojos a la muchacha, se cae de su peso.
El furor de Juana contra Belarmino, siempre que se irritaba, y el motivo que la hacía irritarse tan a menudo, derivábanse de la existencia de esa niña.
Pero la Juana es obstinada y de cortas entendederas.
La Juana, por el momento, no soltó prenda, pero ya casada, y así que sacó el genio, declaró que no se dejaba engañar por Belarmino, y que Angustias era una hija de tapadillo.
Esa paternidad putativa y seudomaternidad de Belarmino ocurrió un año antes de casarse con la Juana.
La Juana, por orden nuestra, no aparece por el zaquizamí de la portería, se está en la habitación que les dieron ustedes de vivienda, y cuando no, de paseo por la calle o de novena en alguna iglesia.

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