Ejemplos con joyeles

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Para aquellos exigentes catadores de Belleza, un libro, aunque en sus partes secundarias se emplease con tiento el troquel, debía estar escrito a mano, aforrado en telas ricas y sellado con joyeles a guisa de broches.
Pero de los rescates con estas gentes cobrizas, pródigas en relatos portentosos y míseras en realidades, sólo traían los navegantes algunas perlas deformes mal perforadas o vistosos , joyeles de oro bajo labrados en sutiles hojas.
Contestó Ibraim que había visto sacar, ya de estuches primorosos, ya de envoltorios de papel, cosas lindísimas: un retrato de militar, joyeles de diamantes, hilos de perlas, y un abanico que los presentes alabaron como la mejor y más rara pieza que había en el mundo, tanto por su antigüedad como por su belleza.
Así es que, un día, al volver de una de sus excursiones, trayendo por cierto a Berenice joyeles espléndidos, y mientras ella, agradecida, le rogaba que se sentase a comer y se preparaba a servirle el aguamanos y a lavarle los pies con la húmeda toalla, insistió el marido:.
-Güenos días -exclamó en aquel momento Joseíto deteniéndose al pie de la ventana, echado hacia atrás el amplísimo sombrero de palmas, y llevando en la mano un puñado de flores que brillaban al sol como riquísimos joyeles.
Los cipreses, plateándose por los extremos de las ramas, relucían como joyeles, airones eran cuando los sacudía el aire.
Los caballeros lucían placas, cruces, joyeles y cintillos de brillantes y piedras preciosas, sobre vestidos de terciopelo o paño tamenete.
Semidesnuda bajo imprevistos joyeles que la imaginación y el arte de Fontaura creaba, apenas velada por sutiles estofas que unas pinceladas convertían en portentoso velo de Cachemira o peregrina seda de Smirna, entregose a Satanás o danzó ante Herodes, desfiló por el desierto sobre un tapiz de Oriente en el fulgor de sus collares, fue apasionada, atrabiliaria y trágica.
Prodigiosos brocados, de superba magnificencia medioeval, joyeles de asiática suntuosidad, preseas y atavíos dignos de una Teodora de ensueño, trazaron el cuadro y moldearon la estatua.

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