Ejemplos con jovial

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Bleyl describió a una de tales modelos, Isabella, una chica de quince años del vecindario, como muy vivaz, bellamente constituida, jovial individuo, sin ninguna deformación causada por la estúpida moda del corsé y completamente adecuada para nuestras demandas artísticas, especialmente en la condición floreciente de sus juveniles brotes.
Su carácter jovial se reflejaba en su juego defensivo y con el bate era una amenaza constante para cualquier pitcher.
un gran muchacho, encendido, masivo-llevado a hombros con una gran barba roja y una muleta fue mutilado, jovial, asombrosamente inteligente, y con una risa que rodaba como la música, tenía un inimaginable fuego y vitalidad, él barrió uno de sus pies .
Pequeño hombrecito, regordete y jovial, siempre pícaro, atractivo, astuto, sencillo y juguetón.
Luego están las profesoras, como Mademoiselle, la profesora de francés, objeto de todas las bromas de las niñas, con un genio de mil demonios pero jovial y alegre.
En los tres campos brilló, supo ser innovador, fiel a su ideario humanista hasta el fin, y un hombre jovial y generoso con visión penetrante de la realidad, sus bellezas y sus injusticias.
Sin embargo, decide que debe ganar su amor, ya que tenía competencia con otro anciano jovial del Asilo, el dueño de una camioneta.
De trato fácil y carácter jovial, enseguida hizo buenas migas con el personal de la estación, y aunque había ciertos piques entre el Escuadrón Zeta y el resto de los pilotos de starfuries, Keffer no entraba en esas disputas.
De esta manera plasma un ambiente animado y jovial.
How? releva las preguntas realizadas por el músico durante los cambios producidos en el tiempo que duró la terapia, mientras Oh My Love comunica el Lennon jovial y maduro, resultado de la misma terapia.
Tienen mucha vitalidad por lo que bien cuidados retienen su juventud y ese espíritu jovial hasta su vejez.
Para la segunda mitad del episodio, Luann fue re-diseñada para parecer más jovial y se la dibujó con una vestimenta totalmente renovada.
Persona jovial, alegre y muy popular en su barrio, en sus ratos libres acostumbraba a jugar dominó con sus vecinos.
A la comicidad de la película contribuye en mucho la jovial personalidad de los entonces jóvenes Fernando Luján, Angélica María y la experiencia de los ya para entonces experimentados Sofia Alvarez, David Reynoso, Pancho Córdova, Nathanael León, Frankenstein y Ana Luisa Peluffo.
¡Famoso capitán! Desde que estaba en , todos parecían pendientes de sus mandatos, admirándolo como un personaje poderoso y jovial.
Las preocupaciones y peligros de estas empresas no se traslucían nunca en su rostro jovial y sus ademanes generosos.
El rubicundo y jovial Colignon perseveraba fiel en el afecto a Belarmino, y el zapatero le correspondía cordialmente.
¿Quién había de achacar a Sol tanta mudanza, a Sol cuya pacífica belleza en el campo se completaba y esparcía, pues era como si la vertiese en torno suyo, y por donde ella anduviese fueran, como sus sombras, la fuerza y la energía? ¿A Sol, que sobre todos levantaba sus ojos limpios, grandes y sencillos, sin que en alguno se detuviesen más que en otro, con Lucía, siempre tierna, para Ana, una hermanita, con Pedro, jovial y buena, con Juan, como agradecida y respetuosa? Pero ese era su pecado: sus ojos grandes, limpios y sencillos, que cada vez que se levantaban, ya sobre Juan, ya sobre otros donde Juan pudiese verlos, se entraban como garfios envenenados por el corazón celoso de Lucía, y aquella hermosura suya, serena y decorosa, que sin encanto no se podía ver, como la de una noche clara.
Su misión no se podía realizar si no a costa de sangre y de lágrimas, y un hombre que tenía en el corazón tan abundante piedad para todos los hombres, condenado a realizar obra semejante, no podía ser jovial, no podía abundar en él la alegría.
Fino, afable, cortés, jovial, sin llanezas ni bromas de mal gusto, de fácil palabra y amena conversación, el P.
A pesar del estado de mi ánimo y del abatimiento de mi espíritu, cuando tejía con ella la red de viva plática, recobraba yo mi buen humor de otro tiempo, y me volvía alegre y jovial, y me olvidaba de esas enervantes melancolías que han sido, y acaso todavía lo son, nota sombría de mi carácter, de este carácter mío soñador y lánguido, dado a la pereza y al fantaseo, al delirio vago y a la meditación sin objeto.
Por fin se permitió algún concepto jovial.
Nicolás Rubín y aquel pasmarote tan grande y tan jovial se abrazaron y se saludaron tuteándose.
Baldomero, tan bondadoso y jovial, siempre con su cara de Pascua, vestido de finísimo paño negro y tan limpio y sonrosado, no podía menos de pensar en los nietos que aquel señor debía tener para que hubiera lógica en el mundo, y decía para sí: ¡Qué abuelito se están perdiendo!.
En medio de la jovial algazara que estas bromas producían, salió Guillermina, esparciendo sobre todos una sonrisa inefable que parecía una bendición.
El Delfín, que fue desmejoradillo, no tardó en reponerse, recobrando su buen color, su palabra jovial y la plenitud de sus carnes.
Cumplidos los quince años, era Barbarita una chica bonitísima, torneadita, fresca y sonrosada, de carácter jovial, inquieto y un tanto burlón.
No era su carácter muy jovial, propendiendo a una especie de morosidad soñadora y mórbida, como la de las doncellas anémicas, pero en aquel punto respiraba con tal desahogo por haber encontrado una solución, que sus manos temblaban, deshaciendo con alegre presteza el embutido de calcetines y ropa blanca y dando amable libertad al canal y manteo.
Verdad es que el señor don Nemesio Angulo, eclesiástico en extremo cortesano y afable, antiguo amigo y tertuliano de don Manuel y autor de la dicha de los cónyuges, a quienes acababa de bendecir, intentó soltar dos o tres cosillas festivas, en tono decentemente jovial, para animar un poco la asamblea, pero sus esfuerzos se estrellaron contra la seriedad de los concurrentes.
Mientras la madre atesoraba, don Gabriel educaba al sobrino a su imagen y semejanza, llevándolo consigo a ferias, cazatas, francachelas rústicas, y acaso distracciones menos inocentes, y enseñándole, como decían allí, a cazar la perdiz blanca, y el chico adoraba en aquel tío jovial, vigoroso y resuelto, diestro en los ejercicios corporales, groseramente chistoso, como todos los de la Lage, en las sobremesas: especie de señor feudal acatado en el país, que enseñaba prácticamente al heredero de los Ulloas el desprecio de la humanidad y el abuso de la fuerza.

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