Ejemplos con jovencito

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El caso es que Roque tuvo varios hijos, entre ellos Roquito -el que hace tiempo se encuentra prisionero y del que no se sabe suerte-, y Juan José, que jovencito y delgado como es fue guerrillero, herido y capturado y torturado.
El jefe improvizado del bando rojo era el jovencito León de Greiff.
Pero sin duda, el papel que le lanzó al estrellata sería el del la sexy Inga, asistente del doctor Frankenstein en El jovencito Frankenstein, Después llegarían Oh, God!, Encuentros en la tercera Fase, El corcel negro y Mr.
La esgrima fue una de sus pasiones desde jovencito.
En aquella casa se reunían varios conquistadores donde en las sobremesas de sus jornadas festivas, cada uno relataba sus experiencias conquistadoras, el jovencito inca Garcilaso escuchaba con placer aquellos relatos e iba armando en su mente el deseo de escribirlos cuando fuera mayor.
Y señalaba un jovencito moreno, subido de color, sentado entre los adoradores de Nélida.
Baje, jovencito, baje y descanse, que está entre amigos.
El peligro era el hombre americano, el jovencito simpático y moreno, arrogante unas veces, como macho dominador, dulzón otras, con una suavidad de manteca, gran bailarín, que conquistaba a las mujeres meciéndolas en sus brazos al compás del tango, generoso y manirroto hasta el deslumbramiento en las primeras semanas de la iniciación, hábil después para recobrar lo suyo y llevarse algo más si era posible, con pretexto de pérdidas en el juego.
Era un jovencito de aspecto miserable, con los hábitos raídos, un cura de monjas de uno de los innumerables conventos de Toledo.
Tenía un hijo único, muy jovencito, de no mucho entendimiento, que por culpa de malas compañías, de tacañería, descuido y desamor de su padre comenzó a malearse, contrajo deudas y firmó un pagaré de cuatro mil reales.
Quizás tú la conozcas, el autor es un jovencito de Chiclana que andaba contigo y con Miguel de los Santos.
No se le ocultaba al mísero que Rosa le despreciaba más a medida que iba gustando el trato del jovencito madrileño.
Estoy decidido A mí me encanta la familia Después de trabajar tantos años lejos de su pueblo, necesita uno descanso No se puede vivir tranquilamente sino casado rodeado de la familia cuidando de sus intereses Yo los tengo muy descuidados, bien lo sabes A mí me roba cualquiera, y es porque no tengo ningún apego al dinero ¿Para qué lo he de tener? Si fuese casado, ya sería otra cosa, miraría más por él y cuidaría de no soltarlo como lo suelto Tomás, tú bien sabes que puedo casarme con una señorita Aunque no soy un jovencito, a ninguna de la villa le diría que no me dijese Hoy, entre las muchachas, oros son triunfos Pero yo soy muy considerado A mí me tira mucho la familia y eso de que mañana, u otro día, si el marqués os echa de la casería, tengan tus hijas que ir a servir a un amo, me duele mucho Puedes creerlo.
Tiene usted razón, hijo y dichoso mil veces el que como usted, así, tan jovencito, llega a posesionarse de esa idea y a hacerla efectiva en la vida real.
Unas veces viene un mozo de cordel a traerle cartas, otros días baja ella y, ahí arriba, en los soportales de la calle Imperial, está la cubería, se ponen a hablar: él no es jovencito, es un ya formal, ¿entiende Vd.
-Sí, cuando a Rosario le dan estos accesos de melancolía, ese jovencito es el único que la distrae.
¿Conoces aquí a un jovencito que se llama Alfonso Núñez, y a otro que se llama Roberto, conocido generalmente por el Doctrino?.
que ese jovencito que hace versos y vive en ese gabinete, está muy fino contigo, y te está cortejando.
Colmada de regalos y despedida al fin, Cecilia, pasaba por el zaguán en vuelta de la calle, a sazón que bajaba de los altos un jovencito en traje veraniego, es decir, de chupa y pantalón de Arabia quien apenas la vio, la reconoció y le dijo desde lo alto:.
Abu-Nowas se echó a reír, y contestó: ¿Cómo quieres, ¡oh padre de blancuras! que me mueva de aquí, si me retiene como rehén un jovencito amigo mío? El eunuco preguntó: ¿Dónde está y quién es? Y le contestó el otro: Es menudo, imberbe y lindo.
Habiéndose presentado en Olimpia, quiso competir con Cimón en banquetes, en tiendas y en todo lo que era brillantez y aparato, mas los Griegos no se lo llevaron a bien, porque a éste, todavía jovencito y de una casa distinguida, creían que aquello podía tolerársele, mas a aquel, que no era conocido por su linaje, y que les parecía se iba elevando más de lo que a su mérito y facultades correspondía, teníanselo a vanagloria.
Acerca de la belleza de Alcibíades no hay más que decir sino que, floreciendo la de su semblante en toda edad y tiempo, de niño, de jovencito y de varón, le hizo siempre amable y gracioso, pues lo que dijo Eurípides, que en todos los que son hermosos es también hermoso el otoño, no es así, y sólo en Alcibíades y otros pocos se verificó por la finura y buena conformación de su rostro.
Otro maestro le dijo que tenía un Homero enmendado por él, y entonces le repuso: “¿Cómo enseñas las primeras letras? Siendo capaz de enmendar a Homero, ¿por qué no educas a los jóvenes?” Quiso en una ocasión visitar a Pericles y llamó a su puerta, mas se le informó que no se hallaba desocupado, sino que estaba viendo cómo dar cuentas a los Atenienses, y entonces se retiró diciendo: “¿Pues no sería mejor ocuparse en ver cómo no darlas?” Siendo todavía muy jovencito, militó en el ejército enviado contra Potidea, en el cual tuvo a Sócrates por compañero de tienda, y en los combates peleó a su lado.
Militó por la primera vez siendo todavía jovencito, cuando Tarquino, el rey de Roma, desposeído ya del trono, después de muchas batallas y derrotas echó, se puede decir, el resto, y vinieron en su auxilio, haciendo causa común contra Roma los más de los Latinos y muchos de los pueblos de Italia, no menos en obsequio de aquel, que por envidia y deseo de contener los progresos de la grandeza romana.
Mas teniendo al fin que partir, tomó en la habitación de las mujeres a su hijo, que todavía era muy jovencito, y en la belleza y robustez sobresalía entre los de su edad, y le entregó a Pelópidas, para que si llegasen a entender de él algún engaño o traición le trataran como a enemigo sin conmiseración alguna.
Amaba éste a un jovencito de tierna edad, y entre las caricias que le prodigaba le descubrió la conspiración, encargándole que no hiciera caso de los demás amadores y sólo se aficionase a él, que dentro de breves días ocuparía un gran puesto.
Siendo todavía muy jovencito, militando a las órdenes de su padre, que hacía la guerra a Cina, tuvo a un tal Lucio Terencio por amigo y camarada.
Tolomeo era muy jovencito, y Potino, que era el árbitro de los negocios, juntó en consejo a los de mayor autoridad, que la tenían los que él quería, y les mandó dijera cada uno su dictamen.
” En otra ocasión había pasado muchos días en francachelas, y dando por excusa que una fluxión era la que le impedido verle, “Lo sé- respondió Antígono-, ¿pero esa fluxión era del de Taso, o del de Quio?” Habiendo sabido otra vez que se hallaba enfermo, fue a verle, y en la puerta se encontró con un jovencito muy lindo.
Jovencito, señorito.

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