Ejemplos con irritaban

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Aresti se había impuesto la prudencia, adivinando las intenciones de sus enemigos, pero sentía agitarse su carácter batallador y rebelde ante el abogado, cuyas palabras le irritaban.
El decaimiento moral de Sánchez Morueta, la abdicación de su voluntad, irritaban al marino.
Y así fue dirigiendo a todos graciosas pullas, si bien ellos no se irritaban por esto, gracias al respeto que le tenían.
Espiaba mis pasos, vigilaba todas mis acciones, intervenía mis cartas, veía fantasmas en torno mío, mi gusto excesivo de los placeres sociales, mi cháchara, mis alardes de libertad, le irritaban más, y ya no fue sólo grosero, sino brutal y el más fastidioso tirano que imaginarse puede.
Estas predilecciones irritaban a don Juan, que había sentido un afecto fraternal por su primer cuñado, trabajador infatigable como él y amigo del ahorro.
La criada intentó tranquilizarla, pero los consuelos verbales la irritaban más.
Trató de vencer aquel afán, pero contra este enemigo terrible eran débiles las armas de la razón, que hiriéndole sin matarle, le irritaban más.
Y más se confundían los dos cuanto más se irritaban, y crecía su cólera a medida que aumentaba su aturdimiento, hasta que Requejo, recogiendo sus luminosas ideas en rápida meditación, dijo:.
Cuando la vi en la escena final quise contenerme, pero sus miradas, su acento, me irritaban cada vez más, y sentí en mí una crueldad, una ferocidad que nunca había conocido.
Las mujeres que hablaban de amor me irritaban: parecíanme los profanadores del templo que iban a vender a él sus mercancías.
No estaba él para templar gaitas: los nervios le eran antipáticos, estas penas sin causa conocida no le inspiraban compasión, le irritaban, le parecían mimos de enfermo, él quería mucho a su mujer, pero a los nervios los aborrecía.
Era yo de tal condición entonces, que estas precauciones me irritaban y repugnaban, dando por hecho que lo noble de mis propósitos se leía en mi cara, y que todos, por mi nobleza, serían nobles conmigo también.
Envidiábale al otro la violencia, le irritaban sus verdades gruesas e indiscutibles, y hubiera deseado contradecirlo, al tiempo que se decía:.
Si los comerciantes se irritaban, él les gritaba que no quería ser engañado, que bien sabía que ellos eran unos ladrones, pero que se equivocaban si le tomaban por tonto porque era tan sencillo.
Exasperado por otra parte con la animosidad de sus adversarios, así que se vio de nuevo en la cumbre de la grandeza, restituido a sus honores y autoridad, hizo sangrientos estragos con el deseo ardiente de vengarse, a guisa de fiera que agarrochean en la leonera, y después la sueltan contra aquellos mismos que antes la irritaban befándola y escarneciéndola.
El tono, el aire de su protectora, así como los trabajos que les imponía, la irritaban tanto, que renunció al arrimo de la casa y despidiose un día para no volver más.
Enviaron, pues, la colonia, precisando a salir con graves penas a los sorteados, y por lo que hace a la milicia, como enteramente se negasen a ella, Marcio juntó sus clientes y otros a quienes pudo persuadir, recorrió todo el país de los de Ancio, y habiendo encontrado mucho grano, y hecho gran botín de ganados y esclavos, nada tomó para sí, y volvió a Roma con sus soldados, que traían y conducían mucha hacienda: de manera que los demás, pesarosos ya y envidiosos de los que se habían enriquecido, se irritaban con Marcio y miraban con malos ojos su gloria y su poder, como que crecían en daño de la plebe.
El Magistral hubiera querido poder despreciar tantos disparates, tales absurdos, pero a su pesar le irritaban.
Los verdugos se irritaban contra la propia torpeza, no acababan de clavar los pies.
Cuando lo meditaban seriamente los vecinos de la inmortal villa, se indignaban contra las ruinas y juraban decírselas frescas cuando se presentase la ocasión, porque así como así, aun cuando las ruinas no pedían un miserable ochavo a los ricos del pueblo, se irritaban de ver al uno sin querer aceptar nada de nadie, mientras todos sabían que andaba con el vientre flojo como pellejo vacío, a la otra haciéndose todavía la gran señora, cuando ya ni restos le quedaban de sus antiguos fueros, y al buen don Braulio queriendo derrochar todavía los bienes del prójimo, cuando no tenía en dónde caerse muerto.

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