Ejemplos con irresistible

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Esta circunstancia era la que más fuerza y realce le daba como muñidor incomparable e irresistible.
Podía ver y oír de cerca a aquellos hombres que sabían pronunciar discursos como los que él había leído tantas veces en las reseñas de las sesiones, discursos llenos de substancia y elocuencia, discursos que le revelaban oradores de majestuosa apostura y de irresistible autoridad, hasta en el menor de sus ademanes.
Al otro día no tuvo valor para hojear los periódicos de oposición, pero una fuerza irresistible le hizo fijarse en.
Seas Belarmino, seas su cuerpo astralprosigue Apolonio, en expansión irresistible de amor propio vejado, te advierto que es verdad que padezco del estómago, que el agua de Vichy que siempre he bebido era agua de Vichy auténtica, que ahora no venía a llenar de agua la botella, sino a lavarla, porque la necesito para meter agua de Colonia, ya que debo emprender en seguida un largo viaje.
No le inspiraba miedo el con su gesto de inquisidor incapaz de razonamientos, quería convencerle, sentía el ardor, el impulso irresistible de sus tiempos de proselitismo, y hablaba sin recatar sus pensamientos, sin buscarles ningún disfraz por consideración al ambiente que le rodeaba.
Parecía temer que Gabriel leyera en su pensamiento, con la superioridad irresistible que desde mozo había tenido sobre él.
Quien salta esta barrera, no por vicio, sino por pasión irresistible, porque no puede vencer el impulso de crear una familia y tener una compañera, ése falta indudablemente a las leyes de la Iglesia, pero no desobedece a Dios.
Calló largo rato el prelado, pero en su irresistible afán de confesarse con la sencilla mujer, continuó:.
Después las lecturas belicosas de una poesía irresistible: Bonaparte, con su banderita, pasando el puente de Arcole entre las nubes de metralla, grande como un dios, luego, nuestros generales de ir por casa: Espartero en Luchana, O’Donnell en África, y sobre todos, Prim, el caudillo casi legendario, guiando con su sable los batallones en Castillejos: Yo quiero ser lo mismodicen los muchachos, adonde llega un hombre, bien puede alcanzar otro.
El irresistible encanto que el hombre de guerra ejerce sobre el débil sentíalo el seminarista ante el cardenal Albornoz, aumentándose aún con la consideración de que tanta bravura y altivez se habían juntado en un servidor de la Iglesia.
Parece que soy un hombre temible, más temible que los desesperados que arrojan bombas, porque hablo, porque llevo en mí una fuerza irresistible que me hace propagar la Verdad apenas me veo en presencia de dos desgraciados.
Arrastrada por la violencia irresistible de su afecto, veía a solas a su amigo, y luego lloraba como la Magdalena, rezaba, abominaba de sí misma como si se creyese el ser más abyecto y vil, y desesperaba hasta de que Dios la perdonase.
Por un impulso irresistible, hondamente conmovida, casi sin darse cuenta, sin reflexionar y sin vacilar también, como no vacila ni reflexiona lo que se mueve impulsado por una fuerza fatal, doña Luz acercó suavemente el rostro al del Padre, y puso los labios en su frente macilenta, y luego en sus dormidos párpados, y luego en su boca, ya contraída, y los besó con devoción fervorosa, como quien besa reliquias.
Por esto, aunque a la perspicacia de doña Manolita no pudo ocultarse largo tiempo aquella inclinación irresistible de dos almas, doña Manolita no dejó nunca de hacer justicia a doña Luz, y reconoció y declaró, allá en el fondo de su pecho, que en el de su amiga no había la más leve intención de perturbar el ánimo del Padre ni de atraerle con coqueterías culpadas.
Ningún recelo empañaba la limpieza y seguridad de esta inclinación, si tranquila y serena, irresistible y declarada.
Fue un momento, un momento de vértigo nada más, pero en tan corto espacio creyó que la habitación danzaba como una peonza, que el techo descendía hasta apoyar en su cabeza su peso irresistible, vio obscuridad y luces a un mismo tiempo, experimentó frío y calor, sintió una bola extraña que se le atascaba en la garganta, y en un instante pasaron por su imaginación, como relámpagos lívidos, todas las escenas de novela que había leído, con sus terribles descubrimientos y sorpresas aplastantes.
En uno de los libros, al abrirle al acaso, tropezaron mis ojos con un nombre de mujer: ¡MATILDE! Así, entre dos admiraciones, como un grito de alegría, como la expresión de la más dulce esperanza, como la confesión de un afecto sofocado en el pecho, que un día se nos escapa irresistible y delata ante la malicia estudiantil, ante la cruel y dura indiscreción de los condiscípulos, que una mujer de ese nombre tiene en nuestro corazón un altar, donde recibe culto y homenajes, donde sólo ella reina, señora de todo afecto puro, dueño de todos los pensamientos, soberana de nuestro albedrío.
De mi madre heredé plácida dulzura para la debilidad, sumisión respetuosa para todo acto de justicia, tendencia irresistible para compadecerme del ajeno dolor, y cierta delicadeza femenil que me ha causado muchas amarguras.
¿Su belleza, su elegancia, su discreción, el fraternal afecto con que me distinguía? Acaso todo esto, y algo más, de lo cual no me daba yo cuenta, y que era poderoso, irresistible, secreto impulso contra el cual no podía yo luchar.
Pero no se me ocultó que aquella alegría que embargaba mi ánimo al ver a Gabriela, al estar a su lado, al conversar con ella, en la mesa o en la sala, y la tristeza que se apoderaba de mi espíritu cuando me veía lejos de la encantadora señorita eran indicios de que en mi pecho se encendía irresistible amor.
El comerciante era irresistible cuando se lanzaba a hablar del prójimo.
La gitanería femenina le adoraba como un ídolo, pensando en sus conquistas de señoritas, y éstas mirábanle como un ser extraordinario, como un Don Juan irresistible, recordando ciertas historias de cantadoras flamencas que, por sus desdenes, se habían tragado cajas de fósforos, y de hermosas carniceras que abandonaban al marido para seguir a un mozo tan adorable.
Apenas se formaba en la cocina una tertulia de criadas, allí estaba él, como arrastrado por irresistible seducción.
De lo más hondo de su naturaleza salía un bramido que le pedía ¡carne, carne, carne! Era una voz, un prurito irresistible, una imperiosa necesidad orgánica, como la que sienten los borrachos cuando están privados del fuego y de la picazón del alcohol.
Mauricia le infundía miedo y al propio tiempo una simpatía irresistible y misteriosa, cual si le sugiriera la idea de cosas reprobables y al mismo tiempo gratas a su corazón.
¡Qué cosas pasan! De improviso, obedeciendo a un movimiento irresistible, casi puramente mecánico y fatal, Fortunata se levantó y saliendo de la sala, se acercó a la puerta.
¿Pero esto podría ser? Las ansias amorosas se cruzaban en su espíritu con temores vagos, y al fin venía a considerarse la persona más desgraciada del mundo, no por culpa suya, sino por disposición superior, por aquella mecánica espiritual que la empujaba de un modo irresistible.
Le temblaban mucho las manos, y de rato en rato le daban como ataques de asfixia, siendo su respiración muy difícil, y quejándose de irresistible calor.
Nunca le había sido tan grata la persona de su tía como aquella noche, y se sintió atraído hacia ella por fuerza irresistible.
Hallábase en el disparadero de la violencia, y un ímpetu irresistible le empujaba, lanzándole contra su interlocutora.

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