Ejemplos con instituto
Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.
El instituto se encuentra en dicho edificio desde la época de la última dictadura, dado que presentó problemas edilicios desde su creación.
El Instituto Superior del Profesorado Dr.
De acuerdo con estudios recientes efectuados por investigadores del Instituto de Investigaciones Espaciales Danés, en Copenhagen, la causa principal en las oscilaciones del número de rayos cósmicos recibidos en la Tierra se debería a las variaciones en el flujo de viento solar emitido, ya que este actúa como un escudo protector frente a los primeros.
Fue director de la carrera de Meteorología en el Instituto Politécnico Nacional.
Estudió la carrera de Física en la UNAM y trabajó en el Instituto de Investigaciones Forestales y en el Centro de Ciencias de la Atmósfera.
Instituto Valenciano de la Edificación, Generalitat Valenciana.
Esta salida con las andas fúnebres se realizó desde el Instituto Politécnico Alhamilla.
Graduada en diseño de modas del Instituto Marangoni de Milán, Italia.
Aquel suceso tuvo un historiador como no se conoce otro en el mundo, el padre Garau, santo jesuita, pozo de ciencia teológica, rector del Seminario de Monte-Sión, donde ahora está el Instituto, autor del libro , un monumento literario que no vendo por todo el dinero del mundo.
Necesitaba hacer lo mismo que los otros muchachos de su edad a los que había tratado en las aulas del Instituto.
Y ¿dónde me deja usted el descubrimiento del Nuevo Mundo? Aparte que, si no recuerdo mal, cuando estudié en el Instituto, el profesor de Historia nos decía que no sé cuál emperador romano había adoptado para el ejército el calzado que usaban los españoles.
Enviaron a mi padre al Instituto, en donde estudió dos años, y, consecutivamente, obtuvo dos tandas de suspensos en las mismas asignaturas.
¡Perder las pescas del invierno, las mañanas frías de sol, el espectáculo de los grandes temporales, por el fútil motivo de que el Instituto había comenzado sus cursos y él debía estudiar el bachillerato!.
Ulises, que terminaba su bachillerato, asistía al mismo tiempo en el Instituto a los cursos de pilotaje.
Enseñaba retórica y latín en el Instituto de Manresa, y hablaba de ser trasladado algún día a Barcelona, término glorioso de una carrera ilustre.
Además, sentía satisfecha su conciencia al hacer de padre terrestre , preocupándose de su hijo, que empezaba a prepararse para ingresar en el Instituto, repasando sus libros, ayudándole en la comprensión de los textos.
Llegado don Pedro a la cumbre de su carrera gloriosa con la posesión de una cátedra en el Instituto de Barcelona, visitaba todas las tardes a Cinta, pasando hora y media en su salón con exactitud cronométrica.
Don Pedro pertenecía al grupo de aquellos señores del Instituto que pagaba el gobierno para que fastidiasen con sus explicaciones y sus exámenes a la juventud.
Verdad que a todas estas reformas le estimulaba la competencia desastrosa que le hacía Poca Ropa, el cual tenía su instituto en la calle del Reloj, al otro extremo de la villa.
¿De conocerla, cómo había de librarse, en estas ciudades nuestras en que todo el mundo se conoce? Aquella misma noche, y no fue Juan por cierto, Lucía, muy adulada por la directora del Instituto de la Merced, de donde había salido tres años antes, se vio en brazos de Sol, que la miraba llena de esperanza y ternura.
Y acaso si se hubiera sepultado allí y se hubiera malogrado el grande hombre, si Francisco Arazoza, un buen amigo de don Mariano, a espaldas de este, no le hubiera dado dinero para matricularse en el Instituto de Segunda Enseñanza, y lo hubiera alentado para que siguiera en sus estudios.
A su vez, Martí seguía sus estudios en el Instituto de Segunda Enseñanza.
Lo que, como un lirio de noche en una habitación oscura, tuvo en medio de todas estas agonías iluminada el alma de doña Andrea, y le aseguró en su creencia bondadosa en la nobleza de la especie humana, fue que, ya porque en realidad le apenase la suerte de la viuda, ya porque creyera que había de parecer mal, siendo como el don Manuel bien querido, y maestro como ella, que permitieran la salida de sus hijas del colegio por falta de paga, la directora del Instituto de la Merced, el más famoso y rico del país, hizo un día, en un hermoso coche, una visita, que fue muy sonada, a casa de doña Andrea, y allí le dijo magnánimamente, cosa que enseguida vociferó y celebró mucho la prensa, que las tres niñas recibirían en su colegio, si ella no lo mandaba de otro modo, toda su educación, como externas, sin gasto alguno.
¡Ya se sabía que en el Instituto de la Merced había una niña muy bella! que era Sol del Valle, ¡pero no se sabía que era tan bella! Y fue al piano, porque ella era la discípula querida del Instituto y ninguna como ella entendía aquella plegaria de Keleffy, ¡Oh, madre mía , y la tocó, trémula al principio, olvidada después en su música y por esto más bella, y cuando se levantó del piano, el rumor fue de asombro ante la hermosura de la niña, no ante el talento de la pianista, no común por otra parte, y Keleffy la miraba, como si con ella se fuese ya una parte de él, y, al verla andar, la concurrencia aplaudía, como si la música no hubiera cesado, o como si se sintiese favorecida por la visita de un ser de esferas superiores, u orgullosa de ser gente humana, cuando había entre los seres humanos tan grande hermosura.
Ya Sol ha acabado su colegio, pero para que mi obra no quede incompleta, voy a dejarla en él como profesora, y así ayudará a su madre a llevar los gastos de la casa, y le hemos tomado ya a doña Andrea una casita mejor, cerca del Instituto.
Y el gabarrero temblaba de emoción, saltándole las lágrimas, cuando le hablaban en la villa de su sobrino y de lo satisfechos que tenía a los señores del Instituto.
En aquella época, el futuro millonario iba todas las mañanas al instituto de Bilbao, a estudiar Náutica, pues su padre le quería marino, pero de los de altura, para navegar y comerciar en grande, a través de todos los mares, como él lo hacía en la ría.
Luna vio cómo en el Instituto los más montaraces rompían a culatazos los aparatos del gabinete de Física.
Desde luengos años era maestro de latinidad y retórica en el Instituto, cuya noble profesión dióle gran caudal de citas horacianas y de floridos tropos, que empleaba con gracia y oportunidad.