Ejemplos con inescrutables

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los estudios relacionados con las ciencias llegaron a mirarse con tal indiferencia que, así como Felipe III había encomendado a su confesor la presidencia de una junta solicitada por el general Conde de Villalonga para la reforma de la artillería, Felipe IV confió a una reunión de teólogos el proyecto de canalización del Manzanares y el Tajo, los cuales piadosos varones rechazaron la idea diciendo que, si Dios hubiera querido que ambos ríos fueran navegables, con un solo lo hubiese realizado, y que sería atentatorio a los derechos de la Providencia mejorar lo que ella, por motivos inescrutables, había querido que quedase imperfecto.
La Providencia, en sus designios inescrutables, con ocasión de mi culpa, ha puesto a mi hija en la alternativa o de sacrificarse o de ser falsaria y poseedora indigna de riquezas que no le pertenecen.
, que no acata los inescrutables designios de la Providencia.
No más dijo a esta sazón uno de los dos que parecían reyes: no más, cantor divino, que sería proceder en infinito representarnos ahora la muerte y las gracias de la sin par Altisidora, no muerta, como el mundo ignorante piensa, sino viva en las lenguas de la Fama, y en la pena que para volverla a la perdida luz ha de pasar Sancho Panza, que está presente, y así, ¡oh tú, Radamanto, que conmigo juzgas en las cavernas lóbregas de Lite!, pues sabes todo aquello que en los inescrutables hados está determinado acerca de volver en sí esta doncella, dilo y decláralo luego, porque no se nos dilate el bien que con su nueva vuelta esperamos.
¡Inescrutables misterios de la humanidad, que yo respeto y admiro!.
Los designios de Dios son inescrutables.
los humanos corazones estén tan sellados e inescrutables, Asegúroos que el mejor letor se.
Pero, en virtud de un silogismo, en forma de entimena, para abreviar, Eufemia se convencía cuantas veces era necesario, y era muy a menudo, de que Pánfilo era el hombre más amado de la tierra, y de que ella, Eufemia, era la mujer a quien el tal Pánfilo tenía sorbido el poco seso que Dios, en sus inescrutables designios, le había concedido.
-¡Los caminos del Señor son tan inescrutables! -contestó evasivamente el padre Torreblanca-.
Los designios de Dios son inescrutables: Primitiva viene de generaciones antiguas, que estuvieron en contacto con los focos humanos donde corrió la sangre del esclavo que levantó las Pirámides y los templos, la de los mártires que majaron el suelo africano, la de los árabes que hicieron una civilización de esplendor y de nobleza.
No hay duda de que los designios de Dios son inescrutables, pero también es insondable la falta de criterio.
Y puesto que la Providencia en sus inescrutables juicios ha permitido la revelación de ese arcano, doblad la frente al destino y resignaos.
-Nada hay oculto, exclamó, a los ojos de la Divina Justicia, los crímenes del hombre pueden permanecer ignorados durante un periodo más o menos largo, porque así entra en sus inescrutables juicios, pero llega un día en que un decreto supremo acerca el momento de las revelaciones, y la Providencia entonces, por un acto reparador de su justicia distributiva y sabia, pone en evidencia la realidad que ocultara ese velo temporal que disfrazó un tiempo la iniquidad del hombre.
-No haré tal, y toda vez que Dios en sus inescrutables designios ha puesto en mi mano un instrumento como vos, quiero y debo utilizar sus revelaciones.
En cuanto a la sociedad, iba arraigándose la idea de la desprotección, el oscuro temor de que cualquiera, por inocente que fuese, pudiese caer en aquella infinita caza de brujas, apoderándose de unos el miedo sobrecogedor y de otros una tendencia consciente o inconsciente a justificar el horror: «Por algo será», se murmuraba en voz baja, como queriendo así propiciar a los terribles e inescrutables dioses, mirando como apestados a los hijos o padres del desaparecido.
Quiso la suerte, o más bien quiso el cielo en sus inescrutables designios, que contra todas las probabilidades, contra todos los pronósticos de la ciencia, la vida de D.

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