Ejemplos con industrial

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Proseguía: En el establecimiento , del conocido industrial Claudio Martínez, hay quinientas pesetas, ¡quinientas pesetas!, a la disposición de quien demuestre que alguna de las cremas conocidas en el mercado no están compuestas conforme a ninguna de las fórmulas anteriores, y otras quinientas, ¡mil!, a quien pruebe que la no es distinta ni superior a las otras cremas.
Dos años rehusé los auxilios de mis padres, y, entrando en calidad de socio industrial en una gran empresa, dime a trabajar con ardor.
Estas coronas medioevales, que se repetían hasta en los remates de los reverberos, eran el eterno tema decorativo de una ciudad industrial poco dada a los ensueños y áspera para la ganancia.
Hablaban con unción de los millones heredados de sus padres, de sus formidables riquezas de origen industrial, que les habían permitido comprar un marido noble, entregándose luego a sus gustos de maritornes andariegas.
El tren dejó atrás los torreones gemelos de los altos hornos de fundición los castillos feudales de Sánchez Morueta según decía el doctor, que pregonaban la gloria industrial de su poderoso primo,y después de atravesar un túnel, avanzó por la ribera cruzando los descargaderos de mineral.
¡Para lo que servía la riqueza! Y revolvía sus ojos furiosos por los planos y modelos del despacho, como si maldijera del poderío industrial, haciéndolo responsable de su desgracia.
Los dos hombres iban con lento paso hacia la puerta de salida, en la penumbra del crepúsculo, a través de las líneas férreas, subiendo y bajando los terraplenes del inmenso establecimiento industrial.
El obrero industrial, habituado a sufrir en otras partes la tiranía de las sociedades anónimas, monstruos acéfalos de la industria, irritábase a cada momento contra el gran patrono de reciente formación.
Ningún poeta había dado una impresión de grandeza como la que se experimentaba ante aquel invento industrial.
Sanabre se entusiasmaba hablando del convertidor de Bessemer, el gran descubrimiento industrial que había abaratado el acero, enriqueciendo a Bilbao al mismo tiempo, pues exigía minerales sin fósforo, como los de las montañas vizcaínas.
Abajo, en la inmensa llanura de las fundiciones, surcada por vías férreas y cubierta de polvo de carbón, el médico detuvo a su guía, como si le interesase más hablar con él, que contemplar la riqueza industrial de su primo.
Acababa de terminar su carrera de ingeniero industrial en Barcelona, era pobre y necesitaba vivir, mantener a su madre y sus hermanas que subsistían de una mísera pensión del Estado.
Arriba, en lo más alto, estaban los , el cerebro que dirigía aquel establecimiento industrial, grande y populoso como una ciudad.
Pero el trabajo ¿veía recompensados igualmente sus esfuerzos? ¿No se encontraba hoy en el mismo estado de miseria que al iniciarse a principios del siglo XIX la gran revolución industrial?.
La jerarquía industrial no era como las dominaciones sacerdotales o guerreras del pasado, en las que se figuraba sin otro derecho que el nacimiento.
Cierto, que el trabajo, que era un auxiliar indispensable, sufría crisis y miserias, ¿pero por esto había que renegar del progreso, legítimo hijo del capitalismo industrial? La gran revolución moderna era obra de la religión del dinero, en la cual figuraba Sánchez Morueta como el más ferviente devoto.
Aresti admiraba esta grandeza industrial.
En aquel pedazo de ribera, robando a las aguas parte de su curso y hasta aprovechándose del subsuelo, la iniciativa industrial había escalonado tres grandes estaciones de ferrocarril: la de Portugalete, la de Santander y la de Madrid.
No, la España castiza, la España española, sin mezcla de extranjerismo, es la de los cristianos mezclados con árabes, moros y judíos, la de la tolerancia religiosa, la del engrandecimiento industrial y agrícola y los municipios libres, la que muere bajo los Reyes Católicos.
Llenaban el resto del inmenso salón los padres y madres de los niños, alternando la gran señora con la modesta comercianta, el grande de España con el industrial acomodado, alegres todos, satisfechos, mirándose entre sí y sonriendo amigos y desconocidos, como si el sentimiento de la paternidad, igualmente herido, acortase las distancias y estrechase las relaciones, despertando en todas las almas idéntica felicidad, la misma dicha, igual deseo de considerarse y abrazarse como hermanos.
Al salir los tres, asomaba un nuevo cliente, un hombre de chaqueta y gorra, industrial, que había abandonado un instante su taller para alcanzar una palabra del ídolo.
La industria de la seda iba arruinándose con la competencia que la hacían los franceses, uno tras otro se cerraban los talleres montados a la antigua que durante un siglo habían sostenido la supremacía industrial de Valencia, y don Manuel, que a pesar de su buen sentido comercial tenía empeño en mantener testarudamente la lucha con el exterior, sufrió grandes pérdidas y murió de un berrinche antes que la ruina viniese a coronar su desesperada resistencia.
Gracias a este pordioserismo de la industria librera, solo el periódico es el punto donde de cuando en cuando, y si lo permiten los extractos del Congreso o del Senado, las noticias del extranjero, de las provincias y de la capital, los anuncios, la bolsa y algún que otro comunicado, de esos que se pagan bien, es permitido hacer pinitos literarios a algún escritor de buen gusto, con cuyos trabajos tendría en Francia, Inglaterra o Alemania lo bastante para ser solicitado de editores por todo el resto de su vida, mientras el limón tuviera jugo, y éste produjera con el laboreo de la industria sendos capitales para el productor y el industrial.
¿Qué escritos han acogido los admirables poemas de Campoamor? ¿Cuáles las poesías del autor de este libro? Algún saludo amigable, apoyo más bien a la especulación industrial que reflejo de atención literaria, es todo el triunfo que puede prometerse el autor del mejor libro en estos prosaicos días.
Eran enemigos jurados de este industrial los de la vecindad, que bonitamente le robaban los juncos para sus juegos y diabluras.
Antonio Arregui, cuando tan bien le iba en su matrimonio, cuando tan contento se hallaba con su fábrica, adonde se le veia ir frecuentemente, acompañado de su mujer, de su hijo y de su suegra, cuando la llamada daba muestras de quererle y respetarle tanto, y cuando algun Regidor importante, agradecido a las grandes ventajas que el rico industrial habia proporcionado al pueblo, acababa de ofrecerle la vara de Alcalde para las próximas elecciones.

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