Ejemplos con individual

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

#ideal# ideal la #identificación# identification #idílico,-a# idyllic el #idilio# idyll #idiomático,-a# idiomatic la #iglesia# church #igual# equal, similar, like la #ilusión# illusion, #hacer# #imaginario,-a# imaginary, fancied #impacientar# to irritate, #,-se# to become restless #imperativo,-a# imperative el #imperfecto# imperfect el #imperio# command #importar# to be important, matter la #imprentilla# stamping outfit la #impresión# impression, impress, stamp #incendiado,-a# fiery, brilliant #incendiar# to set on fire el #incendio# fire #incesante# incessant, continual #inclinar# to incline, bend, lean #incluír# to include, contain #inconfundible# unmistakable #indeciso,-a# irresolute, hesitating #indeterminado,-a# indeterminate, indefinite #indicar# to indicate, point out el #indicativo# indicative el #indicio# sign #individual# individual #indudablemente# undoubtedly #inexplicable# inexplicable la #infancia# infancy, childhood #infantil# childlike #infeliz# unhappy #infinito,-a# infinite, unlimited el #infinitivo# infinitive la #influencia# influence #ingenuo,-a# naive, ingenuous #inglés,-a# English,.
Como Góngora y como Bécquer ha logrado mostrar hasta qué punto las formas más genuinas y tradicionales de la poesía española son susceptibles de renovación eterna y cómo puede encontrar expresión en ellas la sensibilidad de todos los tiempos y la originalidad individual de cada poeta.
Sólo que en aquellas partes la sombra y el drama pasan sordamente, aisladamente, disimuladamente, sin comunicarse, en tanto en la casa de huéspedes, la obligada familiaridad, que comienza en la mesa redonda, solidariza a esas sombras efímeras y quebranta los sigilos del drama individual.
El que vive un drama no ve drama, ve drama individual.
Para don Amaranto, el dramaturgo es el que penetra en el drama individual, y el filósofo, el que se aleja de él.
Que Pereda emplea procedimientos naturalistas, es innegable, que se va siempre tras de lo individual y concreto, también es exacto, que enamorado de los detalles, los persigue siempre, y los trata como lo principal de su arte, a la vista está de cualquiera que abra sus libros, que en la descripción y en el diálogo se aventaja más que en la invención y en la composición, es consecuencia forzosa de su temperamento artístico, que no rehuye la pintura de nada verdadero y humano, y, finalmente, que ha vigorizado su lengua con la lengua del pueblo, también es verdad y para honra suya debe decirse.
No es el naturalismo cuestión de doctrina que, con visible exclusivismo y ciega intolerancia, quiera imponerse o proscribirse, sino cuestión individual, genial y, por tanto, relativa.
El efecto que hagan en el lector tales pinturas será un efecto individual y distinto, según la variedad de condiciones, temperamentos y edades.
Y Renán, recordando, a propósito de las civilizaciones desequilibradas y parciales, que el fin de la criatura humana no puede ser exclusivamente saber, ni sentir, ni imaginar, sino ser real y enteramente , define el ideal de perfección a que ella debe encaminar sus energías como la posibilidad de ofrecer en un tipo individual un cuadro abreviado de la especie.
Si, por desdicha, la Humanidad hubiera de desesperar definitivamente de la inmortalidad de la conciencia individual, el sentimiento más religioso con que podría substituirla sería el que nace de pensar que, aun después de disuelta nuestra alma en el seno de las cosas, persistiría en la herencia que se transmiten las generaciones humanas lo mejor de lo que ella ha sentido y ha soñado, su esencia más íntima y más pura, al modo como el rayo lumínico de la estrella extinguida persiste en lo infinito y desciende a acariciarnos con su melancólica luz.
No os encojáis de hombros delante de ninguna noble y fecunda manifestación de la naturaleza humana, a pretexto de que vuestra organización individual os liga con preferencia a manifestaciones diferentes.
Vinculando exclusivamente a esa alta y aristocrática idea del reposo su concepción de la dignidad de la vida, el espíritu clásico encuentra su corrección y su complemento en nuestra moderna creencia en la dignidad del trabajo útil, y entrambas atenciones del alma pueden componer, en la existencia individual, un ritmo, sobre cuyo mantenimiento necesario nunca será inoportuno insistir.
Ninguna fuerza aislada puede satisfacer los fines racionales de la existencia individual, como no puede producir el ordenado concierto de la existencia colectiva.
Desde que nuestro siglo asumió personalidad e independencia en la evolución de las ideas, mientras el idealismo alemán rectificaba la utopía igualitaria de la filosofía del siglo XVIII y sublimaba, si bien con viciosa tendencia cesarista, el papel reservado en la historia a la superioridad individual, el positivismo de Comte, desconociendo a la igualdad democrática otro carácter que el de un disolvente transitorio de las desigualdades antiguas y negando con igual convicción la eficacia definitiva de la soberanía popular, buscaba en los principios de las clasificaciones naturales el fundamento de la clasificación social que habría de substituir a las jerarquías recientemente destruídas.
Realza, no menos que la revelación cristiana, la dignidad de los humildes esta nueva revelación, que atribuye, en la naturaleza, a la obra de los infinitamente pequeños, a la labor del nummulite y el briozóo en el fondo obscuro del abismo, la construcción de los cimientos geológicos, que hace surgir de la vibración de la célula informe y primitiva todo el impulso ascendente de las formas orgánicas, que manifiesta el poderoso papel que en nuestra vida psíquica es necesario atribuir a los fenómenos más inaparentes y más vagos, aun a las fugaces percepciones de que no tenemos conciencia, y que, llegando a la sociología y a la historia, restituye al heroísmo, a menudo abnegado, de las muchedumbres, la parte que le negaba el silencio en la gloria del héroe individual, y hace patente la lenta acumulación de las investigaciones que, al través de los siglos, en la sombra, en el taller, o el laboratorio de obreros olvidados, preparan los hallazgos del genio.
Perseverantes devotos de ese culto de la energía individual que hace de cada hombre el artífice de su destino, ellos han modelado su sociabilidad en un conjunto imaginario de ejemplares de Róbinson, que después de haber fortificado rudamente su personalidad en la práctica de la ayuda propia, entrarán a componer los filamentos de una urdimbre firmísima.
El arte verdadero sólo ha podido existir, en tal ambiente, a título de rebelión individual.
La ignoran, en lo que ella tiene de desinteresado y de escogido, la ignoran, a despecho de la munificencia con que la fortuna individual suele emplearse en estimular la formación de un delicado sentido de belleza, a despecho de la esplendidez de los museos y las exposiciones con que se ufanan sus ciudades, a despecho de las montañas de mármol y de bronce que han esculpido para las estatuas de sus plazas públicas.
Él, en la organización individual, levanta y engrandece, con su actividad continuada, la bóveda del cráneo que le contiene.
No es ese el noble significado de la juventud individual, ni ese tampoco el de la juventud de los pueblos.
¿Madurará en la realidad esa esperanza? Vosotros, los que vais a pasar, como el obrero en marcha a los talleres que le esperan, bajo el pórtico del nuevo siglo, ¿reflejaréis quizá sobre el arte que os estudie imágenes más luminosas y triunfales que las que han quedado de nosotros? Si los tiempos divinos en que las almas jóvenes daban modelos para los dialoguistas radiantes de Platón sólo fueron posibles en una breve primavera del mundo, si es fuerza no pensar en los dioses , como aconseja la Forquias del segundo Fausto al coro de cautivas, ¿no nos será lícito, a lo menos, soñar con la aparición de generaciones humanas que devuelvan a la vida un sentido ideal, un grande entusiasmo, en las que sea un poder el sentimiento, en las que una vigorosa resurrección de las energías de la voluntad ahuyente, con heroico clamor, del fondo de las almas, todas las cobardías morales que se nutren a los pechos de la decepción y de la duda? ¿Será de nuevo la juventud una realidad de la vida colectiva, como lo es de la vida individual?.
Si con relación a la escuela de la voluntad individual, pudo Goethe decir profundamente que sólo es digno de la libertad y la vida quien es capaz de conquistarlas día a día para sí, con tanta más razón podría decirse que el honor de cada generación humana exige que ella se conquiste, por la perseverante actividad de su pensamiento, por el esfuerzo propio, su fe en determinada manifestación del ideal y su puesto en la evolución de las ideas.
Y además hubo en él rasgo peculiar de su tarea y de su esfuerzo: de todos los hombres que han podido determinar a una colectividad, grande o pequeña, a realizar una obra común, un propósito general, quizás él sea el que representa en esa obra común una parte más grande por razón de su esfuerzo individual.
El genio va pasando de individual a colectivo.
Sé que esto hoy no es posible, pues dicen que no hay iniciativa individual y que es necesario que el Gobierno tome en todo la iniciativa, como si el Gobierno no estuviese compuesto de individuos.
Y a veces brota del centro del alma una luz interior que baña las potencias que hasta el centro no han penetrado, por donde nuestro ser individual, aun en el éxtasis, no se esfuma, ni se desvanece, ni se desmaya, sino que con más ser vive, siente, piensa, conoce y ama.
Desde que nuestra flamante civilización se olvidó del alma, desde que todo nuestro empeño se redujo a procurar comodidades al cuerpo y sublimar nuestras facultades físicas, desde que sólo pensamos en ferro-carriles para andar más deprisa, en telégrafos para hablar más alto, en máquinas para trabajar menos, en inventos para dormir mejor, en preservativos contra el calor y el frio, y en buscar medios de comer a una misma hora langostas del mar del Norte, chirimoyas de América y nidos de golondrinas del Japón, desde que nuestras casas están tan bien amuebladas, nuestros cuerpos tan adobados, perfumados, empolvados y reteñidos, nuestros dientes tan seguros en las encías, nuestros cabellos tan inamovibles en la cabeza, nuestra seguridad individual tan garantida por la Guardia civil, y nuestro derecho al Poder tan protegido por la Constitución, los dioses se han ido.
Como el gran principio de la propiedad individual no tenía en aquella desigual contienda más defensor que D.
Basilio Andrés de la Caña, que volvió a la tertulia, embistió contra la propiedad individual, haciendo creer al propio sujeto y a otros tales que se había dado un atracón de lecturas prudhonianas.
Apenas terminados los estudios académicos, verificose en Juanito un nuevo cambiazo, una segunda crisis de crecimiento, de esas que marcan el misterioso paso o transición de edades en el desarrollo individual.

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