Ejemplos con indecisas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tras una serie de indecisas batallas, rechazaron a los austriacos, quienes se reagruparon y se aventuraron imprudentemente a una confrontación con los franceses.
Invadió la provincia de Entre Ríos, donde enfrentó a Echagüe en dos batallas de resultado indecisas.
Durante el primer conflicto entre las dos facciones, tanto Kenshin como Shingen fueron sumamente cautelosos, viéndose involucrados en escaramuzas indecisas.
Las acciones contra el puerto de Trípoli siguieron demostrando ser indecisas hasta septiembre, cuando el comodoro Samuel Barron asumió el mando del Escuadrón Mediterráneo, y cuya flota centró su atención en el apoyo a William Eaton durante el ataque de Derna.
Tras dos batallas indecisas, quedó en una posición complicada, que resolvió trasladando todo su ejército a la provincia de Buenos Aires, para atacar a Rosas.
Echagüe fue derrotado en la batalla de Cagancha, y Lavalle invadió con tropas correntinas la provincia de Entre Ríos, allí se enfrentaron en dos batallas indecisas, hasta que Lavalle se trasladó hacia la provincia de Buenos Aires.
Precediéndome a mí iba Floriana, acompañada de cuatro o cinco mujeres cuyas formas indecisas excitaban mi curiosidad.
A mi parecer, la media docena de hombres que simbolizaban el nuevo sistema de Gobierno, lucían como faros luminosos en la esfera del ideal, mas en la acción se apagaban sus indecisas voluntades.
Como se manifiestan indecisas por Oriente las primeras luces del alba, apuntaron en el alma de Fernando sentimientos más benignos respecto a la desconocida.
Por lo demás, nunca supo nadie lo que había hecho Jacobo en Italia, guardóse él muy bien de decirlo, y con muchas y variadas mentiras explicó a todo el mundo los motivos de su ausencia, quedando esta nueva aventura envuelta en las nubes vagas e indecisas que habrá notado siempre el lector, así en las cosas como en el carácter de este histórico personaje.
No me es posible precisar de un modo exacto todos los detalles de aquel suceso, y hasta es probable que altere sin saberlo el orden con que se sucedían, porque lo que pasa en tales momentos de confusión y espanto queda en la memoria con rasgos y formas indecisas como la sensación producida por el relámpago o las turbias sombras de la pesadilla.
El Empecinado mandó traer luces, y cuando las indecisas claridades de un velón iluminaron a medias la estancia, encendió un cigarro y dijo:.
Entonces sus castillos interiores se conmovieron hasta en los cimientos y sus faces de primavera virgen se tornaron indecisas y en una trémula sensación de angustia, dudaron, por primera vez, dudaron y principiaron a esperar lo peor de la confianza.
que después me sacaron de allí, y con estas indecisas.
Había en él sombras y contornos terribles, esbozos de colosales figuras, tintas indecisas y vagas, confusión, desorden, ruidos extraños que la aturdían y amedrentaban, pero ni una sola concepción detallada y en reposo en qué fijar la atención y dar rumbo al pensamiento.
Allá, tal vez, en el fondo, para un ojo observador, un vacío, un punto negro habría podido acusarse, una ausencia de acabada claridad, de precisión en el juego de las ideas, algo como esas masas de sombra, vagas, indecisas, que suelen flotar a la distancia, empanando la diáfana pureza del espacio en días de sol.
-Sí, sí, don Braulio -respondieron algunas, indecisas-, pero entonces éramos más niñas.
¡Voilá! El traje, la modista, habíanle repentinamente transformado las castas curvas indecisas de la arcángel, en las bravas curvas de mujer.
Detrás de la Cruz de JESUCRISTO se ven de un modo vago, cual si fuesen reflejos de ella o espejismos crepusculares, otras cruces indecisas que se desvanecen y pierden en el espacio, en número infinito, y de las cuales penden, ora desnudos, ora vestidos con ropa talar, unos desconocidos, aunque históricos personajes.
Y no es lo más eso, sino que sabe también las que se perdieron, por qué se perdieron, las que se ganaron, por qué se ganaron, y por qué quedaron indecisas las que ni se ganaron ni se perdieron.
Y Alí El-Yamaní se vio en el límite de la perplejidad, y estuvo contemplándolas mucho rato, admirando sus hechizos y sus méritos con miradas indecisas, y pensaba en su interior que sus formas y colores eran igualmente admirables.
Si me hubiesen dirigido más preguntas, sin duda alguna me habría hecho traición yo mismo, porque ya estaba a punto de mencionar que en el patio había un globo, y tal vez habría vacilado al decirlo, porque mis cualidades inventivas estaban indecisas entre afirmar la existencia de aquel aparato extraño o de un oso en la fábrica de cerveza.
Y este grupo informe de apizarradas fábricas, al destacar en aquel radiante, horizonte sus formas espectrales, vagas o indecisas, parecía destacarse entro rubicundos vapores, coronado de azafranados celajes, como una exuberancia fantástica bordada de aljófares y oro, recostada sobre colinas y ceñida por el Sar y el Sarela, como un vasto círculo irregular encerrado entre líneas de vegetación pintoresca.
Creía él que se puede sobresalir igualmente en labores tan distintas, su espíritu fluctuaba entre el Arte y la Ciencia, víctima de esa perplejidad puramente española, cuyo origen hay que buscar en las condiciones indecisas de nuestro organismo social, que es un organismo vacilante y como interino.
Apartose de mí, indicándome que tenía que ocupar otro puesto en la caravana, y yo, imposibilitado de trabar conversación con las indecisas figuras que me rodeaban, entretenía mi tedio observando los cambios del paisaje adusto y pavoroso.
Precediéndome a mí iba Floriana, acompañada de cuatro o cinco mujeres cuyas formas indecisas excitaban mi curiosidad.
A mi parecer, la media docena de hombres que simbolizaban el nuevo sistema de Gobierno, lucían como faros luminosos en la esfera del ideal, mas en la acción se apagaban sus indecisas voluntades.
y durante la noche oyó pasos tenues y lejanos, voces indecisas de algún diálogo soñoliento, y hasta el toque rítmico de la pata de un perro que, al rascarse las pulgas, daba contra las tablas del suelo o de un tabique.
Y con este oleaje chocaba otro de indecisas y turbadas respuestas: «Nada: que al Rey le ha dado un síncope.
Grupos borrosos se perdían en los desmontes, en las hondonadas, proyectando vagas e indecisas siluetas.

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