Ejemplos con indecencia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Un ejemplo de la represión aún existente en la mayoría de países fue el famoso proceso acusando de indecencia grave con otros hombres al escritor Oscar Wilde, que resultó condenado a dos años de trabajos forzados, lo que arruinaría su reputación y le obligó a exiliarse del Reino Unido a Francia.
Cuando dijo a su pueblo: ¿Cometéis una indecencia que ninguna criatura ha cometido antes? Ciertamente, por concupiscencia, os llegáis a los hombres en lugar de llegaros a las mujeres.
Y con su ingenuidad de colegiala, describió entonces Currita, con todos sus pormenores, una picantísima caricatura de los esposos Thiers: una indecencia verdusca publicada en Burdeos y recogida al punto por la policía.
Y soltó una atrocidad, una indecencia que aturdió por completo al fondista e hizo enrojecer a la marquesa detrás de la puerta, con ese santo rubor que realza tantas veces a los fuertes y castos ángeles de la caridad que sirven en los hospitales, sin asustarles por eso, ni hacerles huir de la cabecera de ciertos enfermos.
Desde luego, saltó a la vista de todos una particularidad, por decirlo así, de índole doméstica: Jacobo era tan sólo marqués consorte, y veníanle sus derechos a la Grandeza exclusivamente por su mujer, de la cual estaba separado hacía doce años Discutióse el punto, y quedó convenido, por unanimidad, que el hacer uso de este derecho era, por parte de Jacobo, una verdadera indecencia.
El hecho resultaba evidente, y quedó también convenido que el caso, sin dejar de ser una indecencia, era al mismo tiempo un acto político: cosas ambas que, según dictamen de peritos, podían aunarse y darse las manos en amigable consorcio, como se las habían dado ya el atleta, el ángel y el ramo de violetas.
Otro tercer problema apareció al punto sobre el tapete, como consecuencia legítima del primero y secuela irremisible del segundo ¿Quién sería el padrino que presentase al héroe en la corte? ¿Quién tendría valor suficiente para apadrinar una indecencia y correr los futuros contingentes de un avance político?.
El éxito sobrepujó a la expectación, y añadióse al caso, nemine discrepante, otro tercer carácter Sin duda era una indecencia, de cierto era un acto político y de seguro prometía ser un sainete chistosísimo.
-¡Jesús, qué cosa más horrible! ¡Qué indecencia! -exclamaron las damas.
De los titereros decia mil males: decia que era gente vagamunda y que trataba con indecencia de las cosas divinas, porque con las figuras que mostraban en sus retratos, volvian la devocion en risa, y que les acontecia envasar en un costal todas o las mas figuras del Testamento viejo y nuevo, y sentarse sobre él a comer y beber en los bodegones y tabernas: en resolucion, decia que se maravillaba de cómo quien podia no les ponia perpetuo silencio en sus retablos, o los desterraba del reino.
Temíase no hubiese tratado sus amores con alguna indecencia, que redundase en menoscabo y perjuicio de la honestidad de su señora Dulcinea del Toboso, deseaba que hubiese declarado su fidelidad y el decoro que siempre la había guardado, menospreciando reinas, emperatrices y doncellas de todas calidades, teniendo a raya los ímpetus de los naturales movimientos, y así, envuelto y revuelto en estas y otras muchas imaginaciones, le hallaron Sancho y Carrasco, a quien don Quijote recibió con mucha cortesía.
-Vamos, Pepe: eres capaz de disculpar la frescura y la indecencia de esa mujer? Yo concedo a las flaquezas humanas todo lo que se quiera, comprendo las pasiones repentinas, la ceguera de un momento, de un día, ¡pero fugarse así.
Soltó la indecencia gorda, provocando en el compadrío una explosión de risotadas, y chuscando un ojo añadió socarronamente:.
¡Y pasárselo por las narices! Sí señor, porque esto no puede quedar así, Carlos me va a dar cuenta de esta indecencia.
-Sin embargo, el trapo se pone, ¿valdría decir que la que quieren idealizar con tapujos es, en sí, una indecencia?.
Si esto se concede, si se le considera como un autor, falto de principios, de modelos que imitar, de competidores que vencer, obligado a escribir por necesidad más que por elección, arrastrado del mal ejemplo de su siglo, y destinado a dar espectáculos a un pueblo grosero e ignorante, a quien quiso agradar, más que instruir, admírense, en buen hora, aquellos felices rasgos del ingenio que brillan entre la barbarie, la indecencia, la extravagancia y ferocidad de sus dramas.
dejarían lugar para ello, aun cuando fuese tan liviana que no concibiera toda la impropiedad y la indecencia de semejantes amistades.
Así como la sacaron, pidió que si estaba allí el señor Arzobispo, la llevasen a él, como fue hecho, habiéndola, por la indecencia que estar desnuda causaba, cubiértola con una capa.
Saltó una de las otras diciendo con viveza: «Has revelado el arcano, trastrocando la verdad con alguna indecencia.
Y lo que veía bien claro, por encima de su rabia personal, era el desastre, en los demás, de aquellas tantas cosas que él juzgaba formidables: amor, honor, virtud, escándalo, y ni el ir a tal boda de indecencia tras un tan claro anuncio de deshonra, les tenía perfectamente sin cuidado, por lo visto, a Celia y a su padre y al marqués.
han aprendido a ponerse el peinado de tirabuzones, que es una indecencia, con aquellos mechones colgando, y algunas.
El chico no acertaba a explicar la razón, sólo afirmaba lo de la indecencia con tal energía y con tales pujos de altivez, que el limpiabotas, pegándole un puntillón brutal, le echó al arroyo, no sin gritarle:.
, eso, ¡recontra!, es una grandísima indecencia.
indecencia adocenarla, prosiguióse la competencia entre todas las demás que se nombran,.
,Hamlet:¿Pensáis que yo quisiera cometer alguna indecencia?.
Nada de indecencia.
-¡Por Dios, Augusto, de su boda! ¡Una indecencia tal, y.
«¡Qué indecencia!» pensó, sintiendo el despecho atravesado en la garganta.
Pero se había de dominar, se había de vencer, no había nacido en la Calabria, había nacido en Buenos Aires, quería ser criollo, generoso y desprendido, como los otros hijos de la tierra, era una miseria, una indecencia, una pijotería sin nombre que, pudiendo, dejara de comprarse lo que le estaba haciendo falta.

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