Ejemplos con impertinencias

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En Inglaterra no hubiésemos podido cumplirlo sin soportar continuos insultos e impertinencias: los franceses son mucho más tolerantes con los antojos de sus vecinos.
Otro de sus éxitos fue Insultos, cortes e impertinencias, del que se publicaron diez ediciones.
Francisco, quizás con la esperanza de que muriera la reina Claudia, había sido él mismo uno de sus pretendientes en la primera semana de su viudez, y María afirmó que le había dado su confianza para evitar sus impertinencias.
Aunque a veces exhibe un comportamiento inexplicable, se le ve normalmente regañando a Yoshinoya por sus impertinencias.
Barragán era hombre sobrio y no se enfadaba demasiado por estas impertinencias.
Aquel día estaba mi basilisco en la plenitud de sus vesánicas impertinencias.
Sus declaraciones me salvaron, no digo yo que de una acusación en regla, pero por lo menos de muchas impertinencias y molestias.
Era una precaución prudentísima, una especie de broquel con que se resguardaba el viajero de mil impertinencias para todos molestas y para él tal vez peligrosas.
A los dieciocho años me escapé de mi casa, imaginando que peor de lo que allí estaba no había de pasarlo en ninguna parte, segura de que, por mala suerte que tuviese, con nada sufriría tanto como aguantando las impertinencias de mi hermanastra, a quien servía de niñera, siendo víctima de la grosería de mi padrastro y del mal genio de mi madre.
Adoraba como un idealista las zafias beldades con su olor a limón y tierra, gozaba oyendo sus conversaciones, prestábalas con el mayor gusto pequeños servicios, aguantaba sus groserías e impertinencias, todo a cambio de poder estarse en un rincón, tímido y sonriente, contemplando los brazos hercúleos, los ojazos insolentes y las piernas como columnas, marcadas por el discreto zagalejo.
Ella no era nadie: una pobre costurera que, acostumbrada a sufrir las impertinencias de las señoras, no podía permitirse el lujo de mostrar susceptibilidad ni amor propio pero eso de casarse para ser la víctima resignada y humilde sobre la cual cayeran los desprecios de la familia, estaba fuera del límite de su paciencia.
Cuando, por haber entrado la enfermedad en el período de descamación era más fácil el contagio, Pepe, que no lo ignoraba, redobló sus cuidados y, durante la convalecencia, se estuvo constantemente haciendo compañía a la muchacha, satisfaciendo sus caprichos y tolerando sus impertinencias, hasta que, dada ya de alta, tornó a su puesto de antes y siguió vendiendo cohombros a los chicos y ensartando buñuelos toda la mañana en los juncos, lo cual, con el manejo de los ochavos, acababa por dejarle los dedos sucios y pringosos: luego, de cuatro brincos, se plantaba a ver a la chica.
No tienes más que impertinencias.
Estaba muy agradecida al señor de Feijoo, que se portaba con ella como un caballero, y no tenía nada de quisquilloso, ni las impertinencias que suelen gastar los hombres.
Estoy convencidodijo enfáticamentede que semejantes cosas sólo les pasan a las señoritas educadas en el pueblo y con ciertas impertinencias y repulgos.
Bastábame, pues, aquella libertad para soportar con paciencia la esclavitud del sótano en que trabajábamos, el fastidio de la composición, y las impertinencias de nuestro regente, un negro y tiznado cíclope, más propio de una herrería que de una imprenta.
Su marido, viendo que era imposible detenerla en casa, tuvo que consentir en aquella vida volandera, que si bien le costaba una parte de su fortuna, le libraba por algún tiempo de las impertinencias de aquel demonio.
-Sí, señora: he tenido cierto negocio -contestó Lázaro un poco amostazado con las impertinencias de las dos viejas.
Vives está ya cansado de las quejas de Tolmé y de las impertinencias de los jueces de la maldita comisión mixta, y ha hecho decir a Gómez por trasmano que procuren que las expediciones de bozales no desembarquen por los alrededores de La Habana.
Por cierto que Tolmé le carga y a duras penas le sufre sus impertinencias y desmanes.
Sale su Santidad el papa vestido de pontifical, con doce cardenales, todos vestidos de morado, porque cuando sucedió el caso que cuenta la historia de mi comedia, era tiempo de , en el cual los cardenales no se visten de rojo, sino de morado, y así en todas maneras conviene para guardar la propiedad, que estos mis cardenales salgan de morado, y este es un punto que hace mucho al caso para la comedia, y a buen seguro dieran en él, y así hacen a cada paso mil impertinencias y disparates: yo no he podido errar en esto, porque he leido todo el ceremonial romano por solo acertar en estos vestidos.
Era Rinconete, aunque muchacho, de muy buen entendimiento, y tenia un buen natural, y como habia andado con su padre en el ejercicio de las bulas, sabia algo de buen lenguaje, y dábale gran risa pensar en los vocablos que habia oido a Monipodio y a los demas de su compañía y bendita comunidad, y mas cuando por decir , habia dicho por modo de naufragio, y que sacaban el estupendo, por decir estipendio, de lo que se garbeaba, y cuando la Cariharta dijo que era Repolido como un marinero de Tarpeya y un tigre de Ocaña, por decir Hircania, con otras mil impertinencias: especialmente le cayó en gracia cuando dijo que el trabajo que habia pasado en ganar los veinte y cuatro reales, lo recebiese el cielo en descuento de sus pecados, y sobre todo le admiraba la seguridad que tenian y la confianza de irse al cielo con no faltar a sus devociones, estando tan llenos de hurtos, y de homicidios y ofensas de Dios: y reíase de la otra buena vieja de la Pipota, que dejaba la canasta de colar hurtada, guardada en su casa, y se iba a poner las candelillas de cera a las imágenes, y con ello pensaba irse al cielo calzada y vestida: no ménos le suspendia la obediencia y respeto que todos tenian a Monipodio, siendo un hombre bárbaro, rústico y desalmado: consideraba lo que habia leido en su libro de memoria, y los ejercicios en que todos se ocupaban: finalmente, exageraba cuán descuidada justicia habia en aquella tan famosa ciudad de Sevilla, pues casi al descubierto vivia en ella gente tan perniciosa y tan contraria a la misma naturaleza, y propuso en sí de aconsejar a su compañero no durase mucho en aquella vida tan perdida y tan mala, tan inquieta y tan libre y disoluta, pero con todo esto, llevado de sus pocos años y de su poca esperiencia, pasó con ella adelante algunos meses, en los cuales le sucedieron cosas que piden mas larga escritura, y así se deja para otra ocasion contar su vida y milagros, con los de su maestro Monipodio, y otros sucesos de aquellos de la infame academia, que todos serán de grande consideracion, y que podrán servir de ejemplo y aviso a los que los leyeren.
Hablad, hijo mío, todo aquello que os viniere al pensamiento y a la boca, que, a trueco de que a vos no os duela nada, tendré yo por gusto el enfado que me dan vuestras impertinencias.
Digo, señor, que querría que vuesa merced me diese trecientos o seiscientos ducados para ayuda a la dote de mi bachiller, digo para ayuda de poner su casa, porque, en fin, han de vivir por sí, sin estar sujetos a las impertinencias de los suegros.
Esa Angélica respondió don Quijote, señor cura, fue una doncella destraída, andariega y algo antojadiza, y tan lleno dejó el mundo de sus impertinencias como de la fama de su hermosura: despreció mil señores, mil valientes y mil discretos, y contentóse con un pajecillo barbilucio, sin otra hacienda ni nombre que el que le pudo dar de agradecido la amistad que guardó a su amigo.
Pues ése replicó el cura, con la segunda, tercera y cuarta parte, tienen necesidad de un poco de ruibarbo para purgar la demasiada cólera suya, y es menester quitarles todo aquello del castillo de la Fama y otras impertinencias de más importancia, para lo cual se les da término ultramarino, y como se enmendaren, así se usará con ellos de misericordia o de justicia, y en tanto, tenedlos vos, compadre, en vuestra casa, mas no los dejéis leer a ninguno.
Cuando esperaba oír nuevas de tus descuidos e impertinencias, Sancho amigo, las oí de tus discreciones, de que di por ello gracias particulares al cielo, el cual del estiércol sabe levantar los pobres, y de los tontos hacer discretos.
-¿Qué importa que yo esté mejor o peor? ¡Vamos al grano! ¿Ha enviado usted a llamar a mi primo, para que me saque de aquí y nos veamos todos libres de impertinencias y ceremonias?.
Sucedió a la sopa un cocido surtido de todas las sabrosas impertinencias de este engorrosísimo, aunque buen plato, cruza por aquí la carne, por allá la verdura, acá los garbanzos, allá el jamón, la gallina por derecha, por medio el tocino, por izquierda los embuchados de Extremadura.
-Hablara vuesa merced con buenos modos, y acaso nos enredáramos de razones, pero mire cómo ha de ser, que yo a impertinencias tales no acostumbro dar respuesta.

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