Ejemplos con huida

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Esto, unido a la sonora derrota del ejército del general francés Dupont ante las tropas españolas del general Castaños en Bailén el mes de julio, había provocado la huida de la capital del rey José Bonaparte.
En esta última batalla, los tiradores bóers dirigidos por el general Petrus Jacobus Joubert, asaltaron el otero donde se habían atrincherado el general George Pomery-Collery y sus tropas, dando como resultado la muerte del primero y la derrota estrepitosa y desordenada huida de las últimas.
En su huida, el Ejército sólo pudo rehacer sus filas en el límite norte de la actual Argentina.
Todo lo que me anima para vencer está de vuestra parte, los romanos no tienen esposas para quemarlas, ningún pariente que les reproche la huida, muchos no tienen patria, o son de otra patria que no es Roma.
En su huida del Alto Perú, el Ejército del Norte sólo pudo rehacer sus filas en el límite norte de la actual Argentina.
Todo concluyó con la cobarde huida del ex mandatario a Japón y la fuga cinematográfica del superasesor, hoy prófugo de la justicia y acusado por una veintena de delitos que lo hundirían en la cárcel por los siglos de los siglos.
En el cuarto canto de su L'Imagination Jacques Delille celebra la milagrosa huida de Robert cuando se perdió en las catacumbas.
La derrota de los patriotas en esta batalla produce el fin de la Patria Vieja, la huida de los líderes emancipadores a la Argentina y el comienzo del período histórico de la llamada Reconquista.
Los luchadores de las milicias por la libertad que asaltaban las fuerzas del Dominio y se retiraban de inmediato, se vieron presa de las Átropos, que respondían con rapidez suficiente en su huida hacia sus bases ocultas.
Kenny encuentra a un estudiante, blanco como un muerto y calvo, con el cual decide salir de allí, pero durante la huida, son interceptados por unas extrañas criaturas.
Los rusos se retiraron, quemando todo en su huida y eliminando cualquier rastro de sus provisiones.
Jigsaw se da a la huida y Sing lo persigue.
Cercados por la policía, Lincoln, Michael y Sara escapan, pero se separan durante la huida.
Sin poder remediar la estrepitosa derrota, los restos del Ejército del Centro emprendieron la huida hacia Cuenca, huida que se prolongo al sur hasta la provincia de Murcia, dada la persecución sin tregua a la que le sometió el mariscal Víctor y que provocó la pérdida de la artillería española en un combate de retaguardia en la localidad de Tórtola.
Los vikingos tienen entre sus rehenes a la reina Morgana prometida del rey Aella, Eric en su huida la lleva de regreso a su casa.
En el libreto se decía que la razón de la huida de Ronnie Lane no era el éxito de Rod Stewart en solitario, sino la falta de oportunidades para tomar el liderazgo vocal de la banda.
Luego del primer día de retirada, el grupo de combatientes decidió separarse para continuar la huida en distintas direcciones.
Un amanecer, Jaime, que había traído su escopeta, disparó dos tiros contra un grupo de cabras que estaban a gran distancia, seguro de no tocarlas, por el placer de verlas saltar en su huida.
Pasaban las aldeanas auvernesas, vestidas de colores apagados, la esportilla de paja puesta sobre la blanca escofieta, conduciendo sus vacas, cuyos ubres henchidos de leche se columpiaban al andar, y que, posando una mirada triste en los transeúntes, solían pegar una huida de costado, un trote de diez segundos, tras de lo cual recobraban la resignación de su paso grave.
¡No ir! ¡No ir!repetía Diógenes, y púsose a combinar al punto un fantástico viaje de huida, en que se le figuraba subir al coche que acababa de parar en la puerta, cuyos sonoros cascabeles llegaban a su oído taladrándole la cabeza, y correr a escape a San Sebastián, y embarcarse allí para el fin del mundo, huyendo como Caín de aquel juez que le perseguía, dando vueltas por la tierra, vueltas y más vueltas, que vinieron por fin a marearle, produciéndole bascas terribles, entre las que creyó ver asomar ya la guadaña de la muerte ¡La muerte! Aquel maldito despertador que estaba sobre la mesa se la recordaba de continuo, pareciéndole que al compás de su siniestro tic-tac regulaba su paso, rapidísimo como nunca, y lleno de ira mandó a la mujer que lo parase, mas entendió esta que quería verlo para enterarse sin duda de la hora que apuntaba, y apresuróse a llevárselo Diógenes, arrancándoselo de la mano con un arrebato feroz de rabia, estrellólo contra la pared de enfrente, haciéndolo trizas.
Y seguían detrás las , escuadrones de pillería disfrazada con mugrientos trajes de turcos y catalanes, indios y valencianos, sonando roncos panderos e iniciando pasos de baile, las banderas de los gremios, trapos gloriosos con cuatro siglos de vida, pendones guerreros de la revolucionaria menestralía del siglo xvi, la sacra leyenda, tan confusa como conmovedora, de la huida a Egipto, los Pecados capitales, con estrambóticos trajes de puntas y colorines, como bufones de la Edad Media, y al frente de ellos la Virtud, bautizada con el estrambótico nombre de la , los Reyes Magos, haciendo prodigios de equitación, heraldos a caballo, jardineros municipales a pie, con grandes ramos, carrozas triunfales, todo revuelto, trajes y gestos, como un grotesco desfile de Carnaval, y alegrado por el vivo gangueo de las dulzainas, el redoble de los tamboriles y el marcial pasacalle de las bandas.
Poco duró la contemplación, y a punto estuvo el clérigo de besar la tierra, merced a la huida que pegó el rocín, con las orejas enhiestas, loco de terror.
Y, no muy seguro aún de que bastase a su propósito aquella gloriosa huida, llamó al septuagenario Capitan, que marchaba detras de él representando al Ejército, le refirió al oido lo que pasaba en la otra calle, y terminó diciéndole a media voz:.
Á todo lo cual no respondia palabra el cura, admirado de la huida del duque, que así le pareció que fuese huida, ántes que otra cosa, y no fué sino que salió a llamar a Fabio, y decirle:.
Preguntáronle a Julio César, aquel valeroso emperador romano, cuál era la mejor muerte, respondió que la impensada, la de repente y no prevista, y, aunque respondió como gentil y ajeno del conocimiento del verdadero Dios, con todo eso, dijo bien, para ahorrarse del sentimiento humano, que, puesto caso que os maten en la primera facción y refriega, o ya de un tiro de artillería, o volado de una mina, ¿qué importa? Todo es morir, y acabóse la obra, y, según Terencio, más bien parece el soldado muerto en la batalla que vivo y salvo en la huida, y tanto alcanza de fama el buen soldado cuanto tiene de obediencia a sus capitanes y a los que mandarle pueden.
No hay para qué os pongáis en tan impertinente huida, porque ni vuestros pies lo podrán sufrir ni nosotros consentir.
Por esto determinaron de mostrarse, y, al movimiento que hicieron de ponerse en pie, la hermosa moza alzó la cabeza, y, apartándose los cabellos de delante de los ojos con entrambas manos, miró los que el ruido hacían, y apenas los hubo visto, cuando se levantó en pie, y, sin aguardar a calzarse ni a recoger los cabellos, asió con mucha presteza un bulto, como de ropa, que junto a sí tenía, y quiso ponerse en huida, llena de turbación y sobresalto, mas no hubo dado seis pasos cuando, no pudiendo sufrir los delicados pies la aspereza de las piedras, dio consigo en el suelo.
En esto, sucedió acaso que un porquero que andaba recogiendo de unos rastrojos una manada de puercos que, sin perdón, así se llaman tocó un cuerno, a cuya señal ellos se recogen, y al instante se le representó a don Quijote lo que deseaba, que era que algún enano hacía señal de su venida, y así, con estraño contento, llegó a la venta y a las damas, las cuales, como vieron venir un hombre de aquella suerte, armado y con lanza y adarga, llenas de miedo, se iban a entrar en la venta, pero don Quijote, coligiendo por su huida su miedo, alzándose la visera de papelón y descubriendo su seco y polvoroso rostro, con gentil talante y voz reposada, les dijo:.

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