Ejemplos con hosco

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Desde el inicio de su relación el carácter hosco e impositivo del general Ascencio choca con la rebeldía y frescura de Catalina.
Jecht es alto, fornido, hosco, y tiene tendencia a beber.
Las críticas contemporáneas han definido al Caravaggio de esa época como hosco e insociable, que dormía armado y estaba inseguro de su suerte.
El perfil empieza con Sinatra de humor hosco en un club privado de Hollywood.
El verdadero propietario, un joven alemán de carácter hosco llamado Baron Herzenberger, asegura ser un descendiente de un político alemán durante la Segunda Guerra Mundial.
Febrer, así que cerró la noche, se dispuso a bajar a la alquería, con el gesto hosco, la mirada dura, las manos nerviosas por un imperceptible temblor homicida, lo mismo que un guerrero primitivo al emprender una expedición desde la cumbre al valle.
¡Ah!exclamó Febrer poniéndose hosco, como si comprendiera de pronto toda la importancia de tales palabras.
Sí, no sé quién le fue con el soplo de que yo en la clase de Retórica citaba tus composiciones y se las hacía aprender de memoria a los niños y me llamó y me dijo muy hosco: Amigo García, tengo entendido que se permite usted en clase hablar de los versos de un amiguito de usted y ponerlos nada menos que al lado de los grandes modelos literarios.
Pero viendo que Tristán se ponía cada vez más hosco cambió de conversación.
Y al regresar Margarita a la casa la había encontrado en un sillón, rígida, con el gesto hosco, eludiendo nombrar a su hijo, hablando de las amigas que también enviaban los suyos a la guerra, como si únicamente ellas conociesen este tormento.
Al verle Maza, que gesticulaba en medio de un grupo, se calló, púsose el sombrero con ademán hosco y fué a sentarse en el diván.
Resalta, al frente, en el azul intenso, el perfil hosco de las Lometas, los altozanos hinchan sus lomos, bajan las laderas en suave enarcadura hasta las viñas.
Las plantas se dejan seducir: ¿quién se resiste a los halagos de la vanidad? De las montañas pasan a los huertos, como, por ejemplo, el tomillo, que de se convierte en , o lo que es lo mismo, de hosco y solitario se cambia en sociable, y como tal da gusto con su presencia a las salsas y asaborea gratamente las conservas.
Y en el cielo hosco, sobre la gran ciudad, apareceemanación de los focos eléctricoscomo una tenue, difuminada claridad de aurora.
Así nacen y se van perpetuando en un catolicismo hosco, agresivo, intolerante, generaciones y generaciones de españoles.
Ni ellas ni él hablaban más que catalán cerrado, que yo no entendía, y todos mis esfuerzos para entablar conversación me resultaron inútiles, viéndome condenado a un hosco silencio que me hacía más molestos los tumbos y sacudidas espantosas de aquel vehículo del diablo.
Al entrar en el despacho vió el gesto de asombro de Sánchez Morueta, que creía en la llamada de un criado: notó el movimiento instintivo de sus manazas, para ocultar bajo los papeles varios plieguecillos de diversos colores que releía con gesto hosco.
El elogio del Padre Paulí valía por todos los terrores que le había hecho sufrir el gesto hosco de su marido.
Pero Batiste, que sentía en el hombro un dolor cada vez más insufrible, las sacó de sus lamentaciones ordenando con gesto hosco que viesen pronto lo que tenía.
El marqués se paseaba por la habitación ceñudo, contraído, hosco, con esa expresión torva y estúpida a la vez que da la falta de sueño a las personas vigorosas, muy sometidas a la ley de la materia.
Vengo, repuso él con hosco semblante y tono de voz terrible, porque me dio el corazón que Celia podía necesitarme.
Sobre las rodillas del hosco sargento, una china cebaba mate, con sumiso ofrecimiento de esclava en celo, mientras unos diez entrerrianos comentaban, en guaraní, las clavadas de dos taberos de lay.
Después de una corta espera, durante la cual todas las ventanas del patio se lle­naron de cabezas, abrió la puerta un extranjero, de aspecto bastante hosco, que le preguntó en malísimo inglés qué deseaba.
Me llamó la atención ver que de pronto Luis perdía su jovialidad, andaba cabizbajo y mustio, y hasta, a veces, inquieto y hosco.
El viejo marido, observando la perpetua melancolía de su esposa, a su vez se mostraba hosco y gruñón, los criados desempeñaban sus quehaceres de mal talante, recelosos, nunca llamaba a la puerta una visita, nunca se le ofrecía a Romana ningún honesto esparcimiento: a misa los domingos y fiestas de guardar, a «dar una vuelta» por Recoletos cuando hacía bueno, y el resto del tiempo sepultada en su butaca, peleándose con una eterna labor de gancho, una colcha, que no se acababa porque a la labrandera no le interesaba que se acabase, y en lugar de mover los dedos, dejaba el hilo y las tiras sobre el regazo y se entregaba a una de esas meditaciones sin objeto, fatigosas como caminar sobre guijarros, entre polvo.
Algunos días después aparecen en la mesa dos huéspedes más: un gigantón, hosco de mirada, cerdoso de bigotes, rasgado y muy abierto de boca, purpúreo de color y muy largo de brazos, y su señora, el tipo opuesto: aguileña, oscilante, lánguida y sentimental.
Un movimiento hosco fue la única respuesta.
Luego de nuevo se hacía el silencio, un silencio hosco, solemne, preñado de amenazas, como el que en un día de combate precede al estampido del cañón, y un áspero rumor se sucedía, subía un gruñido de fieras enjauladas, crecía, aumentaba, abultábase poco a poco, redoblaba de violencia, arrancaba de mil pechos a la vez, acababa por romper en un alarido de indios, inmenso, infernal, atronador, rebotando en las paredes con la furia de un viento de huracán.
El ricacho, que alentaba la esperanza de rejuvenecerse besando una boca de rosas y de risas, retrocedió hosco y molesto ante tales aspavientos, suspiros y lamentaciones.
Pocos días después -continuó- nos hallábamos a orillas del río Americano, haciendo parte de un pueblo extraño, hosco, taciturno, haraposo, diseminado entre las quiebras pizarrosas de aquellas márgenes, y excavándolas con febril actividad.

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