Ejemplos con himno

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En la segunda estrofa del himno a Laudes, de la quinta Feria, dice Prudencio: , y en la tercera estrofa:.
En el himno , que se canta a maitines el día de los Apóstoles, se expresa así San Ambrosio:.
El día de los apóstoles San Pedro y San Pablo, consta en el Breviario un himno compuesto por Elpis, siciliana, mujer del filósofo Boecio.
Este himno se canta en el Vaticano, con música de Palestrina, por un coro numerosísimo, sobre la tumba de San Pedro, bajo la cúpula de Miguel Ángel.
¿No está aquí claramente acusada la contraposición de la Iglesia primitiva, como potencia espiritual, frente al fausto de las potencias temporales y caedizas? Sin duda, debe de ser magnífico, imponente y maravilloso el aparato y circunstancias de contorno con que actualmente se canta este himno en Roma, pero, ¿qué dirían Boecio y su mujer si levantasen la cabeza? No se impaciente usted, que vuelvo en seguida a mi historia, pero estos preámbulos son esenciales.
Desde hoy mismo, tomo yo el gobierno de todo, y si éste no sirve para otra cosa, que haga las camas, y lave los orinales, y barra, y cocine, y que cante el himno de Riego mientras friega los platos.
Y el mar, inmenso coro de esta humilde tragedia, parece asociarse al esfuerzo de sus domadores, entonando con ritmo pausado y solemne el himno de la paz de la conciencia, que huye del del Berrugo y calienta del Lebrato.
Cuando ideó a Ligeia, la más misteriosa y adorable de sus criaturas, Poe simbolizó en la luz inextinguible de sus ojos el himno de triunfo de la Voluntad sobre la Muerte.
Sus ojos amorosos se fijaban en las cincuenta princesas mediterráneas, las Nereidas, que tomaban sus nombres de los colores y aspectos de las olas: la Glauca, la Verde, la Rápida, la Melosa Ninfas de los verdes abismos, de rostros frescos como el botón de rosa, vírgenes aromáticas que tomáis las formas de todos los monstruos que nutre el mar , cantaba el himno orfeico en la ribera griega.
Dioses y diosas: la JUSTICIA los cree iguales, doblad, pues, la frente, y demos a HOMERO la trompa, a VIRGILIO la lira y a CERVANTES el lauro, mientras que la FAMA publicará por el mundo la sentencia del DESTINO, y el cantor APOLO entonará un himno al nuevo astro, que desde hoy brillará en el cielo de la gloria y ocupará un asiento en el templo de la inmortalidad.
En esta carta dejó Martí mucho de su alma llena del himno glorioso de la naturaleza y de la íntima majestad de lo divino.
Yo vengo aquí, a rendir el tributo infeliz de mis palabras, al literato insigne, al poeta sincero, al orador maravilloso, al hombre tierno y sonoro, grande y bueno, que despertó en mi alma, ya con las armonías incomparables de su joyante prosa, ya con los trinos melodiosos de sus versos, ya con el himno triunfal de su voz pitonisaria, el amor inextinguible por la Libertad y la Belleza, al hombre cuya cabeza ya está hueca, cuyos labios ya están mudos, cuya mano está ya deshecha, al apóstol y al mártir que reposa para siempre en la almohada eterna y en el inmortal silencio.
Su vida fue un himno permanente a todos los derechos, eterna protesta a todas las iniquidades.
Los alemanes bailan el vals voluptuoso y alegre, o con el en la mano entonan el , el himno estudiantil a la gloria de la vida material, libre de cuidados.
Aún se oía a lo lejos, allá por la cuesta abajo, el estridente sonido de su cometa, que resonaba entre aquellas altas montañas de una manera extraña, profana, como pudiera resonar una risotada en un templo, una chanza en una oración, el himno de una bacante entre las solemnes y pausadas notas de un canto gregoriano.
Se empeñó en que su amigo Juanito Velarde había de ser secretario particular de don Amadeo, habló al ministro, este le ayudó, y envalentonado con eso, se ha atrevido a tanto el señor ministro Lo que yo le decía a Fernandito: si le das el pie a esa gente, se tomarán la mano En fin, hija, el presidente del Consejo en persona estuvo a hacerme la propuesta ¡Por supuesto que yo no lo recibí, Fernandito se entendió con él, y tuvieron una escena! Yo, muerta de susto, porque creí que lo iba a plantar en la calle y acabaría la cuestión a tiros En fin, se fue por donde había venido, con las orejas calientes, y sabe Dios lo que en venganza dirán de mí ahora Esto ha sido todo, por eso, cuando al entrar oí el himno y vi el saludo de Gorito, creí que era una broma que ustedes me daban.
Esta se había incorporado en su asiento, y Currita llegó hasta ella, saludando a derecha e izquierda, al son del himno de doña María Victoria, siempre con su cándida risita:.
Currita se detuvo un momento en el dintel, sin perder su aire de niña tímida, de ingenua colegiala, oyó el himno, vio a Gorito, abarcó la situación con una sola y rápida ojeada y dobló de repente el cuerpo con distinción exquisita, para contestar al saludo amadeísta con otro saludo de corte, profundo, pausado, a la derecha, a la izquierda, poniendo en elegantísima caricatura la ceremoniosa reverencia usual de la reina doña María Victoria.
Al verla, Leopoldina Pastor corrió al soberbio piano de Erard, que estaba en un ángulo, arrancó de un solo tirón la rica y antigua colcha brocada que lo cubría, y se puso a tocar furiosamente el flamante himno de doña María Victoria, una de las intemperancias filarmónicas en que tan fecundo fue siempre el partido progresista.
La música seguía rugiendo la , y en la multitud, alguno de los ardorosos, trastornado por la ilusión y por el himno, creyendo que la cosa ya estaba en casa, gritaba a todo pulmón: ¡Viva la República! , lo que azoraba a los pobres municipales y les hacía mirar en derredor, buscando un hueco en el gentío por donde escapar.
La charanga se soltó tocando el Himno Nacional.
Y el muchacho, sonámbulo, embriagado por la Naturaleza, hipnotizado por la extraña contemplación, movía la cabeza ridiculamente, y al par que pensaba que todo aquello era magnífico para puesto en verso, tarareaba la célebre obertura con tanta fe como si fuera el propio escandalizando con su himno a la corte del landgrave.
Y aquella luz que derramaba polvo de oro por todas partes, aquel cielo empapado de sol, aquella diafanidad vibrante en el espacio, ¿no era el propio himno a Venus, la canción impúdica y sublime del trovador de Turingia ensalzando la gloria del placer y de la terrena vida? Sí, aquello mismo era.
Sí, allí unas tonalidades de color enérgicas y rabiosas sofocaban a otras apagadas y tristes, como el canto de las sirenas, imperioso, enervante, desordenado, intenta sofocar el himno místico de los peregrinos.
Cuando tuvo en su poder los regalos, entonó un interminable himno de gracias, desbordándose en elogios, que, en forma de consejos, dirigía a su hijo.
En los breves momentos que la tocata cesaba, oíase el canto de un mirlo silbando la frase del himno de Riego, lo único que del tal himno queda ya.
Lo saca de las arcas en las grandes épocas de la vida, en los bautizos y en las bodas, como se da al viento un himno de alegría en el cual hay una estrofa para la patria.
No quería tampoco profanar, haciéndolo público, aquel encanto íntimo, aquel himno de la conciencia que podemos llamar los de Barbarita.
Lo que es cacarear, cacareaban como descosidas, indicio evidente de que andaban en tratos de soltar el huevo, oíase el himno triunfal de las fecundas a la vez que el blando cloquear de las lluecas, se iba a ver el nido, se advertía en él suave calorcillo, se distinguía la paja prensada señalando en relieve la forma del huevo.

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