Ejemplos con hartura

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Era el descanso después de la pelea por doblar el cabo, la alegría de existir luego de haber sentido el soplo de la muerte, la vida en los cafés y las casas alegres, comiendo y bebiendo hasta la hartura, con el estómago lastimado aún por la alimentación salitrosa y la piel martirizada por los furúnculos del mar.
El sentimiento de los celos, la amargura de no haber sido el primero y el único, rejuvenecía la pasión del marino, alejando el cansancio de la hartura, dando a las caricias de ella el sabor acre, desesperado y atrayente al mismo tiempo de una forzosa confraternidad con ignorados antecesores.
Todo lo contrario: un poco de misterio mantiene la ilusión y aleja la hartura El que quiere saber nunca es dichoso.
En las horas de tranquilidad, cuando la hartura les hacía conversar plácidamente como dos amigos del mismo sexo, Ulises evitaba las alusiones al pasado y le dirigía preguntas sobre su vida actual.
Muchos, por hartura, intentaban resistirse, pero habían de ceder finalmente ante el gesto triste de las jóvenes.
Las otras no habían dejado en su recuerdo más que una sensación de penosa hartura.
¡Ay! Fácil era aislarse cuando el organismo parece crujir de fatiga y la hartura quita todo encanto a las tentaciones.
El goce animal les había hecho olvidar la realidad por algún tiempo, pero al sobrevenir el cansancio y la hartura, los dos experimentaban la misma decepción del enfermo que ve reaparecer sus dolores luego de un paliativo con el que creía sanar para siempre ¡Y no había más! ¡Y la hora terrible estaba más próxima que antes!.
Tal vez huya él también, como el poeta amante de la diosa, por hartura de felicidad y sed de dolores.
Lo admiramos pero no nos inspira una simpatía familiar, porque fue dichoso en su existencia, tuvo amores con grandes damas, desempeñó altos cargos palaciegos, gobernó un país, vivió en la hartura.
Y esta situación duraba días y días, hasta que llegaba la noticia a los fortines y otra tropa se señalaba en el horizonte, compuesta de jinetes con viejos uniformes, peor armados y montados que el enjambre de indios, los cuales solamente huían por hartura, deseosos de poner en salvo su botín.
Permanecieron los dos en silencio, y Ojeda volvió a tener la misma visión del día anterior ¡Buenos Aires! También este nombre mundial había titilado un instante, como parpadeo de mística lámpara, en la penumbra de la sacristía, evocando la ilusión de una mesa abundante, una mesa de hartura, y en torno de ella una familia robusta y saludable, segura del porvenir, rodeando al sacerdote rico Y allá iban todos, siguiendo el revoloteo de la esperanza, hacia un mundo de fértiles soledades faltas de hombres, llevando como precio de su entrada fuerzas, iniciativas y apetitos: unos sus brazos, otros su inteligencia, otros el ávido capital ansioso de copular con la tierra y reproducirse hasta lo infinito y hasta aquel pobre cura llevaba su misa, su catolicismo español, más serio, más clásico.
Podía estar tranquila, no pensaba hacer nada contra su voluntad: lo que ella quisiera y nada más Deseaba penetrar en su camarote solamente para estrecharla en sus brazos sin miedo a verse sorprendidos por inoportunos transeúntes, para besarla hasta la hartura sin la zozobra que despiertan unos pasos que se aproximan.
Porque juzgo que, por sobra de valor, yerran los primeros, en no ver abismos donde puede haber flores, y tengo para mí que, por hartura de miedo, yerran también los segundos, en no concebir una flor sin que oculte detrás un precipicio.
Y no hay excelencia en lo creado, cuyo valer no estime y pondere en lo justo, ni beldad en quien sin concupiscencia no se complazca, porque tiene ya hartura y plenitud de deleites purísimos, ni riquezas que no mire sin codicia, porque está agraciada y como heredada de los más preciosos dones, y ama sin celos al amor que da Dios a las criaturas, por que las comprende en su mente e imagina que todo el amor que vierte Dios en ellas, le recibe y le guarda para sí propia.
Y los gritos no cesaban: ¡Vamos a desnudarlas! ¡Mueran los ricos! El momento fue horrible, aquello parecía el choque del hambre con la inconsciente insolencia de la hartura.
En las puertas del mundo la impudencia ha escrito este letrero: Posee, y lo demás te será dado con hartura.
Por encima de las botellas, por encima del estante, por encima de los hombros del amo, se veía saltar un gato enorme, que pasaba la mayor parte del día acurrucado en un rincón, durmiendo el sueño de la felicidad y de la hartura.
¡Oh pícaros de cocina, sucios, gordos y lucios: pobres fingidos, tullidos falsos, cicateruelos de Zocodover y de la plaza de Madrid, vistosos oracioneros, esportilleros de Sevilla, mandilejos de la hampa, con toda la caterva innumerable que se encierra debajo deste nombre pícaro! Bajad el toldo, amainad el brio, no os llameis pícaros si no habeis cursado dos cursos en la academia de la pesca de los atunes: allí, allí está en su centro el trabajo junto con la poltronería: allí está la suciedad limpia, la gordura rolliza, la hambre pronta, la hartura abundante, sin disfraz el vicio, el juego siempre, las pendencias por momentos, las muertes por puntos, las pullas a cada paso, los bailes como en bodas, las seguidillas como en estampa, los romances con estribos, la poesía sin acciones: aquí se canta, allí se reniega, acullá se riñe, acá se juega, y por todo se hurta: allí campea la libertad y luce el trabajo: allí van o envían muchos padres principales a buscar a sus hijos, y los hallan, y tanto sienten sacarlos de aquella vida, como si los llevaran a dar la muerte.
Por este camino que he pintado, áspero y dificultoso, tropezando aquí, cayendo allí, levantándose acullá, tornando a caer acá, llegan al grado que desean, el cual alcanzado, a muchos hemos visto que, habiendo pasado por estas Sirtes y por estas Scilas y Caribdis, como llevados en vuelo de la favorable fortuna, digo que los hemos visto mandar y gobernar el mundo desde una silla, trocada su hambre en hartura, su frío en refrigerio, su desnudez en galas, y su dormir en una estera en reposar en holandas y damascos: premio justamente merecido de su virtud.
Con ello cumplo como hombre avisado y como padre cariñoso, y así me encuentro satisfecho, lo que se llama satisfecho hasta la hartura.
Por eso no hay términos hábiles de levantar un espíritu semejante, esclavo de un corpachón atiborrado del único manjar que le sustenta, hasta que la hartura pase y el apetito vuelva.
Entonces llegaron los esclavos con bandejas llenas de manjares y dulces, y los repartieron entre los presentes, que comieron y bebieron hasta la hartura, según es costumbre en los entierros.
¡Al contrario, ¡oh cuervo amigo! al contrario! Y fué el caso que la pulga se encastilló en aquel paraje y se puso a chupar la deliciosa sangre de la mujer hasta llegar a la hartura.
-Sí, en casos de hartura.
Allí asisten el Contento, el Descanso, la Honra, la Hartura y las Riquezas, con todo género de Felicidad.
¡O qué persona! ¡O qué hartura! ¡O qué cara tan venerable! Pero callemos, que se acerca Calisto e tu nueuo amigo Sempronio con quien tu conformidad para mas oportunidad dexo.
En efecto, ninguna de las dos naciones persa y egipcia tienen la costumbre de quemar a sus difuntos, la primera por la razón indicada, diciendo ellos que no es conforme a razón cebar a un dios con la carne cadavérica de un hombre, la segunda por tener creído que el fuego es un viviente animado y fiero, que traga cuanto se le pone delante, y sofocado de tanto comer muere de hartura, juntamente con lo que acaba de devorar.
'''Queriendo perseguir todavía más el lujo y extirpar el ansia por la riqueza, añadió otro tercer establecimiento, que fue el arreglo de los banquetes, haciendo que todos se reuniesen a comer juntos los manjares y guisos señalados, y nada comiesen en casa, ni tuviesen paños y mesas de gran precio, o pendiesen de cortantes y cocineros, engordando en tinieblas, como los animales insaciables, y echando a perder, con la costumbre, los cuerpos, incitados a inmoderados deseos y a la hartura, con necesidad de sueños largos, de baños calientes, de mucho reposo, y de estar como en continua enfermedad.

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