Ejemplos con hambre

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Reloj que levantará a la madrugada, escopeta que no matará el hambre, caballo que llevará a la miseria.
El criado ,- escaparse de ,- para torear ,- venir ,- el capote al hombro ,- con hambre ,- sin dinero.
¡Y cuidado si los españoles de muchachos gozamos cuando nos es dado trabar amistad con algún asno, burro o pollino de los innumerables que en nuestra tierra hay y que llevan sobre sus lomos tantas cargas y son el consuelo y alivio de los pobres! Borriquitos de España, que con vuestro pasito corto andáis y reandáis nuestros caminos polvorientos y abrasados trayendo el agua de la fuente, llevando la ropa al río, la retama al horno, la comida a los segadores y a los mozos de las eras, cabalgadura sumisa de viejos, niños y mujeres, que aguantas ancas, hambre y malos tratos, sobre la que viajan cantando o durmiendo arrieros, gitanos y campesinos: borriquitos de España, alegres y trágicos, bien merecéis que os paguemos el bien que os debemos y el mal que os hacemos con un poco de amor y de piedad.
En él podía la vanidad lo que la ambición o el hambre en otros muchos.
¡Miserables! ¡Tras de que si no fuera por uno, se morirían de hambre! ¡Y todavía hemos de andar aquí en contemplaciones, pedriques y gazmoñerías, para hacer lo que nos dé la gana de nuestra hacienda! |Ah, si yo tuviera los calzones!.
Mire usted, doña Regustiana, que al ver cómo despachaban cuanto había por delante, y al no conocer lo principal y regalona que era aquella gente, cualisquiera creería que mucha de ella había venido a mi casa a matar el hambre.
En fin, que fatalmente se tuvo que morir de hambre.
Froilán Escobar, alias Estudiantón y Aligator, murió de hambre, lo cual cae dentro de la lógica inmanente de las cosas.
Qué súbito es don Pedritocomentó Felicita, claro, tiene hambre atrasada.
¡Entrad conmigo todos! ¡Mis verdaderos hijos sois vosotros! ¡Ayudadme para que pueda saciar vuestra hambre de pan y vuestra sed de justicia! ¡Ayudadme como hijos! ¡Ayudadme como animales hambrientos, como arcángeles o como demonios! ¡Rabiad, ovejas!.
¡Yo hace dos días que no como, y toda el hambre dormida se despierta oyéndote roer!.
¡Una vieja con los ojos encarnados! El loco tiene siempre hambre!.
Fuí toda mi vida un lobo rabioso, y como lobo rabioso quiero perecer de hambre en esta cueva.
¡Hállase firme en dejarse morir de hambre!.
Su pensamiento es dejarse morir de hambre.
¿Ves cómo llora de hambre? Pues así habrá de llorar toda la vida.
Las casas en llamas serán hornos mejores para vuestra hambre que hornos de pan.
Huirían de allí para empezar otra vida, sintiendo el hambre detrás de ellos pisándoles los talones, dejarían a sus espaldas la ruina de su trabajo y el cuerpecito de uno de los suyos, del pobre , que se pudría en las entrañas de aquella tierra como víctima inocente de una batalla implacable.
Las mismas que horas antes hablaban pestes de él, escandalizadas por su apuesta de borracho, le compadecían, se enteraban de si su herida era grave, y clamaban venganza contra aquel muerto de hambre , aquel ladrón, que, no contento con apoderarse de lo que no era suyo, todavía intentaba imponerse por el terror atacando a los hombres de bien.
Y rápidamente se vió otra vez con todos sus muebles sobre el carro, errante por los caminos, en busca de lo desconocido, para crearse otra existencia, llevando como tétrica escolta la fea hambre, que iría pisándole los talones.
Desde que un ladrón muerto de hambre había logrado imponerse a todos ellos, los propietarios se reían, y para vengarse de diez años de forzada mansedumbre, se hacían más malos que el famoso don Salvador.
Era un infeliz, un muerto de hambre , pero muy honrado é incapaz de emparentar con una familia de ladrones.
Y como los náufragos agonizantes de hambre y de sed, que en sus delirios sólo ven mesas de festín y clarísimos manantiales, Batiste contempló imaginariamente campos de trigo con los tallos verdes y erguidos y el agua entrando a borbotones por las bocas de los ribazos, extendiéndose con un temblor luminoso, como si riera suavemente al sentir las cosquillas de la tierra sedienta.
Al que se insolentaba con el tribunal, multa, al que se negaba a cumplir la sentencia, le quitaban el agua para siempre y se moría de hambre.
Cultivarían la tierra ellos mismos, y buscaron jornaleros entre la gente sufrida y sumisa que, oliendo a lana burda y miseria, baja en busca de trabajo, empujada por el hambre, desde lo último de la provincia, desde las montañas fronterizas a Aragón.
Tísicos colchones, jergones rellenos de escandalosa hoja de maíz, sillas de esparto, sartenes, calderas, platos, cestas, verdes banquillos de cama, todo se amontonaba sobre el carro, sucio, gastado, miserable, oliendo a hambre, a fuga desesperada, como si la desgracia marchase tras de la familia pisándole los talones.
Había trabajado en las fábricas, había servido a una familia como doméstica, pero al fin sus hermanas le dieron el ejemplo, cansadas de sufrir hambre, y allí estaba, recibiendo unas veces cariños y otras bofetadas, hasta que reventase para siempre.
¿Tendrás hambre, no es cierto? Se come muy mal por esos caminos.
¡No hay remedio! Me moriré de hambre, y me enterrarán de limosna.
¡Qué entendían ellos de pelear en defensa de la patria, en Tampico, en Veracruz y en Churubusco! ¡Qué les importaba a ellos que se murieran de hambre unas pobres viejas!.

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