Ejemplos con guinda

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Shitsuji-kun tiene el cabello corto, de color lana, con cuernos y orejas de carnero, usa un collar, camisa de manga larga blanca con un chaleco y moño guinda, y la mitad inferior del cuerpo es también de carnero.
Para poner la guinda en el pastel, los Lakeres ganaron el campeonato en el Boston Garden, siendo el único equipo que ha conseguido ganar un título en el pabellón de Boston.
Se puede adornar con una guinda roja en el interior de la copa, o una rodaja de la fruta empleada en el borde.
En seguida el mujeriego es mostrado en un restaurante, donde una Britney Spears camarera que lleva una chaqueta sin mangas de cuero negro, tatuajes en el brazo y pelo largo rojizo oscuro se le acerca, lo levanta de su asiento y comienza a bailar a su alrededor junto a las otras camareras, mientras él le coquetea, luego ambos son mostrados en la cocina del restaurante, donde ella lo empuja sobre uno de los mesones, se sube sugestivamente sobre de él y come una guinda.
Sin duda, la guinda perfecta para terminar un año lleno de trabajo y satisfacciones para Mónica Martínez.
Para poner la guinda a la temporada, Arieta conquistó la Copa del Rey con el Athletic.
Al año siguiente la Fuerza Guinda de Nogales obtuvo el título al derrotar en la final a Trigueros cuatro juegos por dos.
La guinda en el pastel la puso la teatralidad que ostentaban en sus actuaciones, tomada directamente de las performances de y del teatro de vanguardia.
Ángel Guinda, I y II Premio Poesía de Miedo, Antonio Machado.
Forega, Ángel Guinda, Clara Janés, Miguel Labordeta, Antonio Machado, Jorge Manrique, Pablo Neruda, António Osório, Ouka Leele, Vicente Pascual Rodrigo, Jorge de Sena, Àlex Susanna, Ana Cristina Cesar.
Es un poco la guinda del pastel para nosotros cantar un material original de ABBA pero siendo Il Divo.
La voz de Sully derrocha energia, la guitarra sorprende, el bajo marca el ritmo y la bateria pone la guinda a una de las canciones mas famosas de la banda.
Originalmente, dos blancas y una roja, aunque la tonalidad de las bolas blancas es comúnmente más cercana a la del marfil, y el color de la bola roja es parecido al guinda.
A este nombre, que ninguna voz humana había hecho resonar en sus oídos por tanto tiempo, Lucía se encendió y se puso como una guinda, y bajando los ojos, murmuró:.
Aquí el director del , que mientras describía su famoso y complicado golpe no dejaba de engullir trazando a la vez círculos en el aire con el tenedor, se atragantó con una espina, poniéndose súbito más rojo que una guinda.
¡Pues sí, mis queridos lectores técnicos del ! En los primeros años de mi varia y complicada existencia, yo he sido tan labriego como vosotros: yo he manejado millares de veces la azada, el almocafre, la hoz y otros muchos instrumentos de labranza: yo he confiado el grano de oro del trigo o el grano de topacio del maiz a la generosa madre Tierra, y la he visto devolverme al poco tiempo el ciento por uno: yo he sepultado el , que es como quien dice el esqueleto, del albaricoque o de la guinda que me había comido, y luego he visto brotar un verde tallo por el grieteado suelo que cubría aquella fosa, y convertirse el tallo en tronco, y vestirse el tronco de hojas y flores, y trocarse las flores en frutos tan bellos y tan opimos como los del primer año de la Creación: yo he plantado el árido sarmiento que, andando los años, había de ser lujosa parra y darme fresca sombra y apretados racimos: yo he comido pimientos y tomates de las matas que planté y cultivé, y cebollas, y ajos, y calabazas y pepinos sembrados por mí, y.
Sólo había tenido tiempo de leer algunas líneas Amparo, y se había puesto encendida como una guinda.
El día de despedida gustaron de unas guindas en aguardiente que regaló el cura, y Milmarcos, a fuer de señor hospitalario, brindó con una guinda al noble huésped, diciéndole con solemnidad: «¡Qué no diera yo, señor, por poder acompañarle a esa expedición, que pienso ha de ser sonada, moño! ¿Pero a dónde voy yo con mi pata de palo? Los cojos, moño, no servimos más que para estarnos en casa haciendo empleita, acordándonos de que así como tejemos hoy el esparto, tejimos un día la historia de España.
En los dos o tres bailes de trajes a que había asistido, en el que dio Viodal para inaugurar sus cuatro elementos, Rosario puso raya luciendo trajes españoles, ya el de Rosina en el Barbero, ya el de la que llaman duquesa de Alba en los tapices de Goya, ya el de la infanta Sánchez Coello, ya el picante calañés y la chaquetilla torera de terciopelo guinda que en sus juventudes ostentara Eugenia de Montijo.
La estructura y proporciones del casco, que así expresaba la robustez como la ligereza, el extraño y novísimo corte de la proa, rematada en forma tajante como un terrible ariete para partir en dos a la nave enemiga, la colocación airosa de los tres palos, la altísima guinda de estos, el conjunto, en fin, de armonía, fuerza y hermosura, le dejaron asombrado y suspenso.

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