Ejemplos con grupos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cabildeos por acá, reuniones por allá, ofertas de este lado, súplicas del otro, grupos en aquel rincón, voces en este pasillo, citas a deshora, carruajes que van, personajes que intervienen.
Iba al Congreso en los días que precedieron a su solemne apertura, y en sus alfombrados salones y pasillos, y en cada uno de los infinitos grupos de diputados, periodistas, altos funcionarios y otras gentes de mucha nota, que se formaban aquí y allá, hablábase de todo menos de su llegada, de su caudal o de su.
Los jefes de los diversos grupos electorales preferían ser engañados sirviendo al Gobierno, a ser servidos a medias por un charlatán con el desacreditado título de candidato.
En el camino huía de todas ellas como de un tropel de furias, y únicamente sentíase tranquila al verse dentro de la fábrica, un caserón antiguo cerca del Mercado, cuya fachada, pintada al fresco en el siglo XVIII, todavía conservaba entre desconchaduras y grietas ciertos grupos de piernas de color rosa y caras de perfil bronceado, restos de medallones y pinturas mitológicas.
Pasaban los grupos de airosas hilanderas con un paso igual, moviendo garbosamente el brazo derecho, que cortaba el aire como un remo, y chillando todas a coro cada vez que algún mocetón las saludaba desde los campos vecinos con palabras amorosas.
Los palos seguían en alto, relucían las navajas en los grupos, pero nadie se aproximaba a Batiste, y éste retrocedió lentamente de espaldas, enarbolando el ensangrentado taburete.
Los enormes chopos que rodeaban la taberna daban sombra a los animados grupos.
Los músicos rompieron a tocar un vals juguetón y alegre, colocándose detrás del féretro, y después de ellos abalanzáronse por el camino, formando apretados grupos, todos los curiosos.
En torno a cada caballería cuya venta se estaba ajustando se formaban grupos de gesticulantes y parlanchines labriegos en mangas de camisa, con una vara de fresno en la diestra.
Acompañábales el maestro hasta la plazoleta del molino, que era una estrella de caminos y sendas, y allí deshacíase la formación en pequeños grupos, alejándose hacia distintos puntos de la vega.
Al atardecer avanzaban por los caminos, orlados de álamos con inquieto follaje de plata, grupos de muchachas que llevaban su cántaro inmóvil y derecho sobre la cabeza, recordando con su rítmico paso y su figura esbelta a las canéforas griegas.
Grupos de jinetes mezclados con jóvenes oficiales de caballería caracoleaban por entre los carruajes, tendiéndose algunas veces sobre el cuello de sus cabalgaduras para hablar al través de una portezuela.
Los balcones estaban adornados con antiguas colgaduras de sólidos colores, las bocacalles vomitaban sin cesar nuevos grupos en el compacto gentío, y los pájaros que anidaban en los árboles del Mercado huían ante la granujería que, montada en las ramas, silbaba y gritaba a los de abajo, con la confianza del que está en su propia casa.
¡Qué tardes tan hermosas las de aquella primavera! Salían de casa a la hora en que correteaban por las calles los grupos de criadas, con sus faldas almidonadas y al cuello el ondeante pañuelito de seda, seguidas por los soldados de caballería, de escandalosas espuelas, torpe paso y embarazados por el sable, como si fuese un pesado garrote.
Algunas madres de la vecindad, con su tropel de muñecos voceadores, y grupos de curas y aficionados a la clase sacerdotal, destacando sobre el verde la mancha negra de sus trajes, hablando con misterio de lo malos que están los tiempos, del prisionero del Vaticano y del verdadero rey que vive en Venecia.
Otros grupos de paseantes destacábanse a lo lejos como hormigas trepadoras.
Los convidados de doña Manuela veían a poca distancia los famosos Silos de Burjasot, gigantesca plataforma de piedra, cuadrada meseta agujereada a trechos por la boca de los profundos depósitos y en la cual hormigueaba un enjambre alegre y ruidoso: corros en que sonaban guitarras, acordeones y castañuelas acompañando alborozados bailes, grupos de gente formal entregada sin rubor a los juegos de la infancia, docenas de muchachos ocupados en dar vuelo a sus cometas con grotescos figurones pintados, que al remontarse moviendo los inquietos rabos hacían el efecto de parches aplicados al azul cutis del infinito y daban al paisaje un aspecto chinesco de abanico o de pañolón de Manila.
Juanito tenía presente los enormes monos trepando por un tronco, con el lomo apelillado y calvo, y los pájaros vistosos, a quienes no se podía quitar el polvo sin que cayesen las plumas, adquisiciones de almoneda, que convertían en un arca de Noé el gran salón, con su techo al fresco, donde jugueteaban amorcillos descoloridos y macilentos por la pátina de un siglo entero, y con sus enormes consolas doradas sobre las cuales se ostentaban grupos de frutas contrahechas, uvas y melocotones, cuya cera perdía los vivos colores bajo la capa de los años.
Era un desfile brillante de autoridades y uniformes, que admiraba a los papanatas, grupos de chicuelos y mujeres se agolpaban ante los Eccehomos que se exhibían en las calles sobre un pedestal: imágenes manchadas con brochazos de sangriento bermellón, la corona de espinas sobre las lacias y polvorientas melenas que agitaba el viento, una caña entre las manos y a los pies una bandeja con céntimos y un viejo pedigüeño.
Las llamas iban extinguiéndose, la plaza estaba cada vez más obscura y los chiquillos desertaban en grupos, bucando otras que no hubiesen llegado al período de la agonía.
El disfraz de labrador era un pretexto para toda clase de expansiones brutales, y acompañados por el retintín de los cascabeles de las ligas, trotaban los grupos de zaragüelles planchados, chalecos de flores, mantas ondeantes y tiesos pañuelos de seda.
Y continuó la conversación entre el ama y la sirvienta, mientras ésta, con delantal blanco y haciendo crujir los bajos almidonados y tiesos de su saya, iba del aparador a la mesa, colocando el centro de plata Meneses con sus grupos de flores, las pilas de platos de charolada blancura, las botellas talladas del agua y el vino, y las copas esbeltas, casi aéreas, con su pie azul, y tan frágiles, que sobre el mantel no trazaban sombra alguna.
Sobre la mesa veíanse, formando círculo, varias bandejas con pasteles de espuma, blancos en su base, destilando almíbar, dorados suavemente en sus dentelladas crestas, y entre los cuales asomaba la tarjeta del que enviaba el dulce recuerdo, dos grandes tortadas ostentando en su superficie de azúcar pulido como un espejo frutas confitadas en caprichosos grupos, y en el centro de la mesa el ramillete de casa Burriel, arquitectura de turrón, y merengue que afectaba la forma de un castillo surgiendo de un montón de flores y rematado por una bailarina que, montada sobre un alambre, danzaba temblorosa sobre la obra maestra de confitería.
Llegaban en grupos, escalonando sus viajes por meses, cual hordas hambrientas que con la mirada querían devorarlo todo.
Y subieron a la acera de la Lonja, pasando por entre los grupos de gente menuda que, con un dedo en la boca o hurgándose las narices, contemplaba respetuosamente los pastorcillos de Belén y los Reyes Magos hechos de barro y colorines, estrellas de latón con rabo, pesebres con el Niño Jesús, todo lo necesario, en fin, para arreglar un Nacimiento.
Más allá, sobre el revoltijo de toldos, el tejado de cinc del mercadillo de las flores, a la derecha, las dos entradas de los pórticos del Mercado Nuevo, con las chatas columnas pintadas de amarillo rabioso, en el lado opuesto, la calle de las Mantas, como un portalón de galera antigua, empavesada con telas ondeantes y multicolores que las tiendas de ropas cuelgan como muestra de los altos balcones, en torno de la plaza, cortados por las bocacalles, grupos de estrechas fachadas, balcones aglomerados, paredes con rótulos, y en todos los pisos bajos, tiendas de comestibles, ropas, drogas y bebidas, luciendo en las puertas, como título del establecimiento, cuantos santos tiene la corte celestial y cuantos animales vulgares guarda la escala zoológica.
Ella se adelantó a mis deseos, y una tarde, sentada al pie del naranjo, mientras disponía sobre sus rodillas un haz de violetas, separando las que estaban marchitas y comidas de gusanos, cercenándoles el tallo y hacinándolas en grupos, me dijo:.
Encontramos nuevos grupos que iban a toda prisa, sin duda para ganar puesto en la capilla.
Los serenos apagaban sus linternas, y grupos de mujeres y niños iban apresurados hacia el templo.
Tenduchas solitarias, alumbradas por un farolillo, casucas de madera deshabitadas y miserables, expendios de bebidas y comestibles, donde grupos de obreros y campesinos charlaban y fumaban frente a un vaso de toronjil o de naranja amarga.

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