Ejemplos con gratísimo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En sus tejidos modernos se abren amplias avenidas de grandes construcciones con abundancia de hermosos parques y jardines entre los que sobresale el gratísimo Parque de La Piedad.
Este discurso, pronunciado de un solo aliento, produjo efecto gratísimo en la reunión a juzgar por la disposición a la alegría que se manifestó inmediatamente en todos los rostros.
Este estímulo le tenía ya en Arturo, en su recuerdo gratísimo.
Otras exclamaban de pronto: ¡Y cuando tengas un niño! Entonces la novia sentía un vuelco gratísimo en el corazón, sus manos temblaban y echaba una rápida mirada a las costureras temiendo que hubiesen advertido su emoción.
Desenfadado, locuaz, gratísimo a las damas, poseía cuanto es menester para una brillante carrera política, y él la iniciaba con el arte instintivo, netamente español, de dejarse querer.
Hallábase doña Celia en el gratísimo pasatiempo de arreglar sus vergeles, cuando vio entrar al buen don Mariano con cara de amargura y consternación.
Replicó Fernando que el trato de las familias de Castro y de Navarridas era para él gratísimo, y aseguró que no había conocido nunca sociedad mejor.
Pero de quien conserva don Juan recuerdo gratísimo es de Mónica, cocinera que guisó para él durante muchos años.
Al poco rato volvió con una cazuela de sopas, cuyo gratísimo olor despertó en Sarmiento las más dulces sensaciones y una generosa reconciliación con la vida.
Razón, y no poca, tenía el señor Pepe el Cerote para sentirse con la boca un tantico amarga en el momento en que lo sacamos a relucir, que sabido es que nunca supieron a nadie a azúcar de pilón, ayunos de los que nada tienen que ver con los que la Iglesia impone, y la mañana a que nos referimos en vano exploraron los ojos de nuestro ya casi caduco protagonista los rincones donde, cuando el día anterior había tenido el matrimonio algo con que hacer por la pícara existencia, solía encontrar también algo en que emplear, de modo gratísimo, sus desdentadas encías.
Y así se determinaba en aquéllos, pocos y muy escogidos, ese estado gratísimo en que el pensamiento no atormenta, antes parece disolverse en neblina dorada.
Este estímulo le tenía ya en Arturo, en su recuerdo gratísimo.
Sus servicios fueron eficaces y dejaron de aquel hombre, en Navarro, un recuerdo gratísimo.
Hay días serenos, hermosos en que el aire arrebata mi voz y mis suspiros, en que toda la naturaleza es himno silencioso y gratísimo: mis oídos no lo perciben pero sí el corazón.
Aquí hay ese gratísimo no sé qué, inexplicable en todas las lenguas, perceptible para algunas almas tiernas, sensibles y egregias, y que, por lo mismo, se le llama con un nombre que nada expresa -poesía.
A la escalera llegaba gratísimo olor de claveles y rosas, accidente relativo a ella que parecía ella misma.
Por supuesto, que no ha de dirigir la palabra a la Madre de Dios sin llamarla antes turris eburnea y regina cæli, y ¡guay de él! si no exclama por tres veces al encontrarse con el Padre Eterno: ¡Sanctus! ¡Sanctus! ¡Sanctus! Tal es la opinión de un escritor ilustre que sostiene ser la lisonja claro indicio de buena educación en el hombre, y que escuchar piropos es gratísimo no sólo a oídos humanos, sino hasta a los divinos.
En la casa de huéspedes reinaba silencio gratísimo, en cuyo seno, como pez en el agua, la mente prolífica de D.
-Pues le diré a usted, señor don Ramiro: voy siendo ya muy viejo, llevo muchos años de retiro y de devorar en silencio la pena, por no decir despecho, que me causa el desdén y menosprecio con que mira el siglo que corre a los hombres de nuestra procedencia, y me he dicho: «¿será preciso que yo me muera sin el placer gratísimo de desahogar mi pecho junto al del hombre en quien se reconcentran todos mis afectos amistosos, sin decirle: he aquí vinculada en este corazón toda la lealtad con que fue adicta a tu familia durante siglos enteros la mía?» Y con tal fe me lo dije, don Ramiro, tan ardiente llegó a ser mi deseo, que en el acto monté a caballo.

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