Ejemplos con graciosamente

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los personajes de cada espectáculo están graciosamente delineados y sorprenden por su cantidad y diversidad.
Una estrella de la revista completamente aniñada bailabajo la luz de los focos en piruetas graciosamente femenina.
La cola es larga y delgada, curvándose graciosamente hacia arriba.
El lenguaje es terso, nervioso, eficiente, con inflexiones graciosamente locales, justo lo suficientemente empleadas para darle color y autenticidad.
Era tonta e inmensamente feliz , juzga Arendt, que se le permitiese graciosamente participar.
Es bueno conocer el momento de abandonar graciosamente una reclamación infructuosa, y pronto me convencí que en aquellas circunstancias, la mía era.
Friendship: De lo alto del campo saldrá una bola disco de baile y una melodía se empezara a escuchar la cual él bailara graciosamente.
Su biblioteca personal, con manuscritos y documentos, fue graciosamente cedida a la Real Biblioteca do Rio de Janeiro, más tarde rebautizada como Biblioteca Nacional de Brasil.
en region tan remota como Terranova han aprendido los salvages montañeses con la comunicación que tienen con los marineros bascongados, que van cada año por el pescado bacalao, que entre otras cosas preguntándoles en bascuence: nola zaude, como estás: responden graciosamente: Apaizac obeto, los clérigos mejor: sin saber ellos, qué cosa es clérigo, sino por haberlo oido.
Lo interesante era volver a contemplar su rostro, mirarse en sus ojos claros, acariciadores y graciosamente irónicos.
El monarca sarraceno le entregaba Jerusalén graciosamente, y el Papa volvía a excomulgar a Federico por haber conquistado los Santos Lugares sin derramamiento de sangre.
Sólo cuando llegó el clero con cruz alzada y el mismo sacerdote se metió en el barranco hasta las rodillas, se decidieron a acercarse, y uno tras otro fueron depositando su hostia en el copón, retirándose luego, de ola en ola, moviendo graciosamente sus colitas.
¡Oh, Teri! ¡Teri! Sus ojos encontraban también una semejanza fraternal en el cuello esbelto y ligeramente inclinado, lo mismo que el vástago de una flor que se ladea graciosamente bajo su peso, en las manos de blancura de hostia, con uñas abombadas y brillantes, parecidas a pétalos de rosa.
Algunos, con inagotable generosidad, sentían el deseo de hacer partícipes de su estupenda fortuna a todos los allegados, y cada mañana admitían un nuevo socio, ofrecían graciosamente una parte a un nuevo auxiliar, hasta el punto de no saber con certeza qué restaría para ellos, los geniales inventores.
Gonzalo, antes de ponerse a la mesa, bromeó graciosamente, tanto con ella como con su mujer.
De la tienda salió una señora joven que parecía la dueña, y graciosamente invitó al Rey a que pasara, si quería descansar.
Al volver hizo la plancha, meciéndose graciosamente sobre las movibles ondas.
Puntual acudí a la mañana siguiente, ya mejoradito de ropa, que adquirí a bajo precio en un bazar de elegancias económicas, y las primeras palabras del Marqués fueron para felicitarme graciosamente por mis aventuras en la casa de , que acababa de leer en las cartas que yo mismo he traído.
El venerable capellán, cuyo nombre abreviaba graciosamente Leoncio Ansúrez llamándole , cuidaba de Santiuste, le procuraba los mejores alimentos, y hacía por levantarle los espíritus con su ingeniosa charla, entreverando burlas y veras al referir los incidentes de aquella parte de la campaña.
¡Nunca más hermosa! Vestía ligero traje de muselina, y estaba graciosamente envuelta en un rebozo que cruzándose flojo y llena de pliegues en el pecho de la joven dejaba caer hacia atrás, sobre los hombros, las flecadas puntas.
Llegaba vestida de nuevo con saya negra de estameña que dejaba ver medias blancas y finas, delantal bordado de flores, dengue de pana, corales a la garganta, y ceñida la cabeza con un pañuelo colorado de seda cuyos flecos le caían graciosamente sobre las sienes.
Las hermanitas, vestidas unas veces con trajes de sociedad, obra de una modista francesa, y que todavía estaban por pagar, graciosamente disfrazadas otras de labradoras, de o de calabresas, Rafael, de etiqueta, embutido en un gabán claro, tan corto de faldones que parecía una americana, y la mamá satisfecha del éxito alcanzado por sus niñas, y a pesar del cansancio, sonriente y majestuosa con su vestido de seda, que crujía a cada paso, y encima el amplio abrigo de terciopelo, Juanito contemplaba con el cariño de un padre este desfile desmayado que iba en busca de la cama, arrojando al paso en las sillas los adornos exteriores.
Peinaba graciosamente sus cabellos, y solía adornarse con alguna flor, de ordinario con entreabierto capullo de rosa, purpúreo o blanco, que hacía parecer más intensa la negrura de aquel pelo sedoso, negro como las alas del cuervo.
Ella, sonriendo, las retiró, diciéndome graciosamente:.
Y después, por una de esas volubilidades de la fantasía, me imaginé que era el amanecer, que el altar estaba adornado con rosas blancas, que resplandecía iluminado con centenares de luces, y que una joven, en traje de boda, oraba en un reclinatorio, una joven elegantísima, no sé si Angelina o Gabriela, cubierta graciosamente con el velo nupcial.
Era un tipo esencialmente madrileño, masa que el tiempo y la fortuna modelan a su antojo con las suaves líneas de la dama o con los rasgos graciosamente duros de la chula.
Sobre la verja se inclinaba añoso olivo, donde nidaban mil gorriones alborotadores, que a veces azotaban y sacudían el ramaje con su voleteo apresurado, y hacíale frente una enorme mata de hortensia, mustia y doblegada por las lluvias de la estación, graciosamente enfermiza, con sus mazorcas de desmayadas flores azules y amarillentas.
, ¡se lo habrian dicho desde el primer momento!—Mostrábase, sin embargo, enteramente tranquila, y hasta se la vió sonreir graciosamente en contestacion a no sé qué cosa que su atribulada madre le dijo en ademan de súplica.
Geranios, rosales de pitiminí y clavellinas, todo florido, pues ya he dicho que estábamos en Mayo, vimos nosotros en aquellos dos jardinillos tan graciosamente imaginados y dispuestos.
Llevaban unas turbantes egipcios, otras plumas blancas puestas con mucho donaire, las más, jirafas de todos tamaños, adornadas con flores azules o blancas, guardando unión con el color del traje, y algunas tenían lazos de oro graciosamente colocados.

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