Ejemplos con generosos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las preocupaciones y peligros de estas empresas no se traslucían nunca en su rostro jovial y sus ademanes generosos.
Se asomó a la cocina, inmensa dependencia donde se preparaban en otros tiempos los famosos banquetes de los Febrer, rodeados de parásitos y generosos con todos los amigos que llegaban a la isla.
Sólo que aquellos ladrones obraban de frente, a pecho descubierto, eran bravos y generosos, o, lo que es lo mismo, nobles, y estos otros ladrones son cobardes, traicioneros, alevosos, miserables, taimados, bellacos, amigos de la encrucijada y la asechanza.
Si los señores, tan generosos siempre, decidiesen darle educación, enviarla a un colegio y hacer ver a Juana que se interesan por la niña, no sería extraño que esta mujer, en parte por egoísmo, en parte por vanagloria, cambiase de sentimientos y concluyese muy pronto por alardear de tener una hija que va para señorita.
En la Iglesia, el espíritu de disciplina se engendra en el ámbito de los afectos generosos, es la voluntad de sacrificio.
Pero donde no cabe la transformación total, cabe el progreso, y aun cuando supierais que las primicias del suelo penosamente trabajado, no habrían de servirse en vuestra mesa jamás, ello sería, si sois generosos, si sois fuertes, un nuevo estímulo en la intimidad de vuestra conciencia.
¿No la veréis vosotros la América que nosotros soñamos, hospitalaria para las cosas del espíritu, y no tan sólo para las muchedumbres que se amparen a ella, pensadora, sin menoscabo de su aptitud para la acción, serena y firme a pesar de sus entusiasmos generosos, resplandeciente con el encanto de una seriedad temprana y suave, como la que realza la expresión de un rostro infantil cuando en él se revela, al través de la gracia intacta que fulgura, el pensamiento inquieto que despierta?Pensad en ella a lo menos, el honor de vuestra historia futura depende de que tengáis constantemente ante los ojos del alma la visión de esa América regenerada, cerniéndose de lo alto sobre las realidades del presente, como en la nave gótica el vasto rosetón que arde en luz sobre lo austero de los muros sombríos.
Todo elemento noble de aquella civilización, todo lo que la vincula a generosos recuerdos y fundamenta su dignidad históricael legado de los tripulantes del , la memoria de los patricios de Virginia y de los caballeros de la Nueva Inglaterra, el espíritu de los ciudadanos y los legisladores de la emancipación, quedarán dentro de los viejos Estados donde Boston y Filadelfia mantienen aún, según expresivamente se ha dicho, el palládium de la tradición washingtoniana.
Inútilmente buscó, con los más generosos ofrecimientos, un caballo, un simple carretón tirado por una bestia cualquiera, para continuar su viaje.
El, hombre de razón, sólo había sabido burlarse de los entusiasmos generosos y desinteresados de los otros hombres, encontrando inmediatamente su parte flaca, su falta de adaptación a las realidades del momento ¿Con qué derecho reía de su piloto, que era un creyente y soñaba, con la pureza de un niño, en una humanidad libre y feliz? ¿Qué podía oponer él a esta fe, aparte de sus burlas estúpidas?.
Inglaterra nos indemnizará Los ingleses son generosos.
La acción del viajero le causaba el gozo íntimo que suelen los rasgos generosos en las almas no gastadas aún.
Estaban las tres amigas en aquella pura edad en que los caracteres todavía no se definen: ¡ay, en esos mercados es donde suelen los jóvenes generosos, que van en busca de pájaros azules, atar su vida a lindos vasos de carne que a poco tiempo, a los primeros calores fuertes de la vida, enseñan la zorra astuta, la culebra venenosa, el gato frío e impasible que les mora en el alma!.
Era el obstáculo con que tropezaban los planes generosos del porvenir.
En vano buscó la jardinera, no era fácil encontrar pechos generosos que diesen su leche por poco precio.
Los que eran generosos como Tavera levantaban palacios y protegían al Greco, a Berruguete y otros artistas, creando en Toledo un Renacimiento, eco del de Italia, los avarientos como Quiroga reducían los gastos de la fastuosa iglesia para convertirse en prestamistas de los reyes, dando millones de ducados a aquellos monarcas austriacos en cuyos inmensos dominios no se ponía el sol, pero que se veían obligados a mendigar apenas retrasaban su viaje los galeones de América.
Y de una terrible bofetada arrojóle al suelo cuan largo era y lanzóse luego sobre él, dando roncos gritos de furor, vomitando contra el padre y la madre y el niño mismo horrendos insultos, que parecían hincharle la garganta como si no hubiera en ella espacio bastante para arrojarlos, dándole puñadas, pateándole todo el cuerpo, mesándole los cabellos y sacudiéndole la cabeza contra las rocas, hasta que, rendido y jadeante, viose de improviso las manos manchadas de sangre Entonces dio un paso atrás, pálido y descompuesto, y sucedióle al punto, en un segundo, lo que sucede a todos los corazones generosos cuando pasa en ellos el vértigo horrible de la venganza y ven ya a su víctima indefensa y aniquilada, tendida a sus pies: una gran piedad hacia aquel pobre niño, en quien había querido él, sin conseguirlo del todo, acumular el odio inmenso que profesaba a su padre, invadió su pecho y despertó su razón, y con voz queda, enternecida casi, alargóle su propio pañuelo, diciendo:.
¿A quién había de amar ella en estos lugares? Si hasta los veintiocho años había vivido sin prendarse de hombre alguno ¿no era probable, casi evidente, que viviría ya de la misma manera el resto de su vida? Todo aquel brío de voluntad, todo aquel tesoro de amor que yo descubría en su pecho, todos aquellos pensamientos elevados y generosos que agitaban su mente, todas aquellas aspiraciones sin nombre, infinitas, divinas, que germinaban en su espíritu, en perenne primavera ideal, todas aquellas flores celestiales, nacidas en el huerto sellado de su fantasía y cultivadas con esmero por su recto juicio, propenso por naturaleza, educación y gracia, a lo santo y puro ¿a quién había ella de dedicarlos y consagrarlos? A Dios, y nada más que a Dios, pensé yo.
¿Será cierto que el dolor es el triste patrimonio de la mísera humanidad? ¿Será cierto que no es posible la realización de nuestros más nobles deseos? Malógrense enhorabuena los planes del malvado, disípense como la niebla los proyectos del perverso, pero ¿por qué han de ser inútiles y vanos todos los pensamientos generosos, todas las desinteresadas aspiraciones de la juventud? ¿Será cierto que la maldad nos acecha por todas partes? ¿Será verdad que el vicio se disfraza con el blanco traje de la virtud, y que la flor más bella está comida de gusanos? ¿Si es una verdadera miseria vivir en la tierra, no es mejor morir cuando no hemos probado aún las amarguras de la vida?.
Los más generosos empezaban a poner mala cara, y los cicateros, cuando se les iba a cobrar la cuota, decían que no estaban en casa.
Tan graves sucesos y acusadoras especies despertaron aquella mañana de su tranquilo sueño al noble y valeroso Venegas, el cual, no diremos que sin encomendarse a Dios ni al diablo, pero sí que dejándose llevar más de sus generosos arranques que de miedo a la vil calumnia, corrió a la casa incendiada, arengó a algunos albañiles, metióse entre el humo y el fuego, trepó al piso principal por una escalera de mano, llegó al despacho de D.
, y, por resultas de todo ello, el buen hijodalgo, hombre de entero corazon y encumbradas ideas, se consumia en aquel decaido y sedentario pueblo, no sabiendo qué hacerse de sus rentas ni de su sangre, ansiosas de correr en empeños nobles y generosos.
—Bien tendrás que llorar, replicó el turco, si en esas contemplaciones entras, porque los que vieron habrá dos años a esta nombrada y rica isla de Chipre en su tranquilidad y sosiego, gozando sus moradores en ella de todo aquello que la felicidad humana puede conceder a los hombres, y ahora los ven, o contemplan o desterrados della, o en ella cautivos y miserables, ¿cómo podrán dejar de no dolerse de su calamidad y desventura? Pero dejemos estas cosas, pues no llevan remedio, y vengamos a las tuyas, que quiero ver si le tienen, y así te ruego por lo que debes a la buena voluntad que te he mostrado y por lo que te obliga el ser entrambos de una misma patria, y habernos criado en nuestra niñez juntos, que me digas ¿qué es la causa que te trae tan demasiadamente triste? que puesto caso que sola la del cautiverio es bastante para entristecer el corazon mas alegre del mundo, todavía imagino que de mas atras traen la corriente tus desgracias, porque los generosos ánimos como el tuyo no suelen rendirse a las comunes desdichas tanto que den muestras de estraordinarios sentimientos: y háceme creer esto, el saber yo que no eres tan pobre que te falte para dar cuanto pidieren para tu rescate, ni estás en las torres del mar Negro, como cautivo de consideracion que tarde o nunca alcanza la deseada libertad: así que no habiéndote quitado la mala suerte las esperanzas de verte libre, y con todo esto verte rendido a dar miserables muestras de tu desventura, no es mucho que imagine que tu pena procede de otra causa que de la libertad que perdiste, la cual causa te suplico me digas, ofreciéndote cuanto puedo y valgo, quizá para que yo te sirva ha traido la fortuna este rodeo de haberme hecho vestir deste hábito, que aborrezco.
—Por mas ventura tuviera, valeroso caballero, que me llevaras contigo a Ingalaterra, que no que me enviaras a España, porque aunque es mi patria, y no habrá sino seis dias que della partí, no he de hallar en ella otra cosa que no sea de ocasiones de tristezas y soledades mias: sabrás, señor, que en la pérdida de Cádiz, que sucedió habrá quince años, perdí una hija que los ingleses debieron de llevar a Ingalaterra, y con ella perdí el descanso de mi vejez y la luz de mis ojos, que despues que no la vieron, nunca han visto cosa que de su gusto sea: el grave descontento en que me dejó su pérdida y la de la hacienda, que tambien me faltó, me pusieron de manera, que ni mas quise, ni mas pude ejercitar la mercancía, cuyo trato me habia puesto en opinion de ser el mas rico mercader de toda la ciudad: y así era la verdad, pues fuera del crédito, que pasaba de muchos centenares de millares de escudos, valia mi hacienda dentro de las puertas de mi casa mas de cincuenta mil ducados: todo lo perdí, y no hubiera perdido nada, como no hubiera perdido a mi hija: tras esta general desgracia, y tan particular mia, acudió la necesidad a fatigarme hasta tanto que no pudiéndola resistir, mi mujer y yo, que es aquella triste que allí está sentada, determinámos irnos a las Indias, comun refugio de los pobres generosos, y habiéndonos embarcado en un navío de aviso seis dias ha, a la salida de Cádiz dieron con el navío estos dos bajeles de cosarios, y nos cautivaron, donde se renovó nuestra desgracia y se confirmó nuestra desventura, y fuera mayor si los cosarios no hubieran tomado aquella nave portuguesa, que los entretuvo hasta haber sucedido lo que él habia visto.
Diego de Carriazo, hijo del mismo, caballero del hábito de Alcántara el padre, y el hijo a pique de heredarle con su mayorazgo, no ménos gentil en el cuerpo que en el ánimo, y con todos estos generosos atributos verle enamorado, ¿de quién, si pensais? ¿De la reina Ginebra? no por cierto, sino de la almadraba de Zahara, que es mas fea a lo que creo que un miedo de Santo Anton.
Casi al alba seria cuando el escuadron se deshizo, mas no el enojo que los manchegos tenian, viendo lo poco que habia aprovechado su música, con el cual se fueron a casa de cierto caballero amigo suyo, de los que llaman generosos en Salamanca, y se sientan en cabecera de banco, el cual era mozo, rico, gastador, músico, enamorado, y sobre todo amigo de valientes, al cual le contaron muy por estenso su suceso sobre la belleza, donaire, brio y gracia de la doncella, juntamente con la gravedad y fausto de la tia, y el poco o ningun remedio que esperaban para gozarla, pues el de la música, que era el primero y el postrer servicio que ellos podian hacerla, no les habia aprovechado ni servido de mas que indignarla, con el disfame de la vecindad.
Mal cristiano eres, Sancho dijo, oyendo esto, don Quijote, porque nunca olvidas la injuria que una vez te han hecho, pues sábete que es de pechos nobles y generosos no hacer caso de niñerías.
Contó Sancho más de sesenta zaques de más de a dos arrobas cada uno, y todos llenos, según después pareció, de generosos vinos, así había rimeros de pan blanquísimo, como los suele haber de montones de trigo en las eras, los quesos, puestos como ladrillos enrejados, formaban una muralla, y dos calderas de aceite, mayores que las de un tinte, servían de freír cosas de masa, que con dos valientes palas las sacaban fritas y las zabullían en otra caldera de preparada miel que allí junto estaba.
Si no, dígame vuesa merced: ¿por cuál de las mentecaterías que en mí ha visto me condena y vitupera, y me manda que me vaya a mi casa a tener cuenta en el gobierno della y de mi mujer y de mis hijos, sin saber si la tengo o los tengo? ¿No hay más sino a troche moche entrarse por las casas ajenas a gobernar sus dueños, y, habiéndose criado algunos en la estrecheza de algún pupilaje, sin haber visto más mundo que el que puede contenerse en veinte o treinta leguas de distrito, meterse de rondón a dar leyes a la caballería y a juzgar de los caballeros andantes? ¿Por ventura es asumpto vano o es tiempo mal gastado el que se gasta en vagar por el mundo, no buscando los regalos dél, sino las asperezas por donde los buenos suben al asiento de la inmortalidad? Si me tuvieran por tonto los caballeros, los magníficos, los generosos, los altamente nacidos, tuviéralo por afrenta inreparable, pero de que me tengan por sandio los estudiantes, que nunca entraron ni pisaron las sendas de la caballería, no se me da un ardite: caballero soy y caballero he de morir si place al Altísimo.
Un príncipe conozco yo que puede suplir la falta de los demás, con tantas ventajas que, si me atreviere a decirlas, quizá despertara la invidia en más de cuatro generosos pechos, pero quédese esto aquí para otro tiempo más cómodo, y vamos a buscar adonde recogernos esta noche.

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