Ejemplos con generosidad

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Desde luego no supe qué decir, pero, a poco, Dios me concedió bastante serenidad y reflexión para responderle: Señora: le agradezco, con emoción no traducible en palabras, su generosidad, generosidad que no acepto, ni aceptaré, no tanto por mí, cuanto por usted y su buena memoria.
Ganoso de no quedarse atrás de Colmenar en generosidad, amén de señalar pingües alimentos a Lucía, le regaló una suma redonda, destinada a invertirse en el viaje de novios, cuyo itinerario trazó Miranda, comprendiendo a París y a ciertas bienhechoras aguas minerales, recetadas tiempo atrás por Rada, como remedio soberano para la diátesis hepática.
Esta singularidad de carácter, junta a su rara generosidad y a su valor temerario, han acabado por granjearle el cariño de todo el mundo, sólo que nadie puede expresárselo como quisiera, porque Pablo huye de las gentes, pasa los días en una taciturnidad sombría, y a pesar de que padece mucho todavía a causa de sus heridas, a nadie acude para curarse limitándose a pedir a los labradores montañeses o a los aldeanos que pasan, algunas provisiones a cambio del producto de su plantación.
Si conozco que un sacerdote que se consagra a la cura de almas debe vivir de algo, considero también que puede vivir sin exigir nada, y contentándose con esperar que la generosidad de los fieles venga en auxilio de sus necesidades.
Su compañero, el señor Fidel, descansaba tranquilo, alabando su generosidad.
Además, pensó en que sería este sacrificio digno de la generosidad que con él tenía su hermano.
Y dejando a los reyes, ¡no hay poco que decir de los grandes señores, nobles como príncipes, que mostraron su generosidad con la Iglesia Primada! Don Lope de Haro, señor de Vizcaya, no contento con costear la construcción del templo desde la puerta de los Escribanos hasta el coro, nos regala la villa de Alcubilete, con sus molinos y pesquerías, y deja dotación para que en el coro, al rezarse las completas, arda esa vela que llaman la Preciosa , y que se coloca en el águila de bronce del gran atril.
Hasta pensónovedad extrañaentrar por primera vez en la taberna para beber un vaso de vino cara a cara con sus enemigos, pero las dos libras de multa las llevaba en el corazón, y se arrepintió de su generosidad.
Tildó su excesiva generosidad de desatino, de imprevisión y de censurable despilfarro.
No tenía mujer ni hijos, ¿para quién, pues, las fabulosas riquezas que aquellos miserables se imaginaban en poder de don Eugenio? Las demandas eran interminables, no desmayando los pedigüeños ante la aspereza del comerciante, poco inclinado a la generosidad.
El fabricante y el dueño de eran antiguos amigos, y hasta se murmuraba que el primero había ayudado a éste con una generosidad extraña en los primeros tiempos de su comercio.
Las pesetas caían al suelo, y Juanito no se arrepentía de su generosidad.
Esto asombró a las mendigas más aún que la generosidad de momentos antes.
Nunca le alabaron en Villaverde por liberal y desprendido, elogio que fácilmente se consigue en mi querida ciudad natal, donde la generosidad y el desprendimiento no son virtudes muy al uso, antes solían tacharle de egoísta y codicioso.
¡Cuánto agradecí al facultativo su desinterés! Bien sabe Dios que nunca he olvidado tanta generosidad, pero esa noche me sonrojé, me dio vergüenza aceptar los servicios del médico, sin retribuirlos debidamente.
En este momento creo verle aquí, del otro lado de la mesa en que escribo, muy sencillote y franco, muy recatado y pudoroso para cualquier acto de generosidad, y nunca más tímido que cuando quería averiguar si necesitábamos algo.
Sin embargo, sobradas pruebas dio de generosidad.
La generosidad de aquel servidor, fiel en todo tiempo a sus amos, me llenó de admiración.
Nacidos y criados en los días azarosos de la guerra civil, testigos de horribles catástrofes, de tremendas injusticias y de sangrientos combates, nos repugnaban aquellos horrores, tan opuestos a la nobleza y a la generosidad juveniles.
¡Ya lo esperaba yo de su generosidad!!!.
Las señoras que protegían la casa sosteniéndola con cuotas en metálico o donativos, eran admitidas a visitar el interior del convento cuando quisieren, y en ciertos días solemnes se hacía limpieza general y se ponía toda la casa como una plata, sin desfigurarla ni ocultar las necesidades de ella, para que las protectoras vieran bien a qué orden de cosas debían aplicar su generosidad.
Pero no sea usted tontodijo Fortunata con aquel arranque de generosidad, que en ella era tan común.
Quita allá ¡perdón!exclamó la joven anegándose en su propia generosidad.
A renglón seguido, sacó el joven a relucir el tema del casorio, y dijo tales cosas que Fortunata no pudo menos de rendir el espíritu a tanta generosidad y nobleza de alma.
La generosidad de su amigo no le era indiferente, y contestó a los apretones de manos con otros no tan fuertes, y a las caricias de amor con otras de amistad.
Le doy a usteddijo Aparisi, acompañando su generosidad de un gesto imperial, la friolera de sesenta metros cúbicos de piedra sillar que tengo en la Guindalera.
Allí conocieron la suavidad del treviano, el valor del monte frascon, la ninerca del Asperino, la generosidad de los dos griegos Candía y Soma, la grandeza del de las cinco viñas, la dulzura y apacibilidad de la señora Garnacha, la rusticidad de la chéntola, sin que entre todos estos señores osase parecer la bajeza del romanesco.
Por quien Dios es te ruego, y por quien tú eres te suplico, que este tan notorio desengaño no sólo no acreciente tu ira, sino que la mengüe en tal manera, que con quietud y sosiego permitas que estos dos amantes le tengan, sin impedimiento tuyo, todo el tiempo que el cielo quisiere concedérsele, y en esto mostrarás la generosidad de tu ilustre y noble pecho, y verá el mundo que tiene contigo más fuerza la razón que el apetito.
Hemos de matar en los gigantes a la soberbia, a la envidia, en la generosidad y buen pecho, a la ira, en el reposado continente y quietud del ánimo, a la gula y al sueño, en el poco comer que comemos y en el mucho velar que velamos, a la lujuria y lascivia, en la lealtad que guardamos a las que hemos hecho señoras de nuestros pensamientos, a la pereza, con andar por todas las partes del mundo, buscando las ocasiones que nos puedan hacer y hagan, sobre cristianos, famosos caballeros.

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