Ejemplos con galanteador

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Era un Febrer elegante y galanteador, que había entusiasmado a las damas de Palma en el famoso auto de fe, con un vestido nuevo de paño de Florencia recamado de oro, jinete sobre un corcel tan vistoso como su dueño y llevando el estandarte del Santo Tribunal.
En el Seminario se murmuraba que era muy galanteador y que se introducía siempre entre la muchedumbre y en lugares muy concurridos, por disfrutar de apreturas con las mujeres.
Su imaginación, excitada por la frecuente lectura de novelas de viajes, le había hecho concebir un tipo de marino heroico, atrevido, galanteador, y capaz de tragarse a jarros las bebidas más incendiarias sin pestañear.
Ferragut creyó adivinar en este sacrificio un impulso de viejo galanteador, que le había hecho ir hacia Freya porque era hermosa.
Al cabecear sobre el Océano, parecía tomar el gesto trémulo de un viejo galanteador que habla con sus amigas de trapos y escándalos mundanos.
Ni sosiego ni comodidad tuve en la posada de Zurucuáin por causa del gran gentío que la invadió aquella noche, y en cuanto a las lindas mozas de que me habló declaro a fe de buen galanteador que no las vi por ninguna parte.
Al instante reapareció en mi ser el caballero galanteador, sentí mi cabeza despejada, y mi corazón henchido de amor a toda la humanidad femenina.
Mi fama de galanteador afortunado le quitaba el sueño, y a mí me ocasionó sofoquinas.
Hombre de los que no se usan, pajarraco exótico y raro, para los volterianos del lugar, no hubiera sido difícil que alguien le supusiese conspirando en favor del restablecimiento de la Inquisición y hasta comiéndose los niños crudos, pero a nadie le cabía en la cabeza que pudiese ser galanteador y tener buenas fortunas un señor tan pálido, enclenque, melancólico y asendereado.
Jaime se animaba demasiado, pero el orgullo de ella acudía al punto a refrenar la lengua del galanteador, para lo cual bastaba un leve gesto de impaciencia o de disgusto o una mirada severa.
La frívola pertinacia del galanteador de oficio, la tenacidad irritante del mujeriego afortunado, habían cedido el puesto a móviles más serios.
Ahora todas tienen a su lado un galanteador.
El populacho veía en Vinuesa un galanteador de muchachas, corruptor de doncellas, tercero, mancebista y cuanto abominable y ruin puede imaginarse.
No son en verdad de los que más afean al hombre, y en el mundo vemos que mientras se niega el agua y el fuego al asesino, al galanteador no sólo no se le niega nada, sino que todo el mundo le admira, le señala, y con su amistad se honran tontos y discretos, buenos y malos.
Era traficante en vinos y gozaba opinión de hombre rico, así como de gran galanteador y mujeriego, a pesar de la madurez de sus años.
Con este atavío, el galanteador salía a la calle hecho un , sobre todo de noche, pudiendo así retardar lo más posible el desengaño de la dama, y ocultar la desnudez efectiva de quien no tenía más tesoros que los de su fácil afecto.
El sobrino es joven, decidorcillo, medio galanteador.
El joven galanteador había errado el tiro, el aventurero de amor creyó que había deslumbrado a Clara con la conversación de sus dos primeras visitas.
Hacer a un pollo galanteador capaz de ser colegial, es el mayor insulto que se le puede dirigir.
-La única mujer que me ha trastornado inspirándome algo espiritual, algo dominador -dijo Tresmes evocando uno de sus recuerdos de galanteador incorregible-, ni era bonita, ni elegante, ni descendía del Cid.
Acariciando las mejillas de Antonia, le dijo que por picaruela se veía en aquel mal paso, que a los hombres hay que dejarlos, y no correr tras ellos, pues mejor sistema que perseguirlos es hacerles rabiar huyendo de ellos, que él tenía de estas cosas no poca experiencia por haber sido muy galanteador y pizpireto en sus mocedades, y que también le habían perseguido casadas y aun doncellas, añadió luego que él tenía muy buena mano para las enfermas bonitas, y no se le moría ninguna, ninguna, siempre que hicieran con gracia y paciencia lo que él mandaba, y durante la enfermedad pensaran en el médico antes que en los novios o querindangos que las traían a mal traer.
-Tú me has contado que de los veintitrés a los veintiocho años fuiste muy calavera, un galanteador tremendo.
El sobrino es joven, decidorcillo, medio galanteador.
Con este atavío, el galanteador salía a la calle hecho un marqués, sobre todo de noche, pudiendo así retardar lo más posible el desengaño de la dama, y ocultar la desnudez efectiva de quien no tenía más tesoros que los de su fácil afecto.
Contaba Méndez cuarenta y tres años, y más que por hombre de guerra se le estimaba por galanteador y cortesano.
Era su excelencia muy gran galanteador, y mucho se hablaba en Lima de sus buenas fortunas amorosas.
Pero más que la nobleza se indignaron las limeñas contra la perversa autoridad que había tenido la desvergüenza de poner barra de grillos al varón más buen mozo y galanteador de estos reinos del Perú.
Don Pedro de Hinojosa rayaba a la sazón en los cuarenta y cinco años, y dejando a un lado su valor, gallardía, fortuna y merecimientos, había conquistado fama de muy gran galanteador.
Su experiencia de avezado galanteador le daba de ello la certeza, y no pudo menos que lanzar a Remigio una mirada triunfante cuando uno de los compañeros le dijo con sorna:.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba