Ejemplos con furioso

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Solía Miranda hacer, de pascuas a ramos, tal cual escapatoria a Madrid, y en una de las últimas encontró al Don Fulano del señor Joaquína quien llamaremos Colmenar por respetos a su incógnito, amostazado y furioso con otro Don Zutano que se empeñaba en desbaratarle sus combinaciones todas y en echarle por tierra todas sus hechuras.
Y como viese al empleado furioso, dispuesto a interpelar a Lucía con grosero ademán, añadió:.
Causó la entrada de este nuevo personaje una transformación a vista en la escena: mientras Artegui se levantaba furioso, Lucía, vuelta a la conciencia de sí misma, pasó las manos por las sienes, enderezose en el sillón adoptando actitud reservada, pero con las pupilas vagas aún, perdidas en el espacio.
Con vigor no presumible en su endeble cuerpo de cañaheja, interpúsose el Padre Arrigoitia, atrapando, si las crónicas no mienten, algún sopapo en la venerable tonsura, y a su vez Duhamel, emulando con científico valor el arresto del jesuita, cogió del brazo al furioso, logrando pararle.
Además, si hace uso de su gran poder sobre el cardenal, es para evitarles las chillerías de Su Eminencia, que muchas veces, en sus ratos de dolor furioso, quiere arrojar copas y platos a la cabeza de los familiares.
Batiste, excitado por el coro de gemidos, se levantó furioso.
Movíase furioso en los linderos de su bancal.
Como un jabalí furioso se entró por los campos, pisoteando las plantas, saltando las arterias regadoras, tronchando cañares.
Tenía fiebre, agitábase furioso, como si aún corriese por el cauce de la acequia cazando al hombre, y sus gritos asustaban a los pequeños y a las dos mujeres, que pasaron la noche de claro en claro, sentadas junto al lecho, ofreciéndole a cada instante agua azucarada, único remedio casero que lograron inventar.
De todos los extremos de la vega llegaban chirridos de ruedas, canciones perezosas interrumpidas por el grito que arrea a las bestias, y de vez en cuando, como sonoro trompetazo del amanecer, rasgaba el espacio un furioso rebuzno del cuadrúpedo paria, como protesta del rudo trabajo que pesaba sobre él apenas nacido el día.
Y Cuadros, furioso, iba de un extremo a otro del salón manoteando, gozándose cruelmente en pintar a su discípulo toda la grandeza de su ruina.
¿Por qué había nacido del vientre de aquella mujer? ¿No podía tener una madre como lo son todas? Y furioso contra la fatalidad, que le había dado por madre a doña Manuela, cerraba los puños como si quisiera estrangular a alguien.
Doña Manuela, recogiéndose la cola de su bata teatral, bajó a la cuadra, no pasando de la puerta por miedo al caballo, que se revolcaba furioso.
El único que protestaba en la casa, revolviéndose furioso contra las desatinadas innovaciones, era don Eugenio.
Y el viejo, con el bigote un tanto erizado y los mongólicos ojos echando chispas, se movía y braceaba furioso, como si arrojara su indignación a la cara de un ser invisible.
El sur soplaba furioso, y la campanita chillona de San Francisco sonaba alegremente, llamando a misa.
—Estas dos semanas de sol y eflorescencia son un paréntesis en el invierno, una isla afortunada en medio de un océano furioso, un oásis enclavado en las arenas.
Estaba furioso de celos ¡Ay, qué miedo tan atroz!.
Está furioso el infeliz, y costó Dios y ayuda quitarle un maldito revólver que ha comprado y con el cual quiere fusilar a las pobres y a otra persona que suele pasear por el barrio.
Sus amigos no podían con él, estaba furioso, poco faltaba para que insultase a los que le contradecían, y su numen paradójico se excitaba hasta un grado de inspiración que le hacía parecer un propagandista de la secta de los.
Hay que dar al corazón sus miajitas de carne, es fiera y las hambres largas le ponen furioso, pero también hay que dar a la fiera de la sociedad la parte que le corresponde, para que no alborote.
Pueblo nací y pueblo soy, quiero decir, ordinariota y salvaje ¡Ah, si viera usted lo furioso que se ponía cuando le decía yo que me gusta un guisado de falda y pechos como los que se comen en los bodegones!.
La más negra fue que mis papás se enteraron también del motivo, y una chilla por aquí, otra por allá, mi padre furioso entre todos me querían comer.
Rubín estaba furioso, y sostenía que el Gobierno no tenía vergüenza si no fusilaba en el acto pero en el acto a Martínez Campos, a Jovellar y todos los demás que habían andado en aquel lío.
Estaba tan furioso el cura por lo mal que le había salido aquella compostura, y su amor propio de arreglador padecía tanto, que no pudo menos de desahogar su despecho con estas coléricas razones: Pues sépase usted que está condenada, y no le dé vueltas: condenada.
Maximiliano se ponía furioso, y doña Lupe, consultada sobre el particular, dio su dictamen favorable a la salida.
¡Qué insigne hombre era Nicolás! ¡Ocurrirle aquello! Tamizada por la religión, Fortunata volvería a la sociedad limpia de polvo y paja, y entonces ¿quién osaría dudar de su honorabilidad? El espíritu del sietemesino, revuelto desde el fondo a la superficie por la pasión, como un mar sacudido por furioso huracán, se corría, digámoslo así, de una parte a otra, explayándose en toda idea que se le pusiese delante.
Un metro cúbico de gas se precipitó a la boca con tanta violencia, que Nicolás tuvo que ponerse tieso para darle salida franca, y a pesar de lo furioso que estaba, supo cuidar de que la mano desempeñara su obligación.
Digo que oyeron que daban unos golpes a compás, con un cierto crujir de hierros y cadenas, que, acompañados del furioso estruendo del agua, que pusieran pavor a cualquier otro corazón que no fuera el de don Quijote.
Pero yo, ¿cómo puedo imitalle en las locuras, si no le imito en la ocasión dellas? Porque mi Dulcinea del Toboso osaré yo jurar que no ha visto en todos los días de su vida moro alguno, ansí como él es, en su mismo traje, y que se está hoy como la madre que la parió, y haríale agravio manifiesto si, imaginando otra cosa della, me volviese loco de aquel género de locura de Roldán el furioso.

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