Ejemplos con funesto

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

principalmente la malhadada idea, de encerrar a ejércitos numerosos en lineaz atrincheradas, no obstante los repetidos desastres que por punto general genera este sistema funesto de quitar a las tropas la poca movilidad que tenían, clavándolas materialmente a la tierra.
Sí a los partidos silenciados durante una década y a los políticos injuriados, perseguidos, encarcelados y exiliados, que demostraron que, como al fundador de nuestra nacionalidad, un lance funesto podrá arrancarles la vida pero no envilecerlos.
Realidades comunes, vidas mediocres que se confrontan con el destino funesto e inevitable, presentes en el resto de relatos, así tenemos, la consumación de un asesinato como resultado de un mandato perentorio, la inutilidad de escapar de un desenlace trágico producto de acciones pasadas, la historia de un amor que supera barreras de idioma y condiciones, y que finalmente cae bajo las tenazas de una separación insalvable: la muerte.
El tenebroso Olonés tuvo por un tiempo su cuartel general en Cayo Francés y el funesto Henry Morgan lo tuvo en Cayo Mosquito.
Se transmitió por televisión la noticia del funesto suceso y los eventos fúnebres, en homenaje a dicho inventor, se detuvieron las transmisiones de televisión el resto de ése día en señal de duelo.
El último dragón de los Targaryen muere durante el reinado de Aegon III, lo que le valió el título de el Funesto y Veneno de Dragón, ya que corrió el rumor de que lo había envenenado, por el odio que le tenía a los dragones tras ver de pequeño como uno de ellos quemaba viva a su madre Rhaenyra.
Explicación de esta estampa del manuscrito del Museo del Prado: Abuso funesto de la primera educación.
Este brote fue particularmente funesto debido a no poseerse ninguna vacuna contra esta raza.
Con cuerpo y alma se dedicó, y con mayor empeño a medida que el día funesto se acercaba, a predicar la paz y la concordia entre las fuerzas disidentes.
El hombre funesto, el traidor de la obra, ya se sabe que debe ser un rico, un manipulador de caudales, y si ostenta el título de banquero, mejor que mejor.
Ya yo me preparaba a emprender camino ¡quién sabe a qué y hasta dónde!, en servicio activo de una empresa, y cuando creí que el patriotismo me vedaba emprenderlo, ¡qué tristeza, qué tristeza moral de la que nunca podré ya reponerme! ¿Cómo serviré yo mejor a mi tierra? me pregunte: Yo jamás me pregunto otra cosa, y me respondí de esta manera: Ahogando todos tus ímpetus, sacrifica las esperanzas de toda tu vida, hazte a un lado en esta hora posible del triunfo, antes de autorizar lo que creas funesto, mantente atado, en esta hora de obrar, antes de obrar mal, antes de servir mal a tu tierra so pretexto de servirla bien.
Si la muerta hubiera confesado que iba a suicidarse, si había enviado a la hermana su último adiós, ésta, al recibir la carta, al leer aquel anuncio, ¿no habría debido acudir, o por lo menos contestar, o tratar de conseguir otras noticias, de saber si Florencia había puesto en ejecución su funesto propósito? Y puesto que todos los periódicos del mundo habían hablado de la catástrofe, de la acusación, de los arrestos y del sumario, ¿no era para la religiosa un deber de conciencia enviar la carta a la justicia? Esta nada había recibido, por consiguiente, la carta no anunciaba el suicidio.
¿Guardaba eso silencio porque más le urgía apaciguar al rebelde que asegurar su propia felicidad? O por el contrario, ¿volvía su atención a la desilusión moral para distraerla de una visión más, pavorosa, de un desengaño que le habría sido mucho más funesto? Si el amor de ese hombre era mentira, ¿no fallaba la íntima sanción que la conciencia había dado a un vínculo contraído fuera de la ley? Para la cristiana a quien la culpa había parecido, si no excusada, por lo menos atenuada por la sinceridad del amor, por la honradez del acuerdo, por la pureza del compromiso ¿no debía implicar una condenación grave la falta repentina de esas condiciones?.
Que el sentimiento del más allá hubiera debido impedir matarse a aquella mujer, era cosa que Ferpierre creía hasta cierto punto, pero que un sentimiento más humano, enteramente humano, hubiera podido disuadirla de su funesto propósito, no le parecía improbable.
Tú eres el honor castellano: aquel honor tradicional y bárbaro, más cruel y funesto que la misma deshonra, Un honor teatral, cuyos impulsos no arrancan nunca de los sentimientos humanos, sino del miedo al qué dirán, del deseo de aparecer muy grande y muy digno a los ojos de los demás antes que a los de la propia conciencia.
Esta obradice Beruetees en conjunto maravillosa, pero lo más admirable de ella es el prodigioso modelado del rostro pálido, iluminado de frente, y la expresión de la fisonomía, donde se lee el carácter de aquel niño universalmente querido, cuya prematura muerte ejerció funesto influjo en el destino de España.
Y sacando el bolsillo el funesto papel arrancado a la mosca el día antes, púsolo ante los ojos de Tapón, dilatados por el espanto, y tornó a gritarle lívido de ira:.
Mas, con gran sorpresa suya, pasó todo el día del lunes, y pasó también el martes, y llegó y pasó asimismo el miércoles, sin que ningún coche parase a la puerta, ni atravesase una sola visita las antesalas, ni recibiera el oso del vestíbulo en su bandeja ninguna tarjeta, ni llegara tampoco el menor recado, la más insignificante misiva de atención, de interés o de consuelo Aterróla entonces aquella soledad, que no sabía explicarse, porque ignoraba que la opinión había atravesado en el dintel de su puerta el cadáver de Jacobo, mas cuando llegaron a su noticia las voces que corrían y supo que una pérfida y misteriosa mano explotaba el funesto hallazgo de la capa de pieles, para hacer recaer sobre ella las sospechas del crimen, tuvo en su soledad vértigos de ira, estremecimientos de fiera acorralada, y decidió desafiar frente a frente a la calumnia con un golpe de enérgica audacia.
El número era funesto, y la duquesa de Bara, que supuso al punto la causa de tan repentina baja, dijo muy quedito a su sobrino el duque de Bringas:.
Alarmóse entonces el futuro ministro y escribió a Butrón pidiéndole categóricas explicaciones de aquel obstinado silencio que le hacía sospechar en la dama algún resentimiento, peligroso siempre y funesto en aquellas circunstancias, en que la amistad íntima y la repleta caja de los consortes Villamelón le eran de todo punto indispensables.
Jaime, aunque por acaso se sintiese inclinado a amarme, que lo dudo, desecharía de sí el amor como una tentación insana, como un disparate funesto.
El Padre tenía el don raro y funesto de ver en el fondo de los corazones, y veía en el de doña Luz, y ya, advertido por el desengaño, conocía el ningún valor amoroso que todas aquellas demostraciones tenían.
Pasados algunos años, y gobernando un ministerio progresista, sus compañeros y subordinados le prepararon la terrible asechanza cuyo funesto desenlace atajaron las declaraciones de don José.
Desde el funesto lance tuvo Julián que barrerse el cuarto y subirse el agua, porque ni Cristobo ni las criadas hicieron caso de sus órdenes, y a Sabel no quería verle ni la sombra en la puerta.
Una celda habitable y deshabitada representa, en efecto, algo más funesto y pavoroso que la destrucción.
Es triste, tristísimo, que entre tantos, yo sea el único que ha logrado escapar, conservando mi juicio sano y entero, y totalmente libre de ese funesto mal.
Usted la ha hecho dudar de sí más de lo que debiera: sin prever un resultado tan funesto, ha infundido V.
Pero de pronto un suceso doloroso vino a perturbarla de nuevo: la esposa, carácter firmísimo y tierno que había logrado aplacar el funesto ardor aventurero de Muriel, murió joven aún, dejando dos hijos de muy diferente edad: el uno nacido en los primeros años de matrimonio, y el otro en el último, poco antes de que la noble alma de la que le dio el ser saliera de este mundo.
Saco, en su , que acaba de premiar la Sociedad Patriótica, atribuye al juego, que llama guarida de nuestros hombres ociosos, la escuela de corrupción para la juventud, el sepulcro de las fortunas de las familias, el origen funesto de la mayor parte de los delitos que infestan la sociedad en que vivimos.
Venía coronado como se vio luego con una corona de funesto ciprés, en las manos traía un bastón grande.

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