Ejemplos con frugalidad

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Esta geografía inhospita y áspera moldeó a una gente conocida por su industria tenaz y frugalidad.
Durante su gobierno pastoral se distinguió por su gran paciencia y la notable frugalidad de su vida.
Los agelastoi vivían casi siempre juntos, no separándose con frecuencia ni aún por las noches: estaban sometidos a una disciplina muy severa, llevaban los mismos vestidos en verano que en invierno, siendo la frugalidad la norma de su alimentación, costeada por el Estado.
A través de la frugalidad, los humanos pueden utilizar sus habilidades ancestrales de conseguir poco y necesitar poco y encontrar las soluciones en la naturaleza en vez de en convenciones artificiales como la religión.
Existen también quienes consideran la frugalidad una virtud en tanto que el ser humano pertenece a la naturaleza.
La frugalidad en el contexto de algunos sistemas de creencias, es una filosofía en la cual no se confía o se es muy escéptico sobre el conocimiento experto de mercados comerciales y culturas corporativas, buscando conocer lo mejor para el interés económico, material y espiritual del individuo.
Frugalidad es la adquisición de bienes y servicios de manera comedida y recursiva usando bienes y servicios propios para conseguir objetivos a largo plazo.
Saturno: Prudencia, consideración, método, parquedad, perseverancia, diplomacia, frugalidad, precisión, integridad, malicia, pesimismo, avaricia, materialismo, melancolía, reserva, obstrucción, reserva, intolerancia, rutina, rigidez, astucia, aislamiento, ambición.
Para conseguir vivir feliz, es suficiente con lo mínimo, es esencial la frugalidad y la distancia con las instituciones y las leyes.
Autores y cronistas europeos a menudo quedaban impresionados por lo que percibían como una ejemplar frugalidad, sencillez y moderación.
Ella también requiere el autodominio para sobrevivir en un mundo de frugalidad, privaciones y enfermedades mal atendidas.
Subió los impuestos, puso levas a los daimios, defendió la frugalidad, fomentó la educación, revisó el código legal básico del bakufu.
El disfrute del suelo estaba muy repartido, y la dulzura del clima así como la frugalidad de las gentes hacían que éstas fuesen generosas y poco apegadas a los bienes materiales.
Algunas mañanas, en los ratos que mediaban entre un despertar alegre y un desayuno de inaudita frugalidad, hacía volatines sobre las enjalmas y tapices del camastro, y elevando sus extremidades inferiores de inmaculada blancura, daba pataditas en el techo, o bien se deslizaba por un hueco alto del tabique medianero entre la alcoba-sala y el comedor-cocina, no más grandes que un confesonario de mi tierra, realizando el prodigio de adelgazar su cuerpo hasta lo increíble, y de imitar las ondulaciones de la culebra.
Maximiliano se quedó a almorzar, pero la irritación de su estómago y la desgana hubieron de contenerle en la más prudente frugalidad.
Además de esto, Metelo, que era ya hombre de bastante edad, después de muchos y peligrosos combates, había empezado a tratarse con más delicadeza y regalo que antes, y se las había con Sertorio, lleno de vigor y robustez, y que tenía muy ejercitadas las fuerzas, la ligereza y la frugalidad.
Algo de la delicadeza de su trabajo se había comunicado a todo su vivir, a su manera de cuidar a los niños, al claro aseo de sus habitaciones, a la frugalidad de su mesa.
Anhelaba volver a ver sus praderías, donde pastaban en libertad peludas yeguas y potrillos retozones, sus sembrados, en que antaño hincó el arado para dar ejemplo de cómo se trabajaba el pan, sus árboles, donde los pájaros anidaban, su escuela, en que se daba enseñanza renovadora, según él creía firmemente, su morada pacífica, familiar, de donde estuvo proscrito el lujo, donde la frugalidad y la modestia prestaron nuevo sabor a la taza de té y a la popular «kalatcha».
Anhelaba volver a ver sus praderías, donde pastaban en libertad peludas yeguas y potrillos retozones, sus sembrados, en que antaño hincó el arado para dar ejemplo de cómo se trabajaba el pan, sus árboles, donde los pájaros anidaban, su escuela, en que se daba enseñanza renovadora, según él creía firmemente: su morada pacífica, familiar, de donde estuvo proscrito el lujo, donde la frugalidad y la modestia prestaron nuevo sabor a la taza de té y a la popular «kalatcha».
Los socorridos, pues, se valieron con reconocimiento de la liberalidad y humanidad que en Pelópidas encontraban, sólo de Epaminondas no pudo recabar que disfrutase de su riqueza, sino que, a la inversa, él participó de la escasez de éste en lo pobre del vestido, en la frugalidad de la mesa y en la tolerancia de los trabajos, complaciéndose en su propia sencillez al frente del ejército, a la manera del Capaneo de Eurípides, que, con tener muchos bienes, no hacía alarde de su opulencia, sino que se hubiera avergonzado de dar indicios de que para su persona hacía más gasto que el menos favorecido de la Fortuna entre los Tebanos.
Hubo también otro motivo, y fue que yendo de cuestor con Escipión a la guerra de África, como advirtiese que éste usaba de su acostumbrada profusión y permitía que en el ejército se gastara sin medida, le habló francamente, diciéndole que lo de menos era el gasto, y el mal principalmente estaba en que estragase la antigua frugalidad del soldado, acostumbrándole para en adelante al regalo y a los deleites, y como Escipión le contestase que no necesitaba un cuestor tan severo, cuando ponía toda la atención en desempeñar cumplidamente su deber con respecto a la guerra, porque de lo que había de dar cuenta a la ciudad era de sus acciones y no del dinero, se retiró de Sicilia.
Porque su destreza en el decir fue desde luego para los jóvenes un ejemplar común y de gran solicitud, pero el conservar la frugalidad antigua, contentarse con cenas sencillas, comidas fiambres, vestidos lisos y una casa como las del común de ciudadanos, y hacerse admirar más por no necesitar de su- perfluidades que por poseerlas, era ya muy raro en un tiempo en que la autoridad no se conservaba pura por su misma grandeza, sino que, con tener superioridad sobre muchos negocios y muchos hombres, había dado entrada a diversas costumbres, y se veían ejemplos de portes y medios de vivir muy diferentes.
Reuniendo carrasca seca, hicieron candela, cocieron las legumbres, con la añadidura de cardillos, achicorias y verdolagas que Ándara supo escoger en el campo, cenaron con tanta frugalidad como alegría, rezaron, el maestro les dio una explicación de la vida y muerte de San Francisco de Asís y de la fundación de la Orden Seráfica, y a dormir se ha dicho.
Señalole, además, una pensión de veinticuatro talentos al año, con los que se mantenía a sí mismo y a sus amigos con parsimonia y frugalidad, invirtiendo la mayor parte en socorrer benigna y humanamente a los que de la Grecia se acogían al Egipto.
La índole de Agis y Cleómenes parece que era todavía más robusta y esforzada que la de aquellos, puesto que no habiendo recibido una esmerada educación, y habiéndose criado en unos hábitos y costumbres que largo tiempo antes habían viciado a los que les precedieran, ellos, sin embargo, se constituyeron en caudillos de sencillez y frugalidad.
La sencillez de su tenor de vida, y su parsimonia y moderación en los gastos, dieron motivo a que, hecho emperador, se le tachara de pusilánime, o cuando más a que se le atribuyera la gloria poco codiciada de arreglo y frugalidad.
más de su propia frugalidad- su mujer se llevaba consigo toda la.
Son incapaces de estoicismos: su frugalidad es un cálculo para gozar más tiempo de los placeres, reservando mayor perspectiva de goces para la vejez impotente.
Algunas mañanas, en los ratos que mediaban entre un despertar alegre y un desayuno de inaudita frugalidad, hacía volatines sobre las enjalmas y tapices del camastro, y elevando sus extremidades inferiores de inmaculada blancura, daba pataditas en el techo, o bien se deslizaba por un hueco alto del tabique medianero entre la alcoba-sala y el comedor-cocina, no más grandes que un confesionario de mi tierra, realizando el prodigio de adelgazar su cuerpo hasta lo increíble, y de imitar las ondulaciones de la culebra.
Las privaciones indispensables justifican la pereza natural, y la frugalidad en los goces trae en seguida todas las exterioridades de la barbarie.

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