Ejemplos con franquezas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El primogénito, Fernán Blázquez, recibió Navamorcuende y el segundogénito, Gil Blázquez, Cardiel junto con el Castillo de Bayuela, especificándose que este heredamiento que lo aya assi como me lo dio el concejo de Avila e me lo otorgó e me lo confirmó mio señor el Rey con aquellas libertades e con aquellas franquezas que dicen en las cartas e en los previllegios que yo ende tengo assi como yo lo ove fasta qui.
A estas ferias estaban autorizados a asistir todo género de personas de este reino y de los extraños, con todo género de comercios, mercaderías, ganados gruesos y menudos, guiados con muchas franquezas y libertades.
Los varones ilustre alaveses y los fueros, exènciones, franquezas y libertades de que siempre ha gozado la M.
Todo ello hizo nacer el gobierno municipal como un medio propio de defensa y organizados sus concejos en los siglos XI y XII en virtud de las cartas forales y escrituras de franquezas y libertad que les otorgaron los monarcas castellanos, el poder municipal, obtuvo tan amplia representación en las Cortes por medio de sus procuradores que de los tres estados constitutivos de estas asambleas, la nobleza, el clero y el estado llano, ninguno había en el siglo XIV más poderoso e influyente.
Como se dice en el primer punto de este artículo la representación del pueblo en las Cortes del Reino no fue obra de una constitución política o de una ley, sino más bien de la influencia que iban adquiriendo las municipalidades de los pueblos por sus victorias sobre las armas sarracenas y por las libertades y franquezas que se les dispensaban en los fueros.
El título les otorgaba privilegios, honras, gracias, mercedes, franquezas, excepciones, libertades, preeminencias, e inmunidades.
Abreu Galindo: Que todas las franquezas y libertades que tenían, se le guardarían.
A veces, Antonieta, en sus momentos de cólera, tenía franquezas que asustaban al doctor.
Cierre el pico y agradézcame las franquezas que tengo con usted.
Diciendo esto, se echó a reír de un modo tan franco, que me sentí como invitado a mayores franquezas.
Fernando aprovechó las franquezas del General para pedirle que le facilitara medios de enviar una carta a Medina de Pomar, y tuvo la dicha de que Espartero colmara sin tardanzas sus deseos, pues al siguiente día pensaba enviar comunicación a Castañeda, que operaba por allá.
Desde por la mañana tenía que endosarse el chaqué y el sombrero de copa, para estar dispuesto a acompañar a la señora, oíase llamar torpe a todas horas porque en las visitas cerraba la boca, o si la abría era para soltar ingenuidades y franquezas que recordaban su origen, y ¡oh tormento insufrible! Su Manolita no le permitía jamás que se quitara los guantes y hasta quería que comiese con ellos, para irsegún ella decíaacostumbrándose a los usos de la gente elegante.
La primera vez que Ballester vio a Izquierdo y a su docto amigo, no les dijo más que algunas palabras dictadas por la buena crianza, pero a la segunda se cruzó entre ellos tal tiroteo de cumplidos, ofrecimientos y franquezas, que no había de tardar la amistad en unirles a los tres con apretado lazo.
Para quien había pasado su juventud en compañía de un viejo excéntrico e insociable, aquellas franquezas inocentes y el cambio simultáneo de pensamientos, comunicados sin disimulo y en toda su hermosa sencillez natural, realizaron en el alma de la huérfana una revelación de sí misma, que fijó y fortaleció más su bello carácter.
»Y muy poco más conservo en la memoria de los lances y sucesos de esta aventura, cuyo único mérito para formar capítulo aparte, consiste en haber sido muy deseada, y la primera entre las de mi vida mundana, muy poco más, y eso en tropel confuso, verbigracia: la peste de los salones de entonces, y de ahora, y de siempre, esas criaturas sin sal ni pimienta, insípidas e incoloras, y, estaba por decir, sin sexo ni edad, estúpidamente esclavas de los preceptos de la moda en el vestir, en el moverse y en el hablar, más que niños y mucho menos que hombres, con la insubstancialidad y la ignorancia de los unos, y los atrevimientos y los peores vicios de los otros, ridículos y feos, asaltándome sin tregua ni respiro, devorando con ojos estrellados los repliegues de mi escote, y exponiendo, como mérito sobresaliente para aspirar a mi conquista, el arrastre de las rr de sus impertinencias y el hablar a tropezones la lengua de Castilla, sólo porque sabían que yo me había educado en Francia, las obligadas galanterías de los buenos mozos, por lo común, más nutridas de malas intenciones que de agudezas, los enrevesados conceptos de los galanes presumidos y cortos de genio, las protectoras sonrisas y las paternales franquezas de los personajes maduros, a quienes la edad y la fama autorizan para todo, hasta para ser descomedidos y groseros, los cumplidos extremosos, las ponderaciones de rúbrica y las forzadas protestas de cariño de viejas retocadas, de madres envidiosas y de jovenzuelas casquivanas como yo, el vértigo de la danza casi incesante, en brazos de unos y de otros, los sueños voluptuosos, o la tortura insufrible, según los casos, más tarde, la agonía de la curiosidad, y la vista y el oído cansados por saberse de memoria las figuras, los colores y el rumor del cuadro, cuya luz se va velando por la evaporación del concurso y el polvillo tenue de suelos, galas y afeites, y cuya atmósfera espesa, tibia y saturada de perfumes, repugna a los pulmones y al estómago, después, el quebrantamiento del cuerpo, escozor en los ojos, mucho peso en los párpados, cierto deseo de bostezar.
»Con motivo tan poderoso y la promesa formal de ser más diligente para escribirte en lo sucesivo, termino aquí esta carta ofreciéndote su extensión y las franquezas de que va henchida, como ejemplos que estás obligada a imitar cuando me contestes, sobre todo el de la franqueza.
A Nieves, nerviosa y algo trasmudada desde el tremendo de la antevíspera, que continuaba ignorando su padre, se le habían escapado ciertas franquezas que cayeron sobre las suspicacias de don Alejandro como la pólvora sobre el fuego.
Se había dado en él un caso que no dejaba de ser frecuente: el de hallar algo en que no pensaba, buscando otra cosa muy distinta, y lo que había encontrado sin buscarlo, era el fuego en que habían caído las franquezas de su hija, o si lo quería más claro Leto, las franquezas de Nieves le demostraron, no solamente que su hallazgo no era ilusorio ni soñado, sino que el mal estaba ya hecho y con hondas raíces en la víctima.
Así, considerándolo en montón, pero estudiándolo mejor después, separando las cosas y examinándolas una por una, acordose de que los enojos del señor de Peleches contra él, dimanaban, según don Claudio, de ciertas ''franquezas'' de Nieves que le habían confirmado en las sospechas que ya tenía.
Pues en una situación por el estilo se vio Leto al dar a las ''franquezas'' de Nieves la única interpretación que podía darlas por la virtud de los hechos y la fuerza de la lógica.
Es de los que se hacen querer, no sólo por sus franquezas y alegrías con todo el mundo, sino por su labia y chiste.
- Digo, señor, que yrían mejor empleadas tus franquezas en presentes e seruicios a Melibea, que no dar dineros aquella, que yo me conozco e, lo que peor es, fazerte su catiuo.
- ¿Ya lloras? ¡Duelos tenemos! ¡En ella se haurán de ayunar estas franquezas!.
Es la mordedura del dolor y el dolor no se explaya en franquezas descansadoras.
-Excelentísimo señor, ¿vuecelencia jura por Dios Nuestro Señor, por Santa María su bendita Madre, y por las palabras de los Santos Evangelios que están en este misal, y por este crucifijo y señal de cruz, que guardará a esta ciudad de los reyes todos los fueros, franquezas, libertades, mercedes y preeminencias que los reyes nuestros señores le han hecho y concedido?.
Para quien había pasado su juventud en compañía de un viejo excéntrico e insociable, aquellas franquezas inocentes y el cambio simultáneo de pensamientos, comunicados sin disimulo y en toda su hermosa sencillez natural, realizaron en el alma de la huérfana una revelación de sí misma, que fijó y fortaleció más su bello carácter.
Cierre el pico y agradézcame las franquezas que tengo con usted.
Diciendo esto, se echó a reír de un modo tan franco, que me sentí como invitado a mayores franquezas.
Fernando aprovechó las franquezas del General para pedirle que le facilitara medios de enviar una carta a Medina de Pomar, y tuvo la dicha de que Espartero colmara sin tardanzas sus deseos, pues al siguiente día pensaba enviar comunicación a Castañeda, que operaba por allá.

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