Ejemplos con fin

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por fin ¿cómo le arrancó su amo la sanguijuela?.
Los chiquillos ,- rebuznar ,- al fin ,- romper el corro ,-caído el aparejo.
Por fin, en un momento sorprendido, el palo entra de lado en la boca de Platero.
Llevaban coronas de cebollas, ajos, puerros y otras hortalizas de aroma desagradable y violento, dos lechuzas, varios muciérlagos y otros avechuchos temerosos y repulsivos, a fin de arrojar las coronas sobre el autor y soltar sobre la sala las nocturnas aves, en la coyuntura propicia.
En fin, que fatalmente se tuvo que morir de hambre.
Él mismo debió de vislumbrar el desastrado fin que le aguardaba, pues entre las notas y apuntes que dejó a su muerte leí esta sentencia: El que consagra sus días a la busca y ejercicio de la Verdad, el Bien y la Belleza, es incompatible con la vida, por lo menos, con la vida tal como se nos ofrece en la sociedad presente.
Dentro de la casa, los asilados, en fila, están aguardando que lleguen Apolonio y Belarmino, a fin de ponerse al punto en marcha hacia el comedor y los pasteles.
A la fin, a la finexclama, ella se deslía la dulce y deliciosa lengua de otras veces.
Todas estas actividades conspiran desde su origen a perfeccionar la sociedad, con el fin de alcanzar últimamente el máximo de felicidad para el máximo de individuos, si bien, por deficiencia humana, todos los ensayos de organización, hasta ahora, se han hecho a base de una manera de felicidad limitada y mediante uno solo de aquellos grandes órdenes de actividad consciente, con preferencia y preterición de los otros.
Ella nos facilitó el dinero, que yo luego entregué a Angustias, ella nos sugirió la idea de avisar a nuestro fiel amigo Celesto, para que nos proporcionase el carruaje y nos sirviese de mayoral, ella apercibió todos los pormenores, ella, por fin, desinteresada sacerdotisa del amor, vetusta vestal, nos bendijo enternecida, cuando partíamos.
Anochedijo al fin don Gilléncomencé a contarle innumerables futesas, sin interés o de muy escaso interés.
Felicita, a los pocos días de su doncellil viudez, fué a visitar al Padre Alesón, a fin de instruirse en lo atañedero a la regla monástica de las diversas órdenes religiosas femeninas, y también de una ridícula pequeñez, que era para ella extremo de suma importancia: los hábitos que visten cada cual.
Después de un rato, el seminarista, a medio vestir, salió a la puerta, a fin de despedir airadamente a la criada.
Cuando al fin le volvió la sangre a circular, dijo a la fámula:.
En los periódicos se habían publicado artículos acerca de él, unos de burla, otros en serio, sosteniendo la tesis de que constituía un fenómeno mental, un caso de estudio, invitando al director del Hospital-manicomio a que hiciese con él experiencias científicas, y proponiendo que cuando muriese no se le enterrase sin antes haberle sacado el cerebro, a fin de analizarlo.
Pues si el calzado no cumple otro fin más que ése, mejor sería que los hombres echasen casco o pezuña, lo cual se conseguiría fácilmente por procedimientos científicos.
Belarmino aprisionó en la despensa de la memoria las dos palabras: epicúreo y estoico, a fin de transmutarlas más tarde por la alquimia de la especulación y hallarles su verdadero sentido.
Debía conservar el lastre, bien que procurase seguir aumentando la energía ascendente, debía esforzarse, costase lo que costase, en no ir olvidando el idioma vulgar, a fin de usar de él con su hija y con alguna otra persona de su afecto, si fuese menester.
Un día se dijo: Ya soy remendón de portal , y se le llenó el alma de gozo, como si hubiera conseguido al fin una posición firme, largo tiempo anhelada.
Dondequiera que voy, no digo ya por las ciudades de estos reinos, sino a otras naciones, pues que he viajado largas tierras, Inglaterra, Rusia, Francia, Alemania, Italia y no digo ya estas naciones europeas, sino otros continentes, África, Asia, América, Australia, dondequiera que voy tengo una casa mía, ¡y qué casas!, mayores que un palacio, y mesa puesta, y lecho apercibido, y jamás me falta dinero para ir hasta el fin del mundo.
Abrió mi padre, al fin, la zapatería con gran fortuna, y nos fuimos a vivir al local del establecimiento, de la parte del patio.
¡Qué gran señora! Nos alojó en su palacio, en tanto se llevaba a cabo la instalación de la zapatería de mi padre, un establecimiento por todo lo alto, pues resultó que las instrucciones del difunto conde consistían en que una parte del legado se emplease en este fin, que la duquesa presidiese en todo lo tocante al buen empleo del dinero, que buscase clientela segura y estuviese al cuidado de que mi padre no se desmandase.
Mi padre la recogió, a fin de concluir la lectura.
A Belarmino le gustó la voz expeditivo, y la almacenó en la memoria, a fin de meterla en la horma, ensancharla y darle un significado espacioso, nuevo y conveniente.
Pero, en fin, así como aquellos cristianos, partiendo de la idea de Dios, llegaron a la de república, bien puede usted tomar el viaje de vuelta, y, partiendo de la idea de república, llegar a la de Dios.
Aquí y acullá, y en todas partes, la historia del siglo XIX es la historia de la clase mediaclase media más rica y culta allá, más miseranda y cerril acá, la historia de una época de libertad anárquica, la libertad de explotación, torbellino de átomos insensatos e incoherentes, época egoísta y brutal, que pensó suprimir el dolor fingiendo ignorar que lo hubiese, y alardeó de las ideas y la belleza porque las avillanó y sometió cotizable en el mercado, como cualquiera otro artículo de comercio, época, en fin, en que el negociante venció y aniquiló al filósofo y al poeta.
Acuérdate de la lira de VIRGILIO, que cantó nuestras glorias y moduló las quejas del amor desgraciado, sus dulcísimos y melancólicos versos conmueven el alma: él alabó la piedad, encarnada en el hijo de ANCHISES: sus combates no son menos bellos que los que se efectuaron a los pies de los muros troyanos, ENEAS es más grande y piadoso que el iracundo AQUILES: en fin, en mi sentir, VIRGILIO es muy superior al poeta de Chío.
CERVANTES siguió tus banderas, y te sirvió heróicamente en las aguas de Lepanto, donde su vida perdiera, si el DESTINO no le dedicase a un fin más grande.
Después de oscilar por mucho tiempo la aguja marcará al fin el medio, declarando que eran iguales.
Al fin, pude enviarle cuatro líneas autorizándolo para dicha traducción, y no volví a acordarme de él.

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