Ejemplos con fiesta

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¿Qué creen los niños españoles de esta fiesta?.
¿En qué ciudad de los Estados Unidos se celebra esta fiesta?.
En ,- días de fiesta el campo está abandonado.
¡Y estaba cansado de oír hablar de ciertos caciques de aldea, perpetuos muñidores electorales, para quienes es una fiesta acompañar candidatos, y comer acá, y cenar allá, y desayunarse en el otro lado con ellos y a sus expensas, y frecuentemente un negocio cada elección después de cada ! Pues de todo esto se olvidaba don Simón al verse rodeado de tanto.
Pero en defecto de estas y otras sabrosísimas lucubraciones, he de transcribir una carta que doña Juana escribió a cierta su amiga íntima de la ciudad, al día siguiente de la fiesta, y que, corregida por mí, únicamente en lo más indispensable de la ortografía, para mejor inteligencia del lector, al pie de la letra decía así:.
Por la razón apuntada más atrás, no reproduzco algunos párrafos de los dedicados a la fiesta por al día siguiente, en los cuales se decían de Julieta cosas peregrinas a propósito de sus ojos negros, sedosas pestañas, morena tez y túrgido seno, pintándola como la realidad del sueño más oriental, y poniéndola por encima de todas las sultanas habidas y por haber.
Y se abrieron, y se llenaron, en efecto, que para eso, a más de las intimidades de familia, había convidado don Simón a todo el Congreso de diputados, autorizándolos de paso para llevar a sus señoras, los que las tuvieran, o a las personas de su confianza, y en parte alguna del mundo civilizado se desaira una fiesta que, por remate, ofrece ocasión de regodear el estómago de balde.
Este Novillo tenía sus pujos de señorón, pero a mí me hacía el efecto de un criado vestido con el traje de día de fiesta.
Así, que yo, el Soberano de los dioses, quiero que comience la fiesta con un certamen literario.
¿Por qué? ¿No va a comparecer en la presencia de Dios Nuestro Señor? Pues natural es que acuda a ella como a una fiesta, bien lavada y aromada.
Y las comadres de la huerta, sin perjuicio de olvidarse alguno que otro sábado de los dos cuartos de la escuela, respetaban como un ser superior a don Joaquín, reservándose un poco de burla para la casaquilla verde con faldones cuadrados que se endosaba los días de fiesta, cuando cantaba en el coro de la iglesia de Alboraya durante la misa mayor.
Un día de fiesta había ido de Bayona a San Sebastián, y aburrido, mientras llegaba la hora de regresar a Francia, entró en una librería para adquirir un volumen cualquiera y leerlo sentado en la terraza de un café.
Todos querían tomar parte en este trabajo, que parecía una fiesta.
Era una venganza de esclavo, el amargo placer del mendigo que comparece con sus pestilentes andrajos en medio de una fiesta de ricos.
En una encrucijada chillaba persiguiéndose un grupo numeroso de niños, sobre el verde de los ribazos destacábanse los pantalones rojos de algunos soldaditos que aprovechaban la fiesta para pasar una hora en sus casas.
En todas las casas se observaba rigurosamente la fiesta del domingo, y como había cosecha reciente y no poco dinero, nadie pensaba en contravenir el precepto.
Las mujeres llegaban con el traje de los días de fiesta, puestas de mantilla para asistir al entierro, las muchachas disputábanse con tenacidad ser de las cuatro que habían de llevar al pobre hasta el cementerio.
Total: que el carnicero despidió al muchacho, y su abuelo le buscó colocación en Valencia en casa de otro cortante, rogando que no le concediesen libertad ni aun en días de fiesta, para que no volviera a esperar en el camino a la hija de Batiste.
Todos reconocían que aquel tío sabía mucho , y sin título de maestro ni miedo a que nadie se acordase de él para quitarle una escuela que no daba ni para pan, iba logrando a fuerza de repeticiones y cañazos que deletreasen y permanecieran inmóviles todos los pillos de cinco a diez años que en días de fiesta apedreaban a los pájaros, robaban la fruta y perseguían a los perros en los caminos de la huerta.
Aquellos ángeles morenos, que tan mansamente cantaban gozos y letrillas en la iglesia de Alboraya al celebrarse las fiesta de las solteras, enardecíanse a solas y matizaban su conversación con votos de carretero, hablando de cosas internas con el aplomo de una comadrona.
Y allí, ¡qué fiesta tan hermosa! ¡Qué desayuno aquel! ¡El comedor que parecía un jardín! Sobre blanco mantel las garrafas llenas de leche fresca, en fuentes que sólo salían cuando repicaban recio, pasteles, tortas, hojaldres, las bizcotelas del convento de las Teresitas, suaves, esponjadas, porosas, llovidas de azúcar como nieve, vasos y copas que de limpios parecían diamantes.
¡La fiesta de Todos Santos! ¡Ni quien se acordara!.
No, tienes razón, mañana es día de fiesta, y pasado mañana día de Difuntos.
¡Cómo suspiré en el Colegio por aquella fiesta y aquel paseo! Así es que al ver que tía Carmen seguía bien me encaminé hacia Barrio Viejo.
Angelina armaba un ramillete de fantásticas flores de papel de plata, de esas que presentan tan buen aspecto en los altares, y que son, desde hace algunos años, indispensables en toda fiesta religiosa, en toda función clásica.
Tuvimos una fiesta de Navidad muy alegre, como nadie se la esperaba.
Señoras, es preciso que tengamos fiesta.
¿Pues sí, por qué no? Mañana nos ponemos a la obra, y la fiesta saldrá muy lucida.
Me sentí un chiquillo, como si tuviera yo seis años, a la vista de objetos que fueron para mí, en mejores días, motivo de fiesta y diversión.
La prima verá al primo y todo será fiesta y gloria.

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