Ejemplos con fiero

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se trata de un fiero cazador capaz de abatir presas de mayor tamaño que el suyo propio.
En un enfrentamiento con los holandeses, atacó a un convoy de veinticuatro buques, contando sólo con cuatro galeras, y a pesar de que la escolta eran buques muy bien artillados, después de un fiero combate abordó a la capitana y a la almiranta, capturando en total siete buques.
Garurumon tiene la forma de un fiero zorro polar, blanco a rayas moradas.
Su nombre es Sindarin y puede traducirse como El Fiero de Espíritu.
El obispo Giuliano de dicha sede fue un fiero opositor de San Agustín.
Las gentes de Argel acudían ansiosas para conocer al Demonio de Malta amarrado a su banco de esclavo, pero al verle fiero y ceñudo como un aguilucho cautivo, no se atrevían a insultarle.
Conquistaremos a ese hermano fiero, e irá usted una noche al Casino: ¡no faltaba otra cosa! ¿Se había usted de marchar de Vichy sin ver el teatro, y sin asistir al concierto? Eso sería inaudito.
Claro está que aquel jaque fiero, que espada en mano se arroja sobre su adversario, va a partirle el corazón de una buena estocada.
Deseaba mostrarse fiero, inhumano, para ocultar su emoción.
Era joven, pero el fiero entrecejo y la boca contraída le daban una expresión de ferocidad implacable.
A pesar de su gesto fiero y su oratoria de mando, todos los oyentes alemanes rieron estrepitosamente a las primeras palabras, como hombres que saben apreciar el sacrificio de un cuando se digna divertir a una reunión.
Y desapareció con su paso firme de hermosa cazadora, sereno el rostro, como si no quedase en ella el menor recuerdo de su fiero arrebato pasional.
El fiero bogavanteel , soberano de las ricas mesasdescansaba sobre las tijeras de sus patas anteriores, arma poderosa como una doble hacha de combate.
Si no hubiera sido así, yo deseaba al menos que hoy lo amara, convencida de sus virtudes y estimando en lo que vale su noble carácter un poco fiero, es verdad, pero digno y apasionado siempre.
Como de éstos el uno era hombre acalorado y fiero, y el otro mal intencionado, no fué posible avenencia.
¡Horrible tormento debe de ser vivir y morir en la obscuridad cuando se ha nacido para brillar en la cúspide de la sociedad humana, y consumir las fuerzas recibidas del cielo en el vacío y la inacción! ¡Más fiero dolor todavía es ver despreciados los más nobles trabajos del espíritu, los esfuerzos generosos por el triunfo del bien y la verdad! Tal fué el caso de Sócrates, Colón, Galileo, Giordano Bruno, y tal también el de nuestro héroe.
Entonces es que Martí, desmadejado el cabello, los ojos fúlgidos y relampagueantes, el pecho henchido de orgullo, enardecido, arrebatado, impaciente por el sacrificio e inquieto por la emulación, invita a la carga a su ayudante Ángel la Guardiaaquel fiero aguilucho caído en Victoria de las Tunas, aviva con las espuelas su noble bruto, y gozoso como un niño que ha crecido un palmo, y como si hubiera alcanzado a ver, reducido a la pequeñez de un montón de carne humana, todo el Gobierno de rencores, de insultos, de envidias, de mezquindades, de ambiciones, de la oligarquía esquilmadora que le vejaba su tierra, se echa sobre los rifles enemigos y cae acribillado a balazos, con la limpieza y majestad de un Dios, del brazo de la muerte que es inmortal, y coronado por la fulgente claridad del martirio y de la gloria.
Entonces le trastorna la locura de la santidad: es humilde y fiero al mismo tiempo, se convierte en matón de la Virgen, queriendo dar de puñaladas a un morisco que blasfema de ella, y poco después se deja apedrear por los chicuelos de Salamanca, que le toman por un demente, viendo sus piadosas extravagancias, remedo de las de San Francisco de Asís.
Limitábanse a producir novelas picarescas o comedias en las que se ensalzaba un honor fiero que sólo existía en la imaginación de los poetas, mientras reinaba la mayor corrupción en las costumbres.
Pasaban los mártires con el rostro contraído por un gesto de fiero dolor, los místicos con los brazos extendidos y los ojos velados por el éxtasis de la felicidad, y tan pronto aparecía un santo con dorada mitra o rizada sobrepelliz, como lucía otro sobre su cabeza el acerado casco de guerrero.
Para servir a vuecenciadijo una voz en la puerta, y al mirar, encaró Jacinta con la arrogantísima figura de , quien no le pareció tan fiero como se lo habían pintado.
Entre las representaciones de una especie de pesadilla angustiosa que agitaba a Perucho, veía el muchacho un animalazo de desmesurado grandor, bestión fiero que se acercaba a él rugiendo, bramando y dispuesto a zampárselo de un bocado o a deshacerlo de una uñada.
El niño entonces vio una cosa terrible, una cosa que recordó años después y aun toda su vida: el hombre emboscado se incorporaba, con su único ojo centelleante y fiero, se echaba a la cara la formidable tercerola, se oía un espantoso trueno, voz de la bocaza negra, flotaba un borrón de humo, que el aire disipó instantáneamente, y al través de sus últimos tules grises el abuelo giraba sobre sí mismo como una peonza, y caía boca abajo, mordiendo sin duda, en suprema convulsión, la hierba y el lodo del camino.
A veces no es tan fiero el león como lo pintan.
Y, viéndose así, y que el sayo verde se le rasgaba, y pareciéndole que si aquel fiero animal allí allegaba le podía alcanzar, comenzó a dar tantos gritos y a pedir socorro con tanto ahínco, que todos los que le oían y no le veían creyeron que estaba entre los dientes de alguna fiera.
Que acaece estar uno peleando en las sierras de Armenia con algún endriago, o con algún fiero vestiglo, o con otro caballero, donde lleva lo peor de la batalla y está ya a punto de muerte, y cuando no os me cato, asoma por acullá, encima de una nube, o sobre un carro de fuego, otro caballero amigo suyo, que poco antes se hallaba en Ingalaterra, que le favorece y libra de la muerte, y a la noche se halla en su posada, cenando muy a su sabor, y suele haber de la una a la otra parte dos o tres mil leguas.
Ésa no me quitarán a mí, ¡oh alta y valerosa señora! dijo don Quijote, cuantos yo pasare en serviros, por grandes y no vistos que sean, y así, de nuevo confirmo el don que os he prometido, y juro de ir con vos al cabo del mundo, hasta verme con el fiero enemigo vuestro, a quien pienso, con el ayuda de Dios y de mi brazo, tajar la cabeza soberbia con los filos desta.
Y así, pasándoseme aquel sobresalto primero, torné algún tanto a cobrar mis perdidos espíritus, y con más ánimo del que pensé que pudiera tener, le dije: Si como estoy, señor, en tus brazos, estuviera entre los de un león fiero y el librarme dellos se me asegurara con que hiciera, o dijera, cosa que fuera en perjuicio de mi honestidad, así fuera posible hacella o decilla como es posible dejar de haber sido lo que fue.
¿Vienes a ver, por ventura, ¡oh fiero basilisco destas montañas!, si con tu presencia vierten sangre las heridas deste miserable a quien tu crueldad quitó la vida? ¿O vienes a ufanarte en las crueles hazañas de tu condición, o a ver desde esa altura, como otro despiadado Nero, el incendio de su abrasada Roma, o a pisar, arrogante, este desdichado cadáver, como la ingrata hija al de su padre Tarquino? Dinos presto a lo que vienes, o qué es aquello de que más gustas, que, por saber yo que los pensamientos de Grisóstomo jamás dejaron de obedecerte en vida, haré que, aun él muerto, te obedezcan los de todos aquellos que se llamaron sus amigos.
El rugir del león, del lobo fiero el temeroso aullido, el silbo horrendo de escamosa serpiente, el espantable baladro de algún monstruo, el agorero graznar de la corneja, y el estruendo del viento contrastado en mar instable, del ya vencido toro el implacable bramido, y de la viuda tortolilla el sentible arrullar, el triste canto del envidiado búho, con el llanto de toda la infernal negra cuadrilla, salgan con la doliente ánima fuera, mezclados en un son, de tal manera que se confundan los sentidos todos, pues la pena cruel que en mí se halla para contalla pide nuevos modos.

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