Ejemplos con fiambre

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se comía a las doce el fiambre que se llevaba.
Supongo que llevarás algún fiambre.
Y el aliento, que, sin duda alguna, olía a ensalada fiambre y trasnochada, a él le pareció que arrojaba de su boca un olor suave y aromático, y, finalmente, él la pintó en su imaginación de la misma traza y modo que lo había leído en sus libros de la otra princesa que vino a ver el mal ferido caballero, vencida de sus amores, con todos los adornos que aquí van puestos.
Y el decir esto y el darle con la punta del cuchillo los lomos de un conejo fiambre, todo fue uno.
'''LA PORTERA:''' Le cuesta a usted el doble, total por tener el fiambre unas horas más en casa.
Allí fue Ibero para llevarle el pichón asado, un fiambre superior, galletitas sabrosas y vino de Burdeos.
Todos convinieron con el preopinante, mientras buscaban posturas insufribles para llevarse a la boca las viandas en salsa tibia, o el pan con tábanos, o el fiambre con correderas.
Vaya, caballeros, añadió dirigiéndose a ellos: refocílense con esta liebre fiambre, mientras voy a calentar un par de perdices adobadas con su cebolla y sus garbanzos, dignas de presentarse al mismo Rey de Castilla.
¡Caso más raro! Era lo mismo que pechuga de pollo fiambre.
Compartí con los buenos amigos lo poco que a mí me quedaba, allegamos algo más, todo ello fiambre, reseco y con sabor a yeso, no sé si real o imaginario, y luego nos fuimos a la casa próxima, donde moraban Ros de Olano y Echagüe.
Todas aquellas necedades ensartadas en lugares comunes, aquella retórica fiambre, sin pizca de sinceridad, aumentó la tristeza de la Regenta, esto era peor que las campanas, más mecánico, más fatal, era la fatalidad de la estupidez, y también ¡qué triste era ver ideas grandes, tal vez ciertas, y frases, en su original sublimes, allí manoseadas, pisoteadas y por milagros de la necedad convertidas en materia liviana, en lodo de vulgaridad y manchadas por las inmundicias de los tontos!.
La sobrina no le prestaba en verdad gran atención, arregló la casa obedeciendo a un hábito de rutina más que a un propósito, y como el tío pidiera de almorzar, le autorizó para que se tomara la cocina por suya y guisara lo que quisiera, pues ella no probaría más que pan y un poco de lengua fiambre: apetecía los manjares salados.

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