Ejemplos con extraordinarios

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En otra ocasión, soltando la reserva de coraje y violencia para los casos extraordinarios, se hubiera descarado con los frailes.
La gente, asomada a las bordas, comentaba los extraordinarios encuentros en este bulevar marítimo, frecuentado ordinariamente por buques de paz.
Y el domingo por la tarde, cuando con sus tres compañeras de sitio tomaba el sol en el Bosque de Bolonia entre millares de parisienses, se enteró por los extraordinarios de los periódicos que el combate que se había desarrollado junto a la ciudad y se iba alejando era una gran batalla, una victoria.
Empezó para don Marcelo una vida absurda que iba a durar cuatro días, durante los cuales se sucedieron los más extraordinarios acontecimientos.
Sus manos acariciadoras parecían de madre más que de amante, su ternura iba acompañada de un desinterés y un pudor extraordinarios.
En cambio, la muchedumbre sentía una necesidad de gastos extraordinarios para acaparar víveres.
Estos bretones, acostumbrados a la disciplina y la sobriedad de otros buques, admiraban los fueros extraordinarios del cocinero, que podía mostrarse generoso lo mismo que un capitán.
Además, el , por su velocidad, merecía ser empleado aparte, en servicios extraordinarios y rápidos.
Los marineros fingían trabajos extraordinarios para aproximarse a ella, limpiando cobres o encerando maderas.
Los Blanes no habían visto jamás estos seres extraordinarios.
Y su alma de esposa económica temblaba angustiosamente al pensar en los precios extraordinarios que alcanza la pesca en un puerto de exportación.
A veces se aparecían también, a guisa de sorprendentes cometas, las ricas cubanas de Amézaga, con sus sombreros extraordinarios, sus sombrillas monumentales y sus atavíos caprichosos, destilados siempre a la quinta esencia de la moda.
En cambio, el patriarca montañés profesaba al cura un cariño y una admiración extraordinarios, gustaba mucho de oirle hablar sobre religión, y se consolaba en las penas que le ocasionaban su ceguera y su pobreza, escuchando las dulces y santas palabras del joven sacerdote.
En la catedral hablaban de la de aquel año con misterio unos y zozobra otros, como si aguardasen sucesos extraordinarios.
Ayudaba al secretario del pueblo cercano en los trabajos extraordinarios, preparaba con hierbas de él tan sólo conocidas ciertos cocimientos que operaban milagros en las barracas.
Pero ¿cuándo se cansaría Dios de enviar desgracias sobre ella? Primero la ruina del protector que sostenía el prestigio de la casa y la de su hijo, con cuya fortuna contaba para casos extraordinarios, e inmediatamente aquella enfermedad extraña, rápida como el rayo, que mataba por anticipado al pobre joven, pues le tenía inmóvil e insensible como un cadáver, sin otra vida que aquella respiración angustiosa que parecía asfixiar a los demás.
No le venía mal a Juan Pablo que el director le encargase trabajos extraordinarios, pues esto significaba confianza, y tras la confianza vendría un ascenso.
Deseaba el gobernador triunfar en Cebre sin apelar a recursos extraordinarios y arbitrariedades de monta, pues sabía que, si no era probable que jamás se levantasen allí partidas, en cambio la sangre humana manchaba a menudo mesas y urnas electorales, pero la nueva combinación le obligaba a no reparar en medios y conferir al insigne Trampeta poderes ilimitados.
—Pero ¿qué eran tales inconvenientes, tratándose de un hombre de los extraordinarios recursos de Manuel? ¿Quién vió reunidas nunca tantas luces naturales, tanta fuerza física, tanta agilidad y tan inquebrantable perseverancia? ¿Quién conocia como él la Sierra? ¿Quién estaba tan hecho a sus rigores, tan familiarizado con el laberinto de sus senderos, tan práctico en el modo de trepar a sus cumbres o de bajar a sus hondos precipicios?—Desvió, pues, las aguas de sus cauces, construyó presas y balsas, condensó por decantacion las hojuelas y pajitas de oro, como hoy se hace en la California, y, por estos medios, hubo semana que recogió más de treinta adarmes del precioso metal.
Y, finalmente, dieron con ellos en el bosque, donde les sucedió todo lo que el prudente ha leído, y si no fuera por los pensamientos extraordinarios de don Quijote, que se dio a entender que el bachiller no era el bachiller, el señor bachiller quedara imposibilitado para siempre de graduarse de licenciado, por no haber hallado nidos donde pensó hallar pájaros.

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