Ejemplos con extendiendo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Retirado de las largas navegaciones, su placer era cantar los domingos en la iglesia del pueblo de San José o en la de San Antonio, extendiendo luego esta afición a todos los momentos felices de su vida.
En la parte más alta de la fachada extendíase una fila compacta de ventanillas con adornos góticos, unas tapiadas, otras abiertas para dar luz y aire a los desvanes, y sobre ellas el alero monumental, el alero grandioso, como sólo se encuentra en los palacios de Mallorca, extendiendo hasta el promedio de la calle su ensamblaje de maderos tallados, ennegrecidos por el tiempo y sostenidos por vigorosas gárgolas.
Le digo a usted que, a veces, extendiendo la mirada sobre mis vecinos de mesa, cuyos dramas privativos se me presentan al pronto con escénica plasticidad, y elevándome a seguida, y como que a pesar mío, a contemplarlos filosóficamente, , como sombras inconsistentes y efímeras, me acomete un escalofrío patético, me dan ganas de llorar y soy capaz de tragarme, sin parar atención y como si fuese un plato de natillas, la empedernida chuleta que me han servido.
Pregunto, pues: ¿es sólo el deseo de acrecentar vuestras ganancias, extendiendo el comercio y la parroquia, lo que os mueve a abandonar este pacífico rincón, o hay en vosotros alguna otra ambición de distinto género?.
Sobre la arboladura cubierta de lonas trazaban largos círculos los albatros, águilas del desierto atlántico, extendiendo en el purísimo azul el enorme velamen de sus alas.
Y los dos vigilantes cenaban en el crucero, extendiendo sobre los peldaños de mármol las viandas de sus cestas.
La puerta de los Apóstoles, vieja, rojiza, carcomida por los siglos, extendiendo sus roídas bellezas a la luz del sol, formaba un fondo digno del antiguo tribunal: era como un dosel de piedra fabricado para cobijar una institución de cinco siglos.
Una exclamación de entusiasmo acogió la abnegación del héroe, y el rector, extendiendo la mano con ademán imponente, dijo muy grave:.
Rióse este al verla, y extendiendo la mano prontamente, cogióla por el papel, la mosca echó a volar dejando su molesto apéndice en manos del niño, y la pobre criatura, alborozada con la presa, púsose a leer el contenido de la misiva Mas su gozo desapareció de repente, tornándose lívido al descifrarla, dando una media vuelta en el asiento cual si le hubiesen aplicado un hierro candente, fijando una mirada de odio feroz, de rabia pronta a desbordarse en el inofensivo Tapón, que muy alborozado, lanzaba al aire en aquel momento su decimosexto clamor de ¡Muera el padre Bonnet!.
Detúvose el fugitivo un momento, turbado, con cierto pavor respetuoso, semejante al del profano que se encontrara de repente en el fondo de las catacumbas, en medio de los divinos oficios, a lo lejos, oíanse en la calle el vals de y los gritos de la canalla Dio entonces dos pasos a tientas, extendiendo el brazo para salir por la puerta de enfrente a la calle de la Montera, y tropezó con un confesonario arrimado a la pared de la derecha, abrióse al punto la puertecilla baja de delante y apareció una mano muy blanca pegada a una manga negra.
Abrióse entonces la puerta para dar paso a una extraña figura que sorprendió a la marquesa e hizo a Diógenes echarse atrás en la almohada, al verla adelantarse hacia él extendiendo los brazos: hubiérase dicho que la muerte en persona, cubierta con la sotana de un jesuita, se presentaba en el aposento.
Pronto se le ofreció ocasión oportuna: a una vuelta del carruaje enredóse la sombrilla en las ramas de un roble, y despedida aquella con violencia, vino a caer sobre uno de los caballos, espantóse el animal, reculando bruscamente, retrocedió el coche a su empuje, osciló un momento y quedó inmóvil, inclinado, hundiéndose, hundiéndose suavemente Un grito de espanto escapóse de los labios de todos, y una vieja que cruzaba guiando un borriquillo gritó, extendiendo los enjutos brazos, con esa energía de la fe en los momentos de angustia:.
Butrón, en cuclillas, delante de su agujero, seguía con el alma en un hilo el discurso de su mujer, extendiendo las manos y llevando el compás como un director de orquesta que dirige una partitura, o como un magnetizador que desprende de sí con extraños pases el misterioso fluido.
Butrón tomó la palabra, extendiendo la peluda mano:.
Gorito Sardona saltó frente a la puerta, sobre un puff de badana japonesa, y cogiendo a guisa de sombrero una de las bandejas del té, de cincelada plata antigua, se descubrió ante la dama lentamente, tieso, sin mover la cabeza, extendiendo el brazo hasta formar con el cuerpo ángulo recto, como solía saludar por todas partes el rey don Amadeo.
La duquesa, que aún no se daba por convencida, quiso replicar algo, pero el marqués, desasosegado y nervioso, impuso silencio, extendiendo una mano que parecía tener, como las de Jacob, mitones de cabrito.
Era la vega entera abrazando el cuerpo de aquel niño que tantas veces había visto saltar por sus senderos como un pájaro, extendiendo sobre su frío cuerpo una oleada de perfumes y colores.
Todos los días, al amanecer, saltaba de la cama Roseta, la hija de Batiste, y con los ojos hinchados por el sueño, extendiendo los brazos con gentiles desperezos que estremecían todo su cuerpo de rubia esbelta, abría la puerta de la barraca.
Pero allí estaba Batiste como centinela de su cosecha, desesperado héroe de la lucha por la vida, guardando a los suyos, que se agitaban sobre el campo extendiendo el riego, dispuesto a soltarle un escopetazo al primero que intentase echar la barrera restableciendo el curso legal del agua.
Después enrojeció con repentina rabia, mirando el pedazo de vega que se veía a través de la puerta, con sus blancas barracas y su oleaje verde, y extendiendo los brazos gritó:.
Y agitado en su interior por estos pensamientos, avanzaba penosamente, trazando zigzags como si estuviera ebrio, cada vez más pálido y extendiendo sus brazos al pedir mentalmente que lo arrancasen del mundo.
¡Juan! ¡Juan!gritó doña Manuela avanzando un paso con ademán imponente, extendiendo las crispadas manos como si fuera a arañarle.
De pronto, vio plantadas ante él, mascullando palabras ininteligibles y extendiendo vergonzosamente las manos, dos niñas entecas, dos cabezas con el pelo revuelto y erizado como espantables Medusas, mostrando las piernas enflaquecidas y desnudas por debajo de los guiñapos que las servían de faldas.
Extendiendo sus miradas sobre los patrones, con atención de artista, cogiendo ora la aguja, ora las tijeras, ya inclinada sobre la mesa, ya derecha y mirando desde lejos el efecto del corte, moviendo la cabeza para obtener la oblicuidad de la mirada en ciertas ocasiones, empezó a charlar, arrojando las palabras como un sobrante de la potencia espiritual que aplicaba a su obra mecánica.
Dijo esta palabra con un alarido espantoso, levantándose del asiento y extendiendo ambos brazos como suelen hacer los bajos de ópera cuando echan una maldición.
En pie, delante de ellos, la señora María la Sabia, extendiendo el dedo negro y nudoso cual seca rama de árbol, los consultaba con ademán reflexivo.
Tengan miramiento, hombre, tengan miramientomurmuraba el arcipreste difícilmente, extendiendo las manos como para calmar los ánimos irritados.
Julián trató de imitar aquel sosiego, sentándose y extendiendo la servilleta.
El valle ascendía en suave pendiente, extendiendo ante los Pazos toda la lozanía de su ladera más feraz.
Los Pazos de Ulloa están allímurmuró extendiendo la mano para señalar a un punto en el horizonte.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba