Ejemplos con excitaban

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ruffel recuerda que los guardias de las SS tocaban a los prisioneros y apaleaban a los que se excitaban y tuvo que ver como apaleaban hasta la muerte a algunos prisioneros.
Las dificultades y el peligro le excitaban.
El vino daba a sus palabras un temblor de emoción, los gemidos de la orquesta excitaban su sensibilidad.
Maza se empeñó en permanecer en la butaca con una insistencia orgullosa que acobardó a los que le excitaban a subir.
Luego temía encontrarse con injurias a su suegro, que le excitaban la cólera.
Al mismo tiempo, excitaban al compañero con sus gritos: rugían al doblarse por la cintura, señalando cada golpe con esta exclamación.
Jaime, pobre como soy, ¿no podría alguien imaginar que me excitaban a este enlace el afán de salir de Villafría e ir a Madrid, la posición del novio, sus grandes esperanzas, y hasta las mismas ventajas materiales de que ya goza? Él, por otra parte, no es rico para nuestra clase, y preveo los apuros, las dificultades económicas, la horrible prosa del hogar doméstico, sin recursos suficientes.
Se sentía muy mal, y las palabras de la Delfina le excitaban extraordinariamente.
Sabedor de ello Pirro, por entonces nada hizo, pero en un sacrificio, habiendo convidado al banquete a Neoptólemo, le quitó la vida, asegurado ya de que los principales de los Epirotas estaban de su parte, y aun le excitaban a que se deshiciese de Neoptólemo y no se contentara con tener una pequeña parte del reino, sino que hiciera uso de su índole, emprendiendo cosas grandes, y que, pues había ya aquella sospecha, se adelantara a Neoptólemo, quitándolo de en medio.
Hechas estas cosas, y reunidos con Melón y sus asociados, enviaron al Ática a llamar a aquellos desterrados que allí quedaron, y en la ciudad excitaban a la libertad a los habitantes, armando a los que encontraban, para lo que quitaban de los pórticos las armas traídas en triunfo y se metían por los obradores de los lanceros y espaderos que allí había.
Los templarios excitaban sin duda gran odio y adversión, pero su denuedo, única de sus primitivas virtudes de que no habían decaído, su poder, los misterios mismos de su asociación, los escudaban de todo desmán y menosprecio.
En la nave del trasaltar, la más obscura, escondidos en la sombra de los pilares y en las capillas, algunos señoritos se divertían en echar a rodar sobre el juego de damas del pavimento de mármol monedas de cobre, cuyo profano estrépito despertaba la codicia de la gente menuda, bandos de pilletes que ya esperaban ojo avizor la tradicional profanación, corrían tras las monedas, y al caer tantos sobre una sola en racimo de carne y andrajos, excitaban la risa de los fieles, mientras ellos se empujaban, pisaban y mordían disputándose el ochavo miserable.
Verdad es que la hora de comer se acercaba y aquellos olores excitaban el apetito.

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