Ejemplos con excitaba

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En otro caso se empleó la pletysmografía, que emplea sensores eléctricos unidos a los genitales para medir la excitación sexual, se empleó junto con la terapia de shocks eléctricos sobre el pene del paciente cuando se excitaba con imágenes homoeróticas.
Otra: Se excitaba a don Roque para que obligase a poner canalones en algunas casas.
Ya no pasaba el tiempo inmóvil y silencioso, indiferente a todo: el aburrimiento de la prisión excitaba su cólera.
Su larga experiencia de juez de instrucción le decía que la verosimilitud de una hipótesis ante un hecho obscuro, no excluye otra posibilidad, el amor de su profesión se excitaba con la idea de que el caso que tenía entre manos era muy intrincado y difícil.
Un forastero a aquellas horas, que eran las de los familiares de la iglesia, excitaba su curiosidad.
Su afán de saber se despertó como nunca, comparándose con el Padre y notando cuán ignorante ella era: y, aunque el Padre no hacía ostentación de su ciencia, ella le excitaba a que hablase, con mil preguntas, a las que el Padre, por más que por modestia lo repugnara, tenía al fin que responder.
Las dos niñas bebían haciendo remilgos, pero el tío las excitaba aplaudiéndolas, y ellas, que no estaban acostumbradas a ver tan alegre al viejo, volvían a gustar el vinillo para no enojarle.
En las épocas en que don Juan tenía buen apetito, Mónica se lo satisfacía con escogidos platos, que jamás le proporcionaron indigestión ni hartazgo, cuando desganado, le excitaba el hambre comprándole y condimentándole moderadamente lo que mejor pudiese regalarle el paladar.
La idea de poder ir a donde gustase la excitaba haciendo circular su sangre con más viveza.
Su descompuesto rostro daba miedo, y su ahilada voz excitaba la mayor extrañeza.
Sus amigos no podían con él, estaba furioso, poco faltaba para que insultase a los que le contradecían, y su numen paradójico se excitaba hasta un grado de inspiración que le hacía parecer un propagandista de la secta de los.
Cecilia, con Nemesia y Clara, la mujer de Uribe, ocupaba un asiento de frente para la calle, en el lienzo de pared medianero entre la puerta del comedor y la del aposento, y siempre que lo permitían los grupos de hombres que acudían a saludarla, podían oírse las exclamaciones de admiración que su peregrina belleza excitaba en las personas del portal.

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