Ejemplos con esopo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La zorra y las uvas es una de las fábulas atribuidas a Esopo y recontada por Babrio, Fedro, Jean de La Fontaine y Félix María Samaniego.
Esta escena particular, de la que Jordaens pintó varias versiones, ilustra una fábula moralizante de las Fábulas de Esopo, que se desarrollaba en la Grecia del siglo VI a.
Su uso de elementos fantásticos es, como en las fábulas de Esopo, una manera de burlar al censor.
Bajo su firma no ha dejado género sin parodiar: la historia, la crítica de cine, la autobiografía, el periodismo, la poesía gauchesca, la lírica del tango, la medicina e incluso las fábulas con aires a esopo son algunos de los matices de su paleta, siempre punzante, siempre ejercida desde la periferia.
Toma el nombre de la conocida fábula de Esopo, en que asociado el león con varios animales para hacer una presa, al verificar el repartimiento de ella se fue adjudicando por diferentes conceptos sus diversas partes, hasta quedarse el león con todo por ser el más fuerte.
Accius, fue un poeta en latín del siglo XVI, a quien se le atribuye la paráfrasis de las Fábulas de Esopo, las cuales Julius Scaliger elogió en gran manera.
Los capiteles muestran escenas del Antiguo Testamento, de la vida de Jesús y de los apóstoles, así como episodios de la vida de san Orso, unidos a temas moralizantes tomados de la cultura pagana como algunas fábulas de Esopo.
Entre sus amantes se encuentra un rico miembro de los equites llamado Esopo.
Esta misma enseñanza se repite en otras fábulas del propio Esopo como la de El esclavo y el león.
El león y el ratón es una fábula atribuida a Esopo y reescrita posteriormente entre otros por Jean de La Fontaine o Félix María Samaniego.
El perro con campanilla es una fábula atribuida a Esopo en la que un perro ataca sin razón a los otros.
El granjero y la víbora es una fábula atribuida a Esopo y posteriormente reescrita por otros fabulistas de distintas épocas.
El escorpión y la rana es una fábula de origen desconocido, aunque atribuida a Esopo.
La liebre y la tortuga es una fábula atribuida a Esopo y posteriormente reescrita por otros fabulistas como Jean de La Fontaine y Félix María Samaniego.
El ratón de campo y el ratón de ciudad es una fábula atribuida a Esopo y reescrita posteriormente por distintos autores sin grandes modificaciones de la historia original.
La Cigarra y la Hormiga es una de las fábulas atribuidas a Esopo y recontada por Jean de La Fontaine y Félix María Samaniego.
Esopo hizo una fabula llamada La gallina de los huevos de oro, esta trata de una gallina que ponía un huevo de oro diario, y su propietario, como era tan ambicioso la mato pensando que se iba a ser millonario al instante pero descubrió que era igual que todas las demás gallinas y por consecuencia perdió del fruto abundante que le daba la gallina.
Tonito Cepeda miró desdeñosamente al pintorcillo y propuso uno de esos espectáculos que constituyen jalones de la época en que se verifican: imitar la peregrina idea de la Princesa de Segan, que había resucitado en París las fábulas de Esopo dando un gran baile de trajes, en que recibía ella vestida de pava real y acudieron todos los invitados representando cada cual un animalito.
—¡Cuerpo de mí, replicó el licenciado, si se nos ha vuelto el tiempo de Maricastaña, cuando hablaban las calabazas, o el de Esopo, cuando departia el gallo con la zorra y unos animales con otros!.
Volvíme a Sevilla, como dije, que es amparo de pobres y refugio de desechados, que en su grandeza no solo caben los pequeños, pero no se echan de ver los grandes: arriméme a la puerta de una gran casa de un mercader, hice mis acostumbradas diligencias, y a pocos lances me quedé en ella: recebiéronme para tenerme atado detras de la puerta de dia, y suelto de noche: servia con gran cuidado y diligencia, ladraba a los forasteros y gruñia a los que no eran muy conocidos: no dormia de noche, visitando los corrales, subiendo a los terrados, hecho universal centinela de la mia y de las casas ajenas: agradóse tanto mi amo de mi buen servicio, que mandó que me tratasen bien, y me diesen racion de pan y los huesos que se levantasen o arrojasen de su mesa, con las sobras de la cocina, a lo que yo me mostraba agradecido, dando infinitos saltos cuando veia a mi amo, especialmente cuando venia de fuera, que eran tantas las muestras de regocijo que daba, y tantos los saltos, que mi amo ordenó que me desatasen y me dejasen andar suelto de dia y de noche: como me vi suelto, corrí a él, rodeéle todo, sin osar llegarle con las manos, acordándome de la fábula de Esopo, cuando aquel asno tan asno, que quiso hacer a su señor las mismas caricias que le hacia una perrilla regalada suya, que le granjearon ser molido a palos: parecióme que en esta fábula se nos dió a entender que las gracias y donaires de algunos no están bien en otros: apode el truhan, juegue de manos y voltee el istrion, rebuzne el pícaro, imite el canto de los pájaros, y los diversos gestos y acciones de los animales y los hombres el hombre bajo que se hubiere dado a ello, y no lo quiera hacer el hombre principal, a quien ninguna habilidad destas le puede dar crédito ni nombre honroso.
lo que siempre me agradó: las alegorías de Homero, las ficciones de Esopo, lo doctrinal de.
Gran discípulo de Séneca, que pudiera ser Lucilio, apasionado de Platón, como divino, de los Siete de la Fama, de Epicteto y de Plutarco, no despreciando al útil y donoso Esopo.
Aplaudieron todas al Arbitrio, obedeció él y deshízose la junta, despachando una de las aves a suplicar al donosamente sabio Esopo se dignase de añadir a los antiguos este moderno y ejemplar suceso.
ESOPO.
-Demeter montó en cólera contra vosotros- replicó, porque descuidáis los asuntos de Estado para entreteneros con las fábulas de Esopo.
El orador Demades hablaba un día a los ciudadanos de Atenas, mas como no prestaban mucha atención a su discurso, pidió que le permitieran contar una fábula de Esopo.
Empecé por este himno al dios cuya fiesta se celebraba, pero en seguida reflexioné que para ser verdaderamente poeta no basta hacer discursos en verso, sino que es preciso inventar ficciones, y no ocurriéndoseme ninguna recurrí a las fábulas de Esopo y versifiqué las primeras que me acudieron a la memoria.
¡Por Júpiter!, le interrumpió Cebes, me has hecho recordar que algunos, y entre ellos en último término Eveno, me han preguntado con motivo de las fábulas de Esopo, que has puesto en verso, y de tu himno a Apolo, ¿cómo se te ha ocurrido componer uno en tu vida? Si tienes ganas de que conteste a Eveno, cuando me haga la misma pregunta, que estoy seguro me hará, ¿qué quieres que le diga?.
Creo que si Esopo se hubiera detenido a pensar en esta idea, quizá hubiera hecho con ella una fábula.

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