Ejemplos con escuetos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Beccaria fue el primero que se atrevió a escribir en forma sencilla, en italiano, en forma de opúsculo, y concebido en escuetos silogismos y no en la de aquellos infolios en que los prácticos trataban de resumir la multiplicidad de las leyes de la época.
Demóstenes era capaz de combinar mensajes escuetos con explicaciones extensas, armonizando con su cometido.
Volúmenes escuetos y blancos, geométricamente simples y puros, carentes de cualquier aditamento superfluo, donde tan solo aparecen los vanos de puertas y ventanas de proporciones generosas.
Los huecos se recortan escuetos sobre un fondo plano y claro.
Se trata de un amplio chaflán que cubre prácticamente la totalidad del frente, dejando escuetos testeros en sus extremos.
En cuanto a su papel en la historiografía española, es una de las obras culminantes del género de las crónicas en latín en la Península, que en este siglo llega precisamente a sus más altas cotas, justo en el momento en el que las crónicas romances empiezan a dar sus primeros pasos en forma de escuetos anales.
Las montañas le parecían más austeras y ceñudas en sus cumbres de pelada roca, los bosques, más obscuros, más negros, los árboles de los valles, más tristes y escuetos, las piedras del camino rodaban bajo sus pies, como si huyesen de su contacto, el cielo tenía algo de repelente, hasta el aire de la isla acabaría por huir de su boca.
Después de su existencia en aquel mundo de cráneos escuetos y huesos pelados, este rostro humano le causó la misma impresión de grata sorpresa que siente el explorador al encontrarse con la cara de uno de su raza tras larga permanencia entre salvajes.
Y para hacer más llevadera su impaciencia, encontrábase de pronto en una , cuyos taludes de escuetos peñascos parecían juntarse sobre la cabeza del aturdido expedicionario, y cerrarle la salida en todas direcciones.
A través de las verjas pasaban miles y miles de corceles, hombres con el pecho forrado de hierro y cabelleras pendientes del casco, lo mismo que los paladines de remotos siglos, cajas enormes que servían de jaula a los cóndores de la aeronáutica, rosarios de cañones estrechos y largos, pintados de gris, protegidos por mamparas de acero, más semejantes a instrumentos astronómicos que a bocas de muerte, masas y masas de kepis rojos moviéndose con el ritmo de la marcha, y filas de fusiles, unos negros y escuetos, formando lúgubres cañaverales, otros rematados por bayonetas que parecían espigas luminosas.
Pasó junto a un lavadero, vio un altozano que más bien parecía montón de escorias, las cuales bajo los pies sonaban como huesos, y al subirse a él distinguió más caseretones de formas absurdas, más árboles escuetos, y vapores lejanos, como humos de caleras o resuello de hornos.
¡Oh alegría del ambiente patrio, oh encanto de las cosas inherentes a nuestra cuna! Vi la catedral de almenadas torres, vi San Bartolomé, y el apiñado caserío formando un rimero chato de tejas, en cuya cima se alza el alcázar, vi los negrillos que empezaban a desnudarse, y los chopos escuetos con todo el follaje amarillo, vi en torno el paño pardo de las tierras onduladas, como capas puestas al sol, vi, por fin, a mi padre que a recibirme salía con cara doble, mejor dicho, partida en dos, media cara severa, la otra media cariñosa.
Entretuvo el caballero su angustiosa expectativa examinando los frutales sin hoja, los añosos perales de rugosos troncos arrimados a la tapia en forma de espaldera, los manzanos escuetos, las higueras derrengadas, la vieja parra de torcida y áspera cepa, agarrándose a la pared de la casa, y enganchando en el balcón sus sarmientos más altos.
Formaba pequeña hondonada verde entre dos escuetos picachos blancos: la capilla de la Virgen en el centro completamente aislada.
En los bardales vio Jacinta unas plantas muy raras, de vástagos escuetos y pencas enormes, que llamaron su atención.
Señalaba a los grupos de castaños, a los escuetos montes de aliaga y exclamaba regocijadísimo:.
No lejos de la ventana, corría el camino real y por él los hilos del telégrafo, que plantaba a lo largo sus escuetos postes a distancias iguales que parecían pasos.
¡Si no culpo a nadie! ¡Si no hago más que citar hechos! ¡Ni hechos escuetos puedo recordar ya sin que resulten ofensas y acusaciones contra alguien!.
Pero ¿qué es todo esto? ¡Mal asunto, mal asunto! Aquí tenemos hechos escuetos.
Pasó junto a un lavadero, vio un altozano que más bien parecía montón de escorias, las cuales bajo los pies sonaban como huesos, y al subirse a él distinguió más caseretones de formas absurdas, más árboles escuetos, y vapores lejanos, como humos de caleras o resuello de hornos.
¡Oh alegría del ambiente patrio, oh encanto de las cosas inherentes a nuestra cuna! Vi la catedral de almenadas torres, vi San Bartolomé, y el apiñado caserío formando un rimero chato de tejas, en cuya cima se alza el alcázar, vi los negrillos que empezaban a desnudarse, y los chopos escuetos con todo el follaje amarillo, vi en torno el paño pardo de las tierras onduladas, como capas puestas al sol, vi, por fin, a mi padre que a recibirme salía con cara doble, mejor dicho, partida en dos, media cara severa, la otra media cariñosa.
Entretuvo el caballero su angustiosa expectativa examinando los frutales sin hoja, los añosos perales de rugosos troncos arrimados a la tapia en forma de espaldera, los manzanos escuetos, las higueras derrengadas, la vieja parra de torcida y áspera cepa, agarrándose a la pared de la casa, y enganchando en el balcón sus sarmientos más altos.
Y para hacer más llevadera su impaciencia, encontrábase de pronto en una hoz, cuyos taludes de escuetos peñascos parecían juntarse sobre la cabeza del aturdido expedicionario, y cerrarle la salida en todas direcciones.
Los picachos montañosos que la dominan imponen al ánimo, y por sus quebradas abruptas trepa una vegetación semiafricana sin lozanía, a pesar de los vivos riachuelos que desatan sus aguas cristalinas entre escuetos riscos.
La naturaleza lánguida y enclenque entonces, iba quedándose, como si dijéramos, en cueros vivos, las brisas eran más frescas, y en lugar del sonido armónico y majestuoso que formaban perdidas entre el follaje de junio, gemían lastimeras al chocar contra los escuetos miembros de los árboles, lloraban fatídicas, como si fueran la voz de la naturaleza que lamentara la pérdida de sus risueñas galas.
Toda aquella interminable superficie parecía un mar de lava cuajado de repente, un mar hasta con sus islotes y escollos, unos monolitos muy grandes que se destacaban, escuetos y descarnados, sobre la aridez del suelo entre matojos de «escobinos», de árnica o de regaliz.
Este gran problema que nos ha planteado la fatalidad ha sido embrollado adrede por falta de valor para presentarlo ante España en sus términos brutales, escuetos, que serían: ¿Quieres ser una nación modesta y ordenada y ver emigrar a muchos de tus hijos por falta de trabajo, o ser una nación pretenciosa o flatulenta y ver morir a muchos de tus hijos en el campo de batalla y en el hospital? ¿Qué cree usted, amigo Unamuno, que hubiera contestado España?.

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